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Entrevista
Kristel Ralston: “La novela romántica es arrolladora”
Tras sus portadas sensuales que exhiben a personajes a punto de arrancarse la ropa, la novela romántica conquista día a día a hombres y mujeres que aún no han dejado de creer en el amor, en un mundo de carne y de sexo casual.
La narradora guayaquileña Kristel Ralston (1984), tomó su nombre profesional luego de la lectura del libro de Sarah MacLean, Nueve reglas que romper para conquistar a un granuja y tras haber quedado prendada del Marqués de Ralston, un seductor personaje de esa historia.
En 2013, la autora emprendió una carrera meteórica. En 2014, estuvo entre las cinco finalistas del II Concurso literario de autores indie de Amazon y diario El Mundo, con su texto Lazos de cristal. Ese mismo año publicó con Planeta Ecuador la novela Bajo tus condiciones, historia de gran acogida entre los lectores.
El pasado 13 de enero, publicó Un acuerdo inconveniente, la novela que estaba escribiendo durante la realización de esta entrevista. Y además, ha sumado otros dos títulos a su escritura trepidante: Brillo de luna, novela que salió a la venta en febrero, y El precio del pasado, que está disponible desde marzo en todas las plataformas de Amazon. No le interesan los prejuicios que podrían existir hacia el género romántico. Se apoya fuertemente en las redes sociales y en sus múltiples lectoras alrededor del mundo.
Prolífica, persistente y pragmática, Kristel Ralston es una orgullosa exponente del género rosa, y se define como creadora de novelas románticas contemporáneas.
¿Hay lectores para la novela romántica?
Montón. Este es un género que atrae a una cantidad impresionante de personas, precisamente por el tipo de temas que se tratan en ella y que procuran una vinculación emocional con los lectores. En la página RWA, Romance Writers of America (rwa.org/), se puede constatar los altos volúmenes de ventas para el género. Las estadísticas del valor estimado en ventas en el año 2013, por ejemplo, arrojaron 1,08 billones de dólares. Esta es una industria que tiene un nivel de lectores altísimo. La mayoría son mujeres, pero también la leen hombres.
¿Cómo puede reconocer el púbico que está ante una historia romántica?
Porque entenderán que se trata del encuentro o reencuentro de dos personas que a lo largo de la trama viven todo tipo de dificultades y aciertos, en donde prima el desarrollo de los vínculos emocionales, y que al final de toda esa trama, estas personas coinciden en un desenlace feliz, pero ese final feliz no consiste en entregar un anillo de matrimonio. La felicidad en la novela romántica es la recompensa que reciben los protagonistas luego del viaje emocional, físico, individual y en pareja, que han realizado.
Entonces, ¿qué es lo que aborda el universo de estas novelas?
Mucho, para nada se trata de un género plano. Tenemos la novela romántica Chick lit, como es El diario de Bridget Jones; la novela romántica histórica; la romántica con time travel, la novela medieval; la novela romántica paranormal como el caso de la saga Crepúsculo; la novela de la Regencia en la Inglaterra de los años 1800, por ejemplo Orgullo y prejuicio; la novela romántica contemporánea —que es la que yo escribo—. Estas novelas, además, la protagonizan diferentes tipos de personajes: jeques, princesas, vaqueros, ejecutivos, highlanders, etc…
¿Cómo es que llegas a sentirte próxima a este género?
Yo soy una lectora que ha consumido todo tipo de literatura. Desde los once años me familiaricé con muchos libros y siempre quise escribir, porque la comunicación me ha encantado toda la vida. Cuando fui a hacer mi maestría en relaciones públicas a Barcelona, encontré allá una variedad impresionante de libros y también di con dos novelas románticas que me cautivaron. Una era de la española Nieves Hidalgo, Orgullo sajón, y la otra de la norteamericana Julia Quinn, El duque y yo. Ambas historias me enamoraron por completo debido a la forma en la que estaban narradas. La lectura del género se volvió adictiva y al volver a Ecuador me apenó que acá no hubiera ese tipo de novelas porque no las encuentras entre los géneros que se ofertan localmente. Entonces me decidí a escribirlas.
