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MIRADA
Garcilaso de la Vega, el primer historiador americano
Nacido en Cusco con el nombre de Gómez Suárez de Figueroa, Garcilaso de la Vega (1539-1616) fue un cronista del Virreinato de Perú. Es recordado por ser el primer autor nacido en América cuya literatura entró a formar parte del canon de Occidente.
Hijo de un conquistador español, Sebastián Garcilaso de la Vega y una noble inca, es considerado como el primer mestizo de Perú que supo conciliar su herencia tanto indígena como europea. En 1560, poco después de fallecido su padre, Garcilaso de la Vega, de 21 años, viajó a España, donde fue acogido por su tío Alonso de Vargas. Se presentó ante la Corona en busca de ser reconocido oficialmente como hijo de su padre, que formó parte de la facción expedicionista de Hernán Cortés en América del Norte primero, y luego de la de Francisco de Pizarro, en América del Sur. Además, pretendía cobrar un pago por los servicios prestados por su padre a la Corona en la conquista de América. Aunque fue reconocido, la Corona negó el pago, alegando que Sebastián Garcilaso de la Vega había ayudado a Gonzalo Pizarro, hermano menor de Francisco Pizarro que se había rebelado contra la Corona cuando se expidieron las leyes propuestas por Bartolomé de las Casas para mejorar la condición de los indígenas en la América española.
Aunque Garcilaso pensó en volver a Perú, decidió quedarse en España, donde permanecería por el resto de su vida. Y donde se haría conocido por sus escritos sobre la historia, cultura y sociedad Inca y la conquista española.
Como narrador de estas historias, Garcilaso de la Vega tenía un punto de vista privilegiado: durante sus primeros años, vivió con la familia de su madre, Isabel Chimpu Ocllo, nieta de Túpac Yupanqui. Vivió con ellos hasta que fue reclamado por su padre, unos años más tarde, y recibió educación española. Su padre era sobrino del poeta español del Siglo de Oro Garcilaso de la Vega (1498-1536). Debido a este parentesco, cuando el cronista fue a pedir reconocimiento ante la Corona, se le permitió tomar el nombre. Hoy, para diferenciar a ambos autores, al peruano se le conoce como Inca Garcilaso de la Vega.
Su obra ha sido destacada por diversos intelectuales como el crítico literario Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912), el nobel de Literatura Mario Vargas Llosa o el exvicepresidente de Perú, Luis Alberto Sánchez (1900-1994).
Mientras en América aún se libraban las batallas de la Conquista, Garcilaso de la Vega se enlistó en el ejército español para combatir en Granada, cuando los moros se levantaron en la llamada rebelión de las Alpujarras (1568-1571), debido a un edicto real que prohibía hablar, leer o escribir en arábigo o celebrar ritos moriscos por 3 años.
Una vez concluida su etapa como militar, Garcilaso de la Vega decidió dedicar su vida a las letras y la religión. Estudió historia y leyó a los poetas clásicos. En 1590, publicó su primer libro, una traducción del italiano de la obra de Diálogos de amor, del filósofo neoplatónico León Hebreo. Al libro lo tituló La Traducción del Indio de los Tres Diálogos de Amor de León Hebreo. El título deja ver el fuerte sentido de pertenencia que guardaba Garcilaso con su herencia inca: solía presentarse como hijo del Cusco, una ciudad de la que estaba orgulloso y definía como cabeza de un imperio. La obra fue celebrada y reconocida como la primera de valor hecha por un americano.
Conoció a Luis de Góngora, con quien mantenía relaciones comerciales, y a Miguel de Cervantes, quien se dedicaba a recaudar fondos para la Corona. El autor del Quijote había leído la obra de Garcilaso.
En 1605, publicó en Lisboa La Florida del Inca, en la que narra la expedición del conquistador español Hernando de Soto a la península de Florida (1539-1542). El libro, basado en la narración oral de un español que participó en la expedición, fue complementado con algunas narraciones producto de la imaginación de Garcilaso. Esta historia fue celebrada por la crítica.
En 1609, publicó la primera parte de su obra más importante, Comentarios reales de los incas. La palabra real en el título de su obra no alude a ninguna nobleza, sino al hecho de que no consideraba veraces que las historias de los cronistas españoles. Garcilaso escribió desde un punto de vista significativo, dado su parentesco con la familia que gobernaba el Incario. Conocía de primera mano la vida diaria de los incas, y describió a sus gobernantes como regentes benévolos que dirigían un reino donde todos estaban bien alimentados y felices antes que la llegada de los españoles. Además, supo explicar con precisión el sistema de tributos y trabajos reforzados que los Incas instituyeron en los pueblos que conquistaron.
Criado como cristiano, Garcilaso retrató a la religión inca y la expansión del Tahuantinsuyo desde una perspectiva influenciada por su educación española. En sus escritos, niega que los sacrificios humanos fueran parte de los ritos incaicos.
Garcilaso murió el 23 de abril de 1616, fecha cercana a la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare, y que hoy se recuerda como el Día del Libro. Fue enterrado en la Capilla de las Ánimas de la Catedral de Córdoba, donde está grabado un enorme epitafio que, entre otras cosas, lo recuerda así: “Ilustre en sangre. Perito en letras. Valiente en armas”.
La segunda parte de los Comentarios reales circuló de forma póstuma en 1617 con el título Historia General del Perú. Aquí, Garcilaso narra la conquista española, las guerras civiles entre las facciones lideradas por los conquistadores Francisco Pizarro y Diego de Almagro por la repartición de las tierras de Chile y Perú, la instauración del Virreinato y las últimas resistencias de los incas de Vilcabamba. Además, dedica unas páginas a reivindicar a su padre, al que la Corona consideraba como un traidor.
Hijo de una cultura conservada a través de la narración oral y de otra que le trajo los dotes de la escritura, el Inca Garcilaso de la Vega fue el primer historiador americano.