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Homenaje
Daniel Rabinovich: el conquistador del trabalenguas
Hay quienes dicen que Daniel Rabinovich tenía el mayor genio teatral del grupo musical y humorístico argentino Les Luthiers, conformada enteramente por músicos que desde sus orígenes solían presentarse en los espectáculos con instrumentos informales hechos con latas de conserva o tubos de laboratorio. El actor, fallecido el pasado 21 de agosto a los 71 años, tenía tal dominio sobre sus expresiones faciales que era capaz de hacer reír sin siquiera decir una palabra. Estaba igual de empoderado de sus palabras: cuando abría la boca, era capaz de hablar mal a la carrera, con líneas laberínticas en que en verdad parecía que se estaba equivocando. Se inventaba un trabalenguas como quien no quiere la cosa. Las cartas que leía el Chavo del Ocho tienen mucho que envidiarle a la velocidad y la destreza con las que se equivocaba a propósito este doble de Clouseau, el inspector de la Pantera Rosa.
El periodista argentino Pablo Sirvén, columnista de La Nación, escribió que “si Marcos Mundstock aporta como formal maestro de ceremonias y se apoya fuertemente en la palabra, Daniel podía convertirse en su preciso contrapunto gestual: su mirada, el manejo de las cejas, el vértigo de su boca. Habría triunfado, sin dudas, en el cine mudo. La caricatura de la ira, el desasosiego y la ignorancia disfrazada de precaria soberbia se dibujaban perfectamente con dos o tres trazos de su cara, casi como si fuese el personaje de un cómic”.
Rabinovich llevaba un tiempo con problemas del corazón. En 2012, sufrió un preinfarto en una gira por Montevideo. Durante más de dos años, le habían dicho que ya no podría volver al escenario; aguantó todo lo que pudo. Su última presentación fue en enero, luego de eso, el artista tuvo que dejar de trabajar el teatro y sus compañeros seguían con las presentaciones del espectáculo Viejos hazmerreíres con los artistas Tato Turano y Martin O’Connor como sus reemplazos.
"Si Marcos Mundstock se apoya en la palabra como formal maestro de ceremonias, Daniel podía convertirse en su preciso contrapunto gestual: su mirada, el manejo de las cejas, el vértigo de su boca. La caricatura de la ira, el desasosiego y la ignorancia disfrazada de precaria soberbia se dibujaban con dos o tres trazos de su cara, como si fuese el personaje de un comic”.
Marcos Mundstock, Jorge Maronna, Carlos López Puccio y Carlos Núñez Cortés, sus compañeros, llamaban ‘Neneco’ al más expresivo de todos. Los gestos, la voz y la capacidad de improvisación de Rabinovich hacían las delicias del público. En un obituario de diario El Mundo, el columnista español David Torres se refirió a él como “el más gamberro de todos, el más dichararero y díscolo, el percusionista Daniel Rabinovich, el hombre que convertía la lectura en voz alta en un deporte de riesgo, uno de los pocos tipos sobre el planeta a quien le sentaba bien el bigote”.
Monólogo inolvidable es el nombre de uno de los sketches inmortales de Les Luthiers, es un solo de Rabinovich en el que actúa como maestro de ceremonias, para leer un episodio de la vida de Johan Sebastian Mastropiero, el músico imaginario que se inventaron los miembros del grupo, el supuesto autor de todas las piezas que interpretan. Lo que sucede entonces es una sucesión de lecturas deficientes -como la de un niño que apenas está empezando a leer:
Todo empezó cuando un conocido crítico se resfrió... ¡Se refirió! a Mastropiero. Con esto, termino. ¡Con estos términos! (le falta el... arriba de la T... No tiene la diéresis).
Daniel Rabinovich
Guitarrista, percusionista y cantante folclórico, licenciado en Derecho y notario, Rabinovich nació el 18 de noviembre de 1943 en Buenos Aires. Hasta cumplir la mayoría de edad, vivió en un complejo residencial llamado Palacio de los Patos, donde conoció a un grupo de folcloristas que le permitían asistir a sus reuniones. Fue el primer contacto que tuvo con los instrumentos musicales. “Fue donde por primera vez escuché cantar a voces y tocar la guitarra”, cuenta en la página oficial de Les Luthiers, grupo del cual es uno de los miembros fundadores.
Conoció a Gerardo Masana (fallecido en 1973), Marcos Mundstock y Jorge Marona cuando los tres formaban parte del mismo coro universitario a fines de los sesenta, mientras Rabinovich estudiaba su carrera como notario, que nunca ejercería, salvo cuando Les Luthiers lo necesitaba. Alguna vez se refirió así a la fundación del grupo, en 1967: “Nos sentamos a hacer un espectáculo y tratamos de que nos salga lo más lindo posible. Convengamos que no es un humor trillado, es un humor inteligente, por decirlo de alguna manera. Lo que nos interesa es que la gente se muera de risa y sonrisa”.
Cuando Les Luthiers ponía sus obras en escena, Rabinovich aparecía en papeles de actuación y canto, aunque también tocaba la guitarra, la batería y el ‘latín’ o violín de lata, un instrumento formado por una enorme lata de conserva que había sido adaptado para tener la forma (y el sonido) del instrumento clásico. Otro de los instrumentos informales que dominaba era el bautizado como bass pipe a vara, instrumento de viento que resulta de mezclar una tuba con un trombón de varas. Además, tocaba otros instrumentos de percusión y teclados.
Aparte de su carrera musical, Rabinovich incursionó como actor de televisión y cine. Actuó junto a Mundstock en la película Mi primera boda, de Ariel Winogran. Además, escribió dos libros de relatos breves: Cuentos en serio, prologado por Joan Manuel Serrat, y El silencio del final.