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Epitafio: Lemmy, vive rápido, muere viejo

Epitafio: Lemmy, vive rápido, muere viejo
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No hay palabras, ¡es Lemmy! Debería haber un verbo para él.

Lars Ulrich, Metallica

Su voz es rasgada, es como comer clavos.

Marky Ramone, The Ramones

Uno de los dogmas de fe más difundidos dentro del rock n’ roll era la afirmación de que “en caso de una guerra nuclear, solo sobrevivirían las cucarachas y Lemmy”, pero el mito tras el rockero arquetípico se apagó el pasado 28 de diciembre. Con el fallecimiento de Ian Fraser Kilmister, amado y reverenciado por todos bajo su encarnación de ‘Lemmy’, el líder de la banda de rock inglesa Motörhead.

Nacido en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial en Stoke-on-Trent, Inglaterra, su trayectoria vital —y su odio hacia las religiones organizadas— arranca al ser abandonado por su padre, un capellán del ejército británico, apenas al nacer. Criado en Gales por su madre y su abuela, Lemmy aseguraba haber tenido una infancia feliz, hasta que le obligaron a ir al colegio.

Abandonó pronto la educación formal y se desempeñó en empleos modestos durante su juventud, pero su carácter autodidacta lo llevó a estudiar temas filosóficos, políticos e históricos, siendo su periodo histórico favorito el convulso siglo XX europeo y sus guerras mundiales. Estas inquietudes —amén de temas clásicos del rock n’ roll como son el sexo, la muerte y las adicciones— se ven plasmadas en sus composiciones, las cuales destacan por ser directas y breves pero no exentas de poética gamberra. No solo compuso letras para Motörhead, también escribió varias canciones para Ozzy Osbourne, Metallica y otros rockeros legendarios.

El puberto Lemmy pasaba sus días practicando hípica y tocando la guitarra, esto último en un intento por atraer chicas para cabalgar, pues aspiraba a otro tipo de montura más lúbrica que la caballar. Sus enormes verrugas faciales nunca fueron impedimento para saciar su legendaria promiscuidad, gracias a la cual se le atribuyen más de 1.000 parejas sexuales. Lemmy Kilmister siempre reivindicó la caballerosidad y su trato respetuoso hacia las féminas resultaba proverbial —y extraño— dentro del machista mundo del rock anglo. Una de sus frases célebres fue: “Simplemente porque me gusta follar mucho no significa que no pueda ser una persona educada”.

Cuando no estaba ocupado en dichos menesteres o enviciado en las máquinas tragamonedas, gracias a las cuales ganó el apodo1 que se convertiría en uno de los nombres propios del rock n’ roll, Lemmy lo pasaba escuchando discos de Jerry Lee Lewis, Buddy Holly, Little Richard, Elvis y Eddie Cochran. A estos artistas norteamericanos les debe su formación musical, y los considera su inspiración. No en vano se autodefinía a sí mismo como músico de rock n’ roll a secas, en desmedro de thrash, heavy metal o del punk, géneros musicales fundados involuntaria pero directamente por Lemmy.

Fan acérrimo de The Beatles, a los que iba a ver haciendo autostop por toda Gran Bretaña, en su juventud cuando Lemmy veía una banda que le gustaba intentaba unirse a ellos, y si no había cupo disponible, se ofrecía a trabajar como roadie del grupo, cargando cables y equipos con tal de estar cerca y aprender de los músicos que admiraba. Si bien no logró ninguno de estos objetivos con el cuarteto de Liverpool, se volvió su amigo y le robó varias novias a John Lennon. En esa condición entró al servicio de Hendrix, ganándose su aprecio y siendo el encargado de conseguir las drogas de Jimi:

A Hendrix le llevaba ácido. El hombre era justo. Si le llevaba diez tripis, me regalaba tres. El resto se los comía al instante.

Tras esta pasantía de lujo con el genio de la guitarra, Lemmy probó suerte como bajista en varias bandas de rock n’ roll, destacando su paso por The Vickers, banda de Manchester que competía en popularidad con The Kinks, y que se convirtió en la primera agrupación angloparlante en cruzar la Cortina de Hierro comunista para tocar en la antigua Yugoslavia.

