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Hernán Hoyos: literatura pulp con aliento a aguardientico
En mis novelas siempre hay conflictos humanos. En la pornografía solo hay descripción o se enfoca los actos sexuales que se repiten y repiten. Esa no es mi técnica ni mi credo literario(1).
Hernán Hoyos
Hernán Hoyos (Cali, 1929) puede jactarse de ser el primer colombiano en ganarse la vida gracias a su obra literaria, incluso antes que el propio Gabriel García Márquez, quien alguna vez pasó por las penurias económicas propias del trabajo periodístico freelance en Latinoamérica.
Antes de emprender la reseña de 008 contra Sancocho, novela de Hoyos, conviene situar a su autor dentro del contexto de la literatura colombiana. Fue probablemente uno de los primeros autores de dicho país en no cortarse en el momento de narrar escenas sexuales, lo que le valió la etiqueta de “escritor pornográfico” y que a su vez lo convirtió en una excelente estrategia de ventas.
Hoyos se atribuye a sí mismo la invención del subgénero literario de ‘sexo ficción’. Al no ser tomado en serio como escritor por parte de los círculos académicos, el autor contó con una libertad estética de la que no gozaban sus colegas famosos, ni siquiera los autores del boom, quienes muchas veces recurrían a metáforas para referirse a los órganos sexuales y evitarse líos con las grandes editoriales.
El funcionar desde la periferia, de forma autogestionada como un autor pulp y su estilo poco convencional sin florituras, en el que se privilegia lo fonético y el argot popular por sobre convenciones ortográficas, así como la ausencia de cualquier juicio moral sobre la conducta de sus personajes, son sellos característicos de su trabajo.
Se conoce como ‘literatura pulp’ a aquella que es editada de forma rústica, cuasi artesanalmente y que se difunde a través del boca a boca o se comercializa en pequeños quioscos. El término es anglosajón, siendo Estados Unidos donde mayor éxito tuvo este formato, sobre todo por lo extravagante de sus portadas y su temática ‘ligera’, representada en novelas detectivescas, de terror, eróticas o de ciencia ficción, en la mayoría de los textos. Hoyos de hecho cultivó algunos de estos géneros y es considerado el padre de la ‘narco novela’ por su obra Coca: historia de la mafia criolla (1977).
El ritmo trepidante de la narración hace que su lectura sea dinámica y amena, por lo cual nos sorprende que sus primeros fans fueran los colegiales colombianos, para quienes leer la descomunal genealogía de Cien años de soledad, por ejemplo, no siempre resultaba grato, a comparación de la lectura de esta obra.
A esta situación hay que sumarle la censura tácita que la sociedad ‘bien pensante’, de mente estrecha y genitales resecos, puso sobre su obra, en la cual se encuentran títulos sexualmente explícitos como El club del beso negro, Sin calzones llegó la desconocida, Frentenalga y careculo. El resultado fue la publicación de una serie de best sellers clandestinos, los cuales eran disfrutados a escondidas.
Pero fue también el don de gente de Hoyos, quien recorrió Cali a pie y el resto de Colombia en bus para expender sus libros personalmente, lo que motivó varias ventas, así como la escritura de un número indeterminado de crónicas periodísticas a partir de las historias que iba recogiendo en su periplo.
No tenía grabadora sino que iba con mi máquina Hermés Baby y escribía con gran rapidez lo que la gente me contaba. Llevaba mi revólver por si acaso, pero nunca me pasó nada(2).
Se calcula que Hoyos llegó a vender más de medio millón de ejemplares de sus libros, de forma autónoma y sin mediación de empresa editorial alguna, hasta hace pocos meses, cuando la escritora ecuatoriana Gabriela Alemán se interesó en su obra y convenció a Hoyos para publicar en nuestro país el libro 008 contra Sancocho: Con licencia para beber bajo el naciente sello editorial El Fakir, siendo este su primer y tardío contrato legal con una editorial.
Más allá de lo loable de esta iniciativa de Alemán, quien presenta a este pintoresco autor al lector ecuatoriano y lo rescata para los propios colombianos, pues sus libros salieron de circulación hace décadas pese a ser considerado un escritor de culto, el volumen se sostiene gracias al humor y el sabor vallecaucano con que Hoyos parodia al famoso agente ficticio James Bond.
A diferencia del elegante, pulcro y sexy personaje creado por Ian Fleming, su álter ego tropical es un sujeto torpe, sucio y físicamente grotesco. El cómico detective Jaime Abondano es mucho más cercano al patanzuelo Torrente creado a fines de los noventa por Santiago Segura en el filme Torrente, el brazo tonto de la ley, pero a diferencia del detective español, Abondano es bonachón, carece de ambición o malicia alguna y preferiría no meterse en líos: solo cumple con su trabajo para tratar de juntar unos pesos y poder llevarse a los labios una botella de aguardientico al final de la jornada. Sin pasión por la justicia ni por el poder, Abondano, como muchos latinoamericanos, trabaja porque no le queda otra.
Como detective, Abondano es particularmente inepto, ¡solo consigue resolver un caso en todo el libro! No es cobarde, pero muchas veces se ve superado por situaciones grotescas que le obligan a abandonar el caso para preservar su cordura. Pese a ello, consigue ganarse la simpatía de su jefe, un despistado coronel retirado que lo considera un genio.
Inevitablemente, la situación social de la Colombia de los años setenta se cuela en los relatos. Así encontramos a aristócratas que ocultan su paupérrima situación económica mediante engaños y apelan a sus caducos apellidos para ganarse el respeto de los demás, la doble moral de quienes comandan las instituciones políticas y clericales, a quienes Hoyos atribuye parafilias escatológicas de grueso calibre; estas son descritas minuciosamente y sin ningún eufemismo, aunque muchas veces se recurre a los términos infantiles “pipí” y “popó”, producto de la evidente inocencia del autor, la cual a ratos sobrepasa a su propia imaginación.
...casi de inmediato comenzó a disparar ruidosamente un chorro de deposición que bañó la cabeza puntiaguda y lampiña del doctor Poporocho, quien dejó escapar un prolongado y ronco gemido de placer.(3)
Pese a lo radical de muchas escenas de su literatura, Hoyos se define a sí mismo como un hombre ideológicamente conservador que comulga con valores establecidos como, la libre empresa y la familia, así como seguidor de la Iglesia. Esta aparente dicotomía se puede explicar de forma fácil: la sexualidad es parte fundamental de la experiencia humana, no es un hecho vergonzoso y si se va a escribir sobre seres humanos, tiene que haber sexo, caso contrario, el personaje será plano. Hoyos no es el primer —y no será el último— escritor de derecha en recurrir al sexo como elemento importante de su obra.
Considero que etiquetar a esta novela como ‘pornográfica’ es reduccionista, el fuerte de su obra radica en su desenfado y falta de pretensiones. Supo tomar un personaje global como 007 y volverlo un hombre común y corriente con conflictos creíbles como la falta de dinero, la resaca y la impotencia al ser víctima de la violencia de una sociedad que por ese entonces ya veía venir la guerra de pandillas y carteles que destrozaría Colombia en los años ochenta. Sin ser una novela de corte social, en 008... todos estos temas están latentes y son tan o más importantes para la trama que cualquier escena subida de tono.
Notas:
1.- ‘El pornógrafo de Cali: entrevista a Hernán Hoyos’, por Gabriela Alemán, publicada en La Barra Espaciadora, 05/18/2015.
2.- Ibídem.
3.- Hoyos, Hernán (2015) 008 contra Sancocho: con licencia para beber, Quito: El Fakir.