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Autobiografía de un cuerpo: el desnudo frontal de Roxane Gay en hambre

Roxane Gay es también autora del libro Bad Feminist (Mala Feminista).
Roxane Gay es también autora del libro Bad Feminist (Mala Feminista).
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En mi vida de antes yo era muy joven y estaba muy protegida. No tenía ni idea de nada. No sabía que podía sufrir, ni la amplitud y alcance de lo que podía ser el sufrimiento. No sabía que podía dar voz a mi sufrimiento cuando sí sufrí. No sabía que había mejores formas de lidiar con mi sufrimiento. De todas las cosas que desearía haber sabido antes y que ahora sé, desearía haber sabido que podía hablar con mis padres y recibir ayuda, que podía recurrir a algo distinto de la comida. Desearía haber sabido que yo no tuve la culpa de que me violaran.

La mujer que escribió el párrafo anterior, la escritora y académica estadounidense Roxane Gay, fue violada por el chico del que estaba enamorada y sus amigos a los 12 años. Su vida, la vida que iba a tener de hija de inmigrantes haitianos acomodados y amorosos con sus hijos, se fue irreversiblemente al diablo el día en el que eso pasó: entre todos la inmovilizaron y fueron haciéndole a su cuerpo aún infantil cosas tan espantosas, tan abyectas, que la autora ni siquiera puede poner en palabras. Sin embargo, todos esos horrores, el turnarse de los muchachos para usarla como una muñeca plástica («era una cosa, carne y huesos de chica con los que divertirse», «creí que iba a romperme bajo el peso de esos chicos», «no es posible escapar de aquel dolor»), reaparecen en la forma del enorme sobrepeso que a día de hoy determina casi toda la vida de la autora.

Hambre es un libro sobre la obesidad mórbida de Roxane Gay y el porqué de ella. Hambre es un libro sobre un cuerpo «salvajemente indisciplinado» y las torturas internas y externas que significa habitar en él. Hambre es un libro sobre los daños tempranos y cómo adoptan formas monstruosas, voraces, incontrolables, a medida que vamos creciendo. Pero Hambre, también, es una forma de abrirle la puerta de esa cabaña abandonada a la niña Roxane y sacarla de ahí a tiempo. Una forma de salvación.

Estaba expuesta a una orgía de alimentos y me permití comer de todo. Disfrutaba comiendo todo lo que quisiera, cuando quisiera. Disfrutaba del vaho que salía al morder una patata frita y con el queso fundido caliente que se derramaba de una porción de pizza y con la dulzura fría y espesa de un batido helado. Ansiaba aquellos placeres y complacía mis deseos con tanta asiduidad como me era posible. Me tragaba mis secretos y hacía que mi cuerpo se expandiera y explotara (…) Construí una nítida frontera entre cualquiera que se atreviera a acercarse a mí y yo.

En lugar de contárselo a su familia, a quienes ella describe como sólidos y afectuosos («mis padres nos hacían sentir como si mis hermanos y yo fuésemos increíblemente interesantes»), la autora, avergonzada y llena de culpa, se refugia en la comida. Ha visto cómo los hombres miran a las mujeres cuyos cuerpos salen del canon: con repulsión, así que se blinda con su gordura. Quiere que su cuerpo sea un escudo contra la violencia sexual, pero el mecanismo de defensa se vuelve un castigo para la propia Roxane que cuenta con increíble sinceridad los problemas que tiene con un mundo construido con un modelo de cuerpo muy claro y muy delgado. Tanto como la narración de su violación, duele su vergüenza cuando le dan una silla demasiado enclenque y tiene que pasarse acuclillada dos horas para no romperla y caer al suelo frente al público o cuando alguien pide cambiarse de sitio en un avión a pesar de que ella siempre compra dos asientos.

Roxane Gay logra en su libro la absoluta humanización de las personas con dificultades de movilidad o de socialización por su extrema gordura, personas a las que la sociedad desprecia, aísla y juzga por dejarse ir así. Hambre es un tratado sobre la solidaridad, la empatía, el amor. El mundo no le ha dado tregua a esa niña violentada —como le está pasando a otra niña mientras usted lee esto— y Hambre es la forma que encuentra esa niña, esa mujer, de pedir un alto al fuego.

Violencia sobre violencia, Hambre trata de mostrar cómo la sociedad explota a la mujer hasta donde es posible: la zorra que es tan nada que se puede violar sin consecuencias, la gorda que es tan nada que te puedes reír de ella sin consecuencias. ¿Por qué existes gorda? ¿Por qué andas por ahí con ese cuerpo asqueroso que no me genera deseo de violarte? Estamos frente a un tratado sobre la cruel persecución (omnipresente, omnipotente) del mundo sobre las mujeres.

Existe una taxonomía para el cuerpo indisciplinado y con sobrepeso, (...) todavía más específica en el caso del cuerpo indisciplinado de la mujer. Como mujer gorda estoy íntimamente familiarizada con esa taxonomía porque es la lengua vernácula con la que demasiada gente habla sobre mi cuerpo (…). Entre la gente maleducada una mujer gorda puede ser una (…) bola de sebo, un monstruo, un tonel, una búfala, una ballena, un par de toneladas con las que divertirse y un montón de nombres más, pero no tengo corazón para compartirlos (…) Todos esos términos están diseñados para recordar a la gente gorda que nuestros cuerpos no son normales, son tan problemáticos que requieren denominaciones específicas. Esta disección, definición y denigración de nuestros cuerpos públicamente y sin piedad es un verdadero infierno.

Roxane Gay hace lo que muy poca gente con obesidad mórbida hace, y es desnudarse. Su libro es un desnudo frontal. El resultado es más hermoso de lo que se imagina porque al desnudarse, desnuda miedos, traumas, deseos que todas tenemos. Nos vemos en la narración de una mujer de 400 libras porque no es el peso de lo que habla al hablar del peso, sino de algo más profundo: el daño, la soledad, la incomprensión, las ganas de ser aceptadas, las máscaras que nos ponemos, una tras otra, para fingir que no somos lo que somos, que bajo lo que ve la gente hay otra persona, otra hermosísima persona, deseando amar.

Me niego mis propias pasiones. Las tengo, ¡vaya si las tengo!, pero no me atrevo a expresarlas porque cómo me voy a atrever a querer… ¿Cómo voy a atreverme a confesar mis deseos? Me niego muchísimas cosas y, aun así, es mucho el deseo que palpita bajo la superficie de mi cuerpo.

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