Con The Vickers ganó fama y dinero, pero sería en la banda de space rock Hawkwind y en un viciado ambiente psicodélico donde Lemmy demostraría su talento y carácter. Gracias al poder de Lemmy esta banda de rock progresivo tutelada por el escritor de ciencia ficción fantástica Michael Moorcock y por la bailarina desnudista Stacia, se convirtió en una máquina agresiva y politoxicómana. Lemmy recuerda de esta manera su paso por esta bizarra agrupación:

La gente esperaba que Hawkwind sea flower power… pero no éramos hippies: dábamos miedo.

Al resto de los Hawkwind les resultaba difícil trabajar con Lemmy porque tomaban drogas naturales y eso producía fricciones con las duras sustancias químicas de Lemmy, quien ponía en evidencia del esnobismo new age de sus compañeros.

Corría 1975 y durante la gira norteamericana de la banda, Lemmy fue detenido con un cargamento de anfetaminas en la frontera canadiense, siendo este el pretexto ideal para que los hippies de la banda lo despidan “por consumir las drogas equivocadas”. Según Lemmy, el verdadero motivo de su despido fueron los celos que sentían Dave Brock y Tim Blake, líderes de la banda, por el protagonismo ganado por Lemmy tras la canción ‘Silver Machine’, el mayor éxito de la banda, pero escrita y cantada por Lemmy.

Los hechos han demostrado que el despido de Lemmy de Hawkwind fue lo mejor que le pudo suceder a la historia del rock, pues gracias a ello surgió una verdadera máquina de guerra que rompería todos los paradigmas y tímpanos: Motörhead.

Armado con su bajo Rickenbacker y con el micrófono en alto, Lemmy convocó a Larry Wallis y Lucas Fox como guitarrista y baterista, pero en menos de un año fueron reemplazados por Eddie ‘Fast’ Clarke y Phil ‘Philthy Animal’ Taylor, respectivamente. Estos dos sujetos, tan montaraces como el propio Lemmy, constituirían la formación clásica de Motörhead, el trío más gamberro y potente de la historia del rock n’ roll. Con veintidós de estudio a su haber, Motörhead tenía la simpleza del punk y la oscuridad del heavy: borró las fronteras entre estos dos géneros tradicionalmente antagónicos.

Los amplificadores echando humo, monitores al tope, la inconfundible voz carrasposa y ruda de Lemmy desde un micrófono alto, su forma de empuñar el bajo como si fuera guitarra y construyendo frenéticos bloques de acordes, una batería salvaje y guitarras veloces marcaron toda la trayectoria de la banda, aunque en varias ocasiones salieron de su zona de confort para arriesgarse con blues de armónica y guitarras acústicas.

Resumir la larga lista de conflictos legales con casas discográficas (durante un juicio contra su productora Bronze Records, no lanzaron ningún disco) y con la policía de diversos países, o condensar esa montaña rusa de éxitos y fracasos comerciales que sufrió Motörhead implicaría un texto independiente, pero se deben destacar placas icónicas como ‘Overkill’, ‘Orgasmatron’, ‘Ace of Spades’, ‘Bomber’, ‘Motörized’ e ‘Inferno’.

En 1982, Clarke abandona la banda al negarse a tocar el cover de ‘Stand by your man’, original de Tammy Wynette. Entonces la banda reclutó al exintegrante de Thin Lizzy, Brian Robertson, quien duró menos de 2 años. Al mismo tiempo, Lemmy despidió a Taylor, cansado del bajo nivel que ‘Philthy Animal’ exhibía en las baquetas cada vez que estaba borracho, lo cual sucedía casi a diario.

Si bien Lemmy era un alcohólico y drogadicto irredento, siempre hizo gala de una “locura controlada” y las sustancias no mermaban su desempeño sobre los escenarios. Sentía especial pavor hacia la heroína, pues su primera novia murió de sobredosis de esta droga, y recomendaba públicamente al speed2 como alternativa saludable a la cocaína.

