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El lenguaje y los emoticonos
No podemos negar que la tecnología cambia constantemente nuestra manera de comunicarnos. De hecho, nuestra percepción y nuestra experiencia determinan si estos cambios son para bien o para mal. Dentro de estas variaciones comunicativas se encuentran los emoticonos, esos símbolos gráficos que constituyen una forma de adaptación de nuestra lengua al medio en el que se expresan, en este caso el digital.
Estos símbolos, cuyo nombre viene del inglés emoticon (de emotion, emoción, y de icon, ícono) surgen con los chats y los correos electrónicos, como una manera de expresar aquellos gestos extralingüísticos que no son perceptibles a través del mundo virtual. Así, dos puntos, un guion y un paréntesis de cierre forman una cara feliz que indica que nos sentimos contentos o que aprobamos aquello que dice quien está al otro lado de la pantalla. Los emoticones intentan equipararse al tono de voz, a los gestos, a los silencios, etc.
Como todos los cambios que se han generado en nuestra manera de comunicarnos a partir del auge tecnológico, los emoticonos también han causado polémica, pues se los suele ver como un error y se los excluye del ámbito lingüístico. Sin embargo, creo que no podemos negar que este tipo de símbolos existen y sirven, en nuestro lenguaje coloquial, como una manera creativa de expresión. Los emoticonos, al igual que muchas otras manifestaciones propias de la era digital, forman parte de una comunicación coloquial y se encuentran al margen de la norma.
Estos tipos de manifestaciones, entre las que también se incluye el lenguaje de los SMS, no encontrarán un espacio dentro de la norma porque están fuera de ella. Es complicado, si no imposible, normativizar aquello que pertenece a un tipo de lenguaje tan espontáneo como el digital. No podemos tampoco negar que estas variaciones están ahí y forman parte de nuestras realidades. Estoy casi segura de que la mayoría de nosotros habremos usado un emoticono para comunicar nuestros estados de ánimo en un chat, y eso no nos convierte en monstruos que blasfeman contra la lengua. Obviamente, nuestras competencias lingüísticas nos darán pistas sobre cuándo recurrir a este tipo de lenguaje y cuándo no.
Al igual que los emoticonos hay otros tipos de símbolos simples que esconden mensajes complejos, como cuando escribimos tres puntos suspensivos o signos de interrogación en un chat. No son maneras erradas de comunicarnos, solo son usos distintos que debemos saber aplicar a los contextos adecuados sin abusar de ellos, porque también disponemos de un léxico variado que enriquece nuestra comunicación. Y, por supuesto, no debemos olvidar que, pese al aporte creativo de estos nuevos lenguajes gráficos, nada se iguala a una conversación cara a cara.