Ahora vives de tus libros. Hace tres años escribes y empezaste a publicar hace dos ¿Cómo llegaste a este punto de tu vida?
Al volver de mi viaje trabajé durante dos años y medio como directora de relaciones públicas, luego de esa experiencia decidí que mi ciclo había terminado y que quería dedicarme a escribir. No tengo un horario fijo de escritura como tal, pero casi siempre escribo en las madrugadas. Durante la mañana me dedico a contestar correos, a estar en la redes o a hacer gestiones personales. Respondo todas las cartas que mis lectoras me envían porque ellas son mi cincuenta por ciento. Tengo lectoras en México, en Argentina, en Chile, en Perú, en Colombia, en España, las hispanohablantes que viven en Estados Unidos. También en Ecuador. La novela romántica es arrolladora.
¿Y a qué crees que se deba su acogida?
A que los lectores se identifican con los procesos emocionales que viven los personajes.
Se entretienen, y eso está bien porque la literatura también sirve para eso. Yo creo que en América Latina existe el inconveniente de que la gente ve a la literatura como algo elitista y asume el consumo de libros como algo intelectual; en otros lugares, como Europa o Estados Unidos, por ejemplo, se comprende que comprar un libro puede ser una forma agradable de entretenimiento. Yo creo que las personas consumen novela romántica porque les saca una sonrisa o las hace tener esperanza.
¿Qué opinión te merece la crítica o los detractores de la novela romántica que la acusan de frívola o de alienada?
A mí no me interesa en lo absoluto que una crítica literaria de renombre me diga que mi obra es maravillosa o si acaso quiero reescribirla. Eso de verdad no me interesa. Yo escribo porque a mí me hace feliz y saber que lo que a mí me hace feliz llega a otras personas y también las hace felices, es una doble recompensa. Si no escribo siento que me falta algo, que me falta vida.
Empezaste como una autora independiente de blog, luego publicaste en Wattpad y ahora tienes escritos ocho libros que están en Amazon, Apple Store, GooglePlay, etc. Creo que tú, además de haberte abierto carrera en la literatura con un género poco comprendido como la novela romántica —por todas la ideas preconcibas que arrastra—, estás empleando, adicionalmente unas plataformas de publicación poco tradicionales para este medio.
En Ecuador, de pronto. En otros países no es así, en España, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, por ejemplo, es algo muy cotidiano. Me interesa proyectarme, a largo plazo, hacia todo el mercado angloparlante. Tener mis libros en español y en inglés. Me interesan todos los espacios porque todos los espacios son válidos y todos me aportan y yo les aporto también.
¿Encuentras más ventajas que desventajas en la autopublicación?
El asunto es que yo soy una autora híbrida porque me autopublico y también publico con editoriales. Algunas de mis obras las he publicado con Editorial Planeta de España, de Ecuador, y con Harper Collins Ibérica, bajo el sello Harlequín. Mis contratos editoriales son abiertos, no estoy casada con una editorial. Sí hay ventajas en la autopublicación, una de las principales es que tú manejas tu obra a tu antojo y los derechos son tuyos. Si deseas cambiar la portada, la cambias y si deseas modificar una errata, Amazon lo hace en un plazo de doce horas. Tienes libertad absoluta, completa y total. Yo he tenido la suerte de que ninguna de mis casas editoriales me ha pedido que cambie texto o título. Han respetado completamente mi estilo y mi lenguaje.
¿Cómo llegas a construir tus historias?
Tengo una imaginación muy vívida, paso la mitad del tiempo en la realidad y la otra mitad paso soñando. Me inspiro en los recuerdos de mis viajes, en la música. Procuro pasar una o dos veces al año fuera de Ecuador para atrapar la esencia de otros sitios. A veces una sensación determinada me puede llevar a una escena. Trabajo escenarios universales, globales con los que los lectores de cualquier parte del mundo se puedan identificar, si no los han visitado, que puedan soñar con ellos y si viven allí, que puedan reconocerlos como reales.