No quiero que nadie se drogue para imitarme. O que no lo hagan por mí. No quiero defender una forma de vida que ha matado a tantos amigos míos.

En 1984 ingresa como guitarrista el galés Phil Campbell y tras algunos bateristas de corta vida útil y un alocado regreso de ‘Philthy Animal’, Motörhead encontraría su alineación definitiva y más perdurable en 1993, cuando el sueco Mikkey Dee se adueñó de las baquetas. Ya consolidados como banda de culto, el trípode Kilmister / Campbell / Dee recorrió el mundo.

El último disco de Motörhead, Bad magic, publicado a mediados de 2015, contó con la colaboración de Brian May de Queen en las guitarras del tema ‘The Devil’ y un grandioso cover del clásico de los Rolling Stones ‘Sympathy for the Devil’. Un álbum sólido y furioso, en el que Lemmy y los suyos dejan en claro que dominando pocos acordes basta para crear una obra maestra, que —al igual que la mayoría de la discografía de la banda— está destinada a convertirse en un trabajo clásico.

Salvo en ‘Overnight Sensation’ (1996) y en el disco en vivo ‘No Sleep ’Til Hammersmith’ (1981), en todas las portadas está presente Snaggletooth, la desopilante mascota de la banda, monstruosa calavera de un híbrido de cerdo, gorila y perro, creado por el artista Joe Petagno, quien anteriormente se encargó del arte de Pink Floyd y Led Zeppelin, entre otros. Como si estos rasgos teratológicos no bastaran para infundir terror, Lemmy le pidió a Pentagno que agregara cascos y emblemas nazis a su engendro, el cual mutaba de expresión y diseño en cada nueva portada.

Entrevistador: Si tu vida fuera una película, ¿cómo quisieras que fuera el final?

Lemmy: Debería terminar con rayos y truenos, mientras yo desaparezco de la cima de una montaña dejando atrás una placa que dice: “Os he engañado”.

Lemmy se sabía una de las estrellas de rock más importantes de la historia, pero en la vida diaria no se comportaba como tal, sino como un gentil obrero de metal, cuero y sombrero de vaquero, siempre dispuesto a jugársela por bandas novatas e invitar los tragos a cualquiera con las monedas que ganaba en la máquina tragaperras de su bar favorito.

Mientras sus compañeros rockeros de generación envejecían en aviones privados, hoteles de lujo y acostándose con modelos 40 años menores, el buen Lemmy vivía solo en un mínimo y desordenado departamento cerca de Sunset Boulevard, en Los Ángeles, California. Aunque probablemente podría haber pagado por algo más amplio, su espíritu de barrio y la cercanía de su cantina favorita, el Rainbow Bar & Grill, hicieron que fuera feliz en su estrecha morada.

La única manera de ofuscar al amable gigante era cuando alguien le sugería que estaba muy viejo para seguir rockeando, ante lo cual respondía que solo él, Lemmy Kilmister, decidiría cuándo descansar. La realidad indicaba que desde 2013 los problemas de salud de Lemmy se acumulaban y lo fueron obligando a cancelar conciertos, algo inédito en la trayectoria de Motörhead, quienes ya en la tercera edad llegaron a tocar en escenarios con temperaturas de más de 60 grados centígrados con tal de no decepcionar a su público. Diabetes, hematomas y problemas cardiacos provocaron que Lemmy redujera su consumo de dos cajetillas de cigarrillos diarios a un paquete semanal y que cambiara su amado bourbon por vino, pero Lemmy no podía retirarse todavía: ante la baja venta de los discos de Motörhead no le quedaba más opción que salir de gira constantemente para solventar su modesto estilo de vida.

Lemmy siempre respetó la dedicación de sus seguidores más acérrimos, porque sabía que para ellos la música era un escape, porque no todos pueden ser estrellas de rock y algunos viven vidas de mierda en las que la música, o un mero gesto de reconocimiento por parte de sus ídolos, podían convertirse en un bálsamo.

