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Joshua Pazos: la cotidianidad entre la fotografía y el dibujo

En Contrastes tejidos, entrelazaba sus fotos con imágenes publicitarias.
En Contrastes tejidos, entrelazaba sus fotos con imágenes publicitarias.
Foto: cortesía / Joshua Pazos
05 de mayo de 2018 - 00:00 - María Elisa Flores Proaño

Lo cotidiano, ese espacio en el que el ser humano construye sus hábitos, sus gustos, sus miradas... Ahí,  donde convivimos como parte de una sociedad, indaga Joshua Pazos a través de la fotografía y el dibujo.

Una vida llena de viajes entre Chicago y Ecuador le ha dado una perspectiva amplia sobre el mundo y el arte, y lo ha mantenido en constante reflexión sobre el desarrollo del individuo en la sociedad. Por motivos familiares viajó a Chicago cuando tenía 10 años, y de ahí en adelante, su vida ha sido un constante ir y venir de ciudad en ciudad.

Allá conoció el Instituto de Arte de Chicago, uno de los museos más importantes del mundo, donde también funciona una escuela de arte. Joshua recuerda que cuando era pequeño frecuentaba el lugar, atravesando el lago Michigan en su bicicleta para ver las obras de artistas como El Greco, Goya, Rubens, Picasso, Matisse, Monet y muchos más. 

Cuando tenía 5 años, su abuelo Julio Pazos, conocido escritor y docente ecuatoriano, le daba clases de apreciación de arte a él y a sus primos, además de motivarlos a leer. Esta etapa de su infancia fue decisiva para su inclinación artística.

Luego de una larga estancia en Chicago, regresó a Ecuador para terminar la secundaria. El cambio abrupto produjo en él inconformidad y descontento con la educación en el país, ya que estaba acostumbrado al modelo de educación norteamericana, que potenciaba sus habilidades y creatividad. El cambio de un colegio mixto y laico a uno religioso y masculino fue además un obstáculo para integrarse con sus compañeros.

A los 14 años, con el apoyo de su madre, empezó a tomar clases particulares de arte como actividad extracurricular para seguir aprendiendo las técnicas que había estudiado en la escuela en Chicago, que las incluía en el pénsum.

En 2010, al finalizar el colegio, ingresó a la carrera de Artes Visuales de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), con un interés particular en la fotografía digital. «La fotografía es una de las maneras vigentes para dar testimonios y relacionarnos con realidades desconocidas. Sin embargo se la emplea para maquillar a la sociedad. Además de poseer todos los recursos tecnológicos y la inmediatez de las fotografías como nunca antes, esperamos que la realidad se altere, se edite y se asemeje cada vez más a la estética artificial de la publicidad», dice.

Algo que le llamó mucho la atención en sus primeros años como estudiante de arte fue el reconocer que ni él ni sus compañeros tenían referentes locales de artistas contemporáneos ecuatorianos. «Los referentes siempre han sido extranjeros, existe escasez de información y bibliografía respecto al tema del arte contemporáneo y emergente en el Ecuador», dice. Luego de cuatro años de carrera y un proyecto de tesis, se graduó en 2015 e ingresó a la Maestría en Estudios de la Cultura con mención en Artes y Estudios Visuales en la Universidad Andina Simón Bolívar. Actualmente está desarrollando su tesis.

La fotografía

La fotografía es el arte de la luz, la pintura es el arte de la línea y el color. El fin es el mismo, pero el medio es totalmente distinto.

Henri Cartier-Bresson

Joshua cree que actualmente, sobre todo en Ecuador, no existe una verdadera apreciación y valoración de esta técnica. A partir de su propia experiencia, considera a la fotografía una actividad que requiere de constante autogestión para poder abrir espacios de exhibición y difusión. Durante sus vacaciones de verano en la universidad, regresaba a Chicago para tomar cursos de fotografía en el Lillstreet Art Center (un centro de artes de larga trayectoria). Ya en Quito, el artista recorre a diario las calles con su cámara réflex Canon en mano captando imágenes que para otros pasan desapercibidas, las imágenes de la cotidianidad que muchos ignoran. Actualmente trabaja con la fotografía callejera y la exploración urbana, con la intención de jugar con el público espectador e indagar en el proceso de circulación de estas fotografías. Lo cotidiano del ser humano, su rutina diaria y sus hábitos callejeros son el centro de su atención al momento de tomar una foto. Es muy metódico y organizado en el registro de sus fotografías; apenas llega a su taller, procede a descargar las imágenes, ordenarlas y codificarlas el mismo día.

Ahora desarrolla un proyecto fotográfico en casas abandonadas. Su interés se centra en la exploración urbana de estos espacios. Joshua considera que estos lugares muertos tienen una segunda vida y que dentro de ellos se generan otros espacios artísticos que involucran actividades como el grafiti y los murales. Su registro consiste en fotografiar las fachadas, el interior y algunos objetos encontrados al interior de estas viviendas, como latas de spray, colchones, botellas vacías, muebles, etc. De esta manera, pretende armar un relato que evidencie lo que sucede en estos sitios que parecen estar olvidados pero que tienen una segunda vida y que muchas veces son habitadas por residentes nocturnos.

Contrastes tejidos (2015)

Su primera exposición, Contrastes tejidos se presentó en el Container, un espacio del bar El Pobre Diablo, actualmente cerrado. Según Joshua, «la influencia política de cómo nos representamos tanto local como externamente ha construido los cimientos de cómo nos percibimos en la actualidad. Al satisfacer a públicos y consumidores románticos, la cotidianidad se disfraza para alcanzar esos estándares».

La idea fue tomar desapercibida a la ciudad y registrar a sus habitantes, rompiendo con los retratos posados o puestas en escena previamente armadas. El artista indaga en la ruptura entre lo cotidiano y lo que habita dentro de las representaciones idealizadas a través del entrelazado de una fotografía y un recorte de periódico. El trabajo consiste en imprimir la foto y empatarla con el papel recortado de la publicidad para irlo entrelazando. La interrogante del artista en este proceso fue: «¿Por qué las fotografías que consumimos en nuestro cotidiano no reflejan la realidad inmediata?».

Sueños entintados

Analizando sus dibujos de años anteriores, Joshua pensó que debía trabajar más en la línea para perfeccionar esta técnica. Decidió hacerlo a través del estudio de la anatomía humana y de ahí nació su interés en los huesos y su funcionamiento en el cuerpo. En esta investigación anatómica, el artista reflexiona sobre la frase latina memento mori (que significa recuerda que morirás) para su última producción, formada por una serie de dibujos de calaveras y esqueletos. «Para mí, regresar al dibujo y tener clara la forma es un trabajo mental que se proyecta sobre el papel» dice.

Este proyecto consiste en una serie de tintas sobre cartulina (hechas con plumas Lamy) que terminaría el 31 de diciembre de este año. El reto es realizar un dibujo por día durante un año, lo que significaría 365 dibujos al finalizar 2