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La tristeza de Jasmine
Tuve el extraordinario placer de ir a Nueva York hace casi ya un mes, realmente fue un viaje de vacaciones, de descanso. A pocos días de haber llegado, un amigo me lee desde su celular algo que decía más o menos así: “Lo primero que se debe hacer al llegar a New York en estos días es ir al cine para ver la nueva película de Woody Allen, Blue Jasmine”. Había que ir Ipso Facto. Por supuesto, no la ponen en los circuitos comerciales de cine, sino en lo que aquí llamamos “Salas de cinearte”. Específicamente la vi en una sala del Lincoln Center, no más grande que la sala de Flacso Cine aquí en Quito.
Solamente el nombre Woody Allen ya invita, sin duda alguna, a ir al cine. Sabes que será gratificante, a pesar de que su última película To Rome with Love, 2012 (Para Roma con amor) decepcionó por su frivolidad exagerada, en la que la mayoría de los relatos que conforman la película se pierden en su prolongación. Pero al virar la moneda tenemos Midnight in Paris, 2011 (Medianoche en París) que deslumbró no a pocos, con un guion espectacular que se hizo acreedor al Oscar al Mejor Guión Original. Así es Woody Allen, un colosal realizador, de quien podemos esperar cualquier cosa, hay que saber tomar al riesgo. Y por supuesto, lo tomé.
No quisiera contar la película o adelantar muchos detalles así que prefiero concentrarme en el personaje principal interpretado por Cate Blanchett, quien nos lleva de la mano flotando como una hoja al viento a través del relato. Jasmine, la “triste” Jasmine, es la protagonista de este film, mujer que pasa de tenerlo todo a perderlo todo, o al menos lo que para esta mujer significa todo. Podríamos llamarle “pelucona”, con una vida perfecta y un círculo social envidiable. Pero lamentablemente ahora le tocó irse a San Francisco y pedirle a su hermana que le de posada hasta rehacer su vida, asunto que resulta del todo complicado ya que entre los ataques de pánico, de ansiedad y el coctel compuesto por alcohol y Xanax, la vida de Jasmine es un laberinto del que quizá nunca podrá salir.
Muchos comparan el personaje de Jasmine con el de Blanche Dubois, de Un tranvía llamado Deseo, incluso se habla de que esta sería la versión de Allen de aquella gran obra y película. Eso sería limitar, pero la comparación se hace inevitablemente necesaria por la similitud entre algunos de los personajes y la situaciones. Cate Blanchett nos deleita cada segundo de la película, es una interpretación Gourmet, podría decirse; los cambios de ánimo y de situaciones, de un extremo al otro, de tragedia a comedia que propone el director, son interiorizados por esta actriz que, personalmente, ya sorprendió mucho interpretando a Bob Dylan en el film I’m not there, 2007, de Todd Haynes.
La carga emocional que lleva Jasmine es intensa, sufrimos y reímos con ella. Es una mujer que no ha aprendido a valerse por sí misma. Las apariencias, su ropa guardada en las maletas Louis Vuitton, ese arcoíris de emociones contenidas, es lo único que le queda, además de su hermana. Aunque realmente su hermana es su media hermana y no le importa mucho, incluso le invitó a su excuñado a que invirtiera con su esposo, haciéndole perder así todo su dinero. Aparte de su hermana está el novio de esta, a quien podríamos comparar con Stanley Kowalski, y sus dos hijos. El novio es un fortachón con pocos modales que lo que más desea en este mundo es que Jasmine se largue pronto para mudarse a vivir con su amada. Por otro lado los hijos de su hermana son un par de chiquillos traviesos y malcriados que acrecientan la neurosis de Jasmine, aunque en una escena del film le sirven de psicólogos, la escuchan estupefactos, aparentemente sin entender mucho de lo que ella dice.
Otro gran personaje que no aparece mucho (pero aparece lo justo) y es vital, es Hal, el esposo de Jasmine, interpretado por Alec Baldwin. Es de esos personajes cuyo mundo está tan bien construido y logrado que resulta fascinante mirarlos aunque sea unos minutos. Esto nos dice que no hay personajes chicos cuando se tiene un guion sólido donde cada pieza por pequeña que parezca es elemental.
Con este film, Allen podría estarnos hablando de cómo ve, a su regreso, una parte de esa sociedad neoyorquina, clase alta, donde el alcohol y el Xanax se van convirtiendo en símbolos de una clase económica podrida. ¿Cuántas mujeres no habrán vivido la tragedia de Jasmine? Tenemos un ejemplo, el de Ruth Madoff, esposa de Bernard Madoff, quien estafó a varias empresas, entidades bancarias, fundaciones, personas, etc., por la inmensa cantidad de 50 mil millones de dólares, considerado como el fraude más grande llevado a cabo por un individuo en Estados Unidos. Cate Blanchett la menciona en una entrevista y manifiesta que además de Blanche Dubois, también estuvo presente en su búsqueda para el personaje Ruth Madoff y muchas otras mujeres de casos similares que quizá muchos desconocemos.
Este film marca el regreso de Woody Allen a Estados Unidos luego de su periplo por Europa, al menos eso parece por ahora. Ya se habla en estos días de nominaciones al Oscar para Blanchett y para el director. No es para menos, Blue Jasmine es un film obligado para todo amante del cine de Woody Allen y por supuesto del buen cine. Esperemos disfrutarlo pronto en las carteleras de nuestro país.