Emilio de Gorgot, In memoriam: Lemmy, Jot Down Magazine

Gracias a esta actitud y a su poderosa influencia musical, diversos subgéneros del rock extremo consideran a Lemmy como su precursor y padrino, siendo el único músico por el que metaleros y punkeros deponen diferencias para rendir pleitesía y se unen para seguir sus “cinco mandamientos”: Marlboro, Jack Daniel’s, speed, strippers y rock n’ roll.

Inevitablemente, Lemmy Kilmister será recordado por sus excesos, pero lo que le granjeó el cariño de sus colegas y fans no fue su gargantuesca capacidad fiestera, sino su increíble humildad y su gigantesco aporte a la universalización del rock n’ roll.

El inevitable punto final llegó el 1 de septiembre de 2015, en Austin, Texas, cuando tras interpretar apenas tres canciones, Lemmy se dio cuenta de que ya no podía más y salió del escenario apoyado en un bastón, ante un público que aplaudió su retirada, consciente del esfuerzo ciclópeo que había realizado este obrero del rock durante más de 50 años de trayectoria musical. Los años de exceso cobraron con violencia la factura largamente postergada, pero el tenaz Lemmy dio unos pocos conciertos más. El último fue celebrado el 11 de diciembre en Berlín. Cumplió 70 años en la nochebuena, y dos días más tarde los médicos le diagnosticaron un cáncer fulminante, enfermedad que se demoró apenas otro par de días en llevarlo hacia la eternidad.

Piedra angular de la historia del rock n’ roll, en 2003 Lemmy publicó su autobiografía bajo el sugestivo título de White Line Fever. Se han rodado varios documentales en torno a su figura, siendo el más destacado Lemmy3, en el que se lo puede apreciar preparando patatas fritas, dando un paseo en tanque de guerra, y recordando la vez que intercambió novias con su hijo Paul, a quien definió como “su posesión más valiosa”.

Respetado por millones de fans, Lemmy ostenta el logro de haber creado “la banda más estruendosa del mundo”, título otorgado a Motörhead por el libro de los records Guinness y certificado desde las ciencias médicas, tal como consta en un parte médico del Hospital Universitario de Hannover, Alemania, de julio de 2014:

Nuestro paciente no tenía antecedentes de traumatismos craneoencefálicos por lo que suponemos que el headbanging con sus enérgicas fuerzas de aceleración y desaceleración hacia adelante y hacia atrás, llevaron a la rotura de las venas emisarias causando una hemorragia en el espacio subdural. La existencia de un quiste aracnóideo en mitad de la fosa craneal tiene que ser visto como un factor predisponente, significando que el cerebro es susceptible de sufrir una hemorragia en el espacio sudural. Este casi sirve para reafirmar la reputación de Motörhead como una de las bandas más hardcore del rock’ n’ roll de la tierra, por nada menos que su contagiosa velocidad y el tremendo potencial de que aquellos fans que hagan headbanging sufran una lesión cerebral.

En vida recibió múltiples homenajes, no solo dentro del mundo de la música, donde los más grandes exponentes del rock contemporáneo como Slash, Dave Grohl, Sepultura, Metallica y muchísimos más, hacían fila para compartir escenario con su ídolo, sino también en variopintos ámbitos, que van desde equipos de fútbol infantil que en su uniforme llevan a Snaggletooth, una línea de juguetes sexuales con el rostro de Lemmy, e incluso el fósil de un gusano marino bautizado en su honor como Kalloprion Kilmisteri4.

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Notas

1. “Lend me a quid till friday” (en español: “préstame una libra hasta el viernes”), era la frase favorita de Ian, pero dada su peculiar forma de vocalizar, “Lend me” sonaba a “Lemmy”.

2. Tipo de anfetamina.

3. Greg Olliver & Wes Orshoski, 2010.

4. Descubierto el 2006 en Gotland, Suecia, por Mats Erikson, paleontólogo y fan de Motörhead.

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