Los encuentros eróticos de las novelas rosa, incluyendo varias de las tuyas, suelen ser muy pormenorizados con respecto a las acciones y al placer que sienten los protagonistas, ¿cómo se concilia la idea de lo romántico con estas descripciones sexuales detalladas?
Las insinuaciones y las miradas sugerentes existen, ese flirteo se da en el momento del cortejo, pero lo que viene luego de ese cortejo, la química, los encuentros y sus implicaciones sensuales es lo que pasa ahora, y vamos, ha ocurrido siempre. ¡Mis protagonistas son humanos! Tienen debilidades, tienen fantasías, tienen deseos. Es lo más real posible. El sexo en este caso es complementario. Si tú quitas todas las escenas de sexo te sigue quedando la historia sentimental, sus desavenencias y aciertos, porque lo que prima, para mí, es la historia romántica de los protagonistas.
Pero, en las portadas de las novelas románticas usualmente hay también mucho erotismo. Mujeres bellas con las faldas remangadas, hombres fuertes con el torso desnudo. Supongo que se planifican así, ex profeso, buscando despertar el interés de los lectores.
No me gustan las portadas muy explícitas. Todo va de acuerdo con el tema que estoy tratando. Por ejemplo, hay una portada con un torso en el primer libro de mi serie Match Point. Pero se trata de tenistas: ¡físico! Entonces asocias el buen físico y el atractivo al protagonista, pero, si ves, por ejemplo, la portada de Un orgullo tonto, que es el primer libro que escribí y es sobre abogados, la portada es de un tipo con traje. Mis portadas van en la línea de las acciones del personaje principal o de lo que se trata la novela.
Ahora estás trabajando en la saga Match Point, que es una trilogía ¿Cómo te va en ese proyecto?
Así es, yo plantee la saga Match Point para tres libros, pero la estoy haciendo de manera independiente. Terminas el primer libro (El último riesgo), terminas la historia de la pareja, pero en el segundo libro hay un spin off de la pareja del primer libro. No necesariamente debes leer el primer libro para entender el segundo, porque no me gusta esperar a que se escriban los libros de una saga para saber cómo termina y no quiero hacerles a otros lo que no quiero que me hagan a mí.
Ahora estoy escribiendo justamente el segundo libro [se refiere a Un acuerdo inconveniente, texto que, antes de la circulación de esta entrevista, ya ha sido publicado] y no sé si acaso se alargue la saga luego de terminar el tercero.
¿Escribir en trilogías es usual en el género romántico?
Mucho, o escribir series más largas. Hay una serie de la familia Bridgerton, de Julia Quinn, que son ocho libros, o La hermandad de la daga negra de J. R. Ward, que se compone de catorce libros. Esto de las sagas se da porque, cuando empieza una autora a contar la historia, surgen personajes secundarios y muchas veces las lectoras se enganchan con un personaje secundario determinado, y piden que se haga su historia.
Implica un ritmo de escritura fuerte…
Pero me divierte hacerlo. No es una carga. Escribo una novela cada cuatro meses. A veces me impaciento porque no escribo lo suficientemente rápido, pues necesito contar, sacar lo que tengo dentro de mi cabeza.
La escritora cubana Dulce María Loynaz decía que escribir es una convocatoria abierta al cosmos. ¿Has tenido historias románticas en tu vida de tanto leerlas y elaborarlas?
Sí, pero ninguna está reflejada en mis obras, procuro no hacerlo porque cortaría mi libertad de creación. También está el recelo de que la persona implicada lea la escena y descubra que se trata de su historia. Así que todo es ficción. Yo no necesito estar muy enamorada para escribir o muy decepcionada para hacer una novela que incluya venganza. Una es la persona y otra es el personaje de la escritora que trabaja. Somos dos muy distintas.