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Libros de destrucción masiva: el explosivo poder de la imprenta

Diagrama de William Powell para convertir una escopeta en un lanzagranadas.
Diagrama de William Powell para convertir una escopeta en un lanzagranadas.
El libro de cocina del anarquista
05 de mayo de 2018 - 00:00 - Jorge André Hernández

El libro es el medio primario para definir una sociedad. La historia del mundo se cuenta a partir de ellos; la constitución de un país se puede rastrear en sus libros; las religiones se basan en textos sagrados, como la Biblia o el Corán; y muchos de los desastres del mundo iniciaron con la impresión o la mala interpretación de uno de ellos. Los libros pueden mutar a armas de destrucción masiva y su receta ideológica ha ido variando en cada época.

Religión
La lectura de la Biblia llevó a miles de personas a la tortura y la muerte durante las cruzadas por la toma de la Tierra Santa en la Edad Media, impulsadas por diferentes papas entre los siglos XI y XIII. Similar rol desempeñó el libro sagrado en los procesos de la Santa Inquisición y la cacería de brujas en Europa que duró hasta la Edad Moderna.

En la actualidad, lo que más se parece al papel de la Biblia en las cruzadas es la interpretación que han hecho del Corán algunos grupos extremistas islámicos —como ISIS o Hezbolá— con la intención de justificar la aplicación del terrorismo para lograr sus objetivos. Los libros son capaces de mover multitudes.

Durante la Edad Moderna en Europa incluso se escribieron textos que amplificaban la histeria brujeril como el tratado Malleus maleficarum, un manual para el reconocimiento de hechicerías, publicado en 1487. En síntesis, tras su aparición, las cosas se salieron de control y 60.000 mujeres fueron quemadas por acusaciones de brujería. Esto se extendió hasta 1750, según el libro La caza de brujas en la Europa Moderna (1995), de Brian Levak. La sugestión puede llevar a masacres a gran escala.

Ideas radicales
Un libro que utilizó la sugestión y propagó el pensamiento de la lucha de clases a ámbitos globales fue el Manifiesto del Partido Comunista (1848), escrito por Karl Marx y Friedrich Engels. El texto fue el combustible para las fricciones que existían en Europa industrial en el siglo XIX y parte del XX. El documento fue la mecha para el estallido de la Revolución bolchevique y la Revolución comunista, y para la concepción de la Unión Soviética y la República Popular China, las dos mayores potencias del bloque rojo. El Manifiesto se convirtió en lectura obligatoria en un mundo polarizado entre capitalistas y comunistas: la Guerra Fría.

En la década de los sesenta, en la China comunista se publicó un texto que comenzaría una purga ideológica. Entre 1966 y 1976 ocurrió la Revolución Cultural de Mao Zedong, con el epicentro en El pequeño libro rojo (1965), una recopilación de sus discursos. La intención era aniquilar toda noción cultural de la China anterior, reeducar a la población y eliminar opositores. Este texto, al igual que el Manifiesto Comunista, impactó globalmente a diferentes personajes guerrilleros, como  Pol Pot, cabeza de los Jemeres Rojos en Camboya, o  Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso en Perú.

En el siglo XX se publicaron libros con cargas explosivas, que lograron motivar el genocidio y la destrucción. En 1925, Adolfo Hitler escribió Mein Kampf (Mi lucha) durante su estadía en la prisión, adonde lo condenaron a cinco años por intentar deponer al gobierno bávaro. Aunque sus ventas no fueron exitosas al inicio, ese libro se convirtió en la base del antisemitismo y la aniquilación de los judíos, y  en promotor de la superioridad de la raza aria y germana, y cada detalle del  Holocausto y la Segunda Guerra Mundial.

«La editorial del Partido Nazi imprimió millones de copias de la autobiografía política de Hitler, Mi lucha en ediciones especiales, incluyendo ediciones para recién casados y traducciones al sistema braille para personas ciegas», explica la enciclopedia del Museo del Holocausto de Estados Unidos, sobre su distribución.

Después de caducar la censura del libro en 2015, se convirtió en best seller en Alemania; mientras tanto, a inicios de 2018, escaló 200 puestos y se colocó en el séptimo de los más vendidos del portal Amazon Italia.

Instrucciones para destruir
En media Guerra Fría, unos textos definieron a las dictaduras militares que ocurrieron entre las décadas setenta  y ochenta en Latinoamérica y en el mundo. Los Manuales de Interrogación del Ejército de Estados Unidos y la CIA, o nombrados en los medios de comunicación estadounidenses como Los manuales de tortura —cuyo prototipo se remonta a 1949— fueron elaborados «para dirigir a los interrogadores de E.U.A. y que no abusen de los prisioneros», según la ONG Human Rights First.

En la aplicación sucedió todo lo contrario. Estos manuales fueron utilizados por organismos que van desde la policía secreta chilena DINA, durante el régimen de Augusto Pinochet, hasta el gobierno de la Junta Militar en Argentina, como los casos más destacados en América Latina. En 1963 se publicaron Interrogación en contrainteligencia KUBARK y Manual de capacitación sobre explotación de recursos humanos en 1983. Los manuales están desclasificados desde 2014.

En el siglo XXI, un texto se expuso tras repetidas masacres en Estados Unidos. El libro de cocina del anarquista fue escrito en 1971 por William Powell, un joven de 19 años «decepcionado de su gobierno», como explicó en el documental American Anarchist (2016). Para Powell, como dice en el largometraje, la intención de publicarlo fue para que la información de cómo hacer bombas y armas caseras, realizar contravigilancia y demás, no solo sea dominada por la policía y los Weathermen —grupo terrorista y subversivo—, sino que sea para todos. Un manual para democratizar las capacidades destructivas.

Powell reconoció su error en 2013 y pidió, a través de un correo electrónico a la cadena NBC, que El libro de cocina del anarquista dejase de imprimirse. Aun así, el libro se vende en Amazon tanto en físico como virtual. Este particular texto se ha relacionado con diferentes masacres en Estados Unidos, desde el tiroteo de Columbine en 1999 hasta el atentado de la maratón de Boston en 2013. Dos meses antes de estrenarse American Anarchist, Powell murió sin ver su libro fuera de las estanterías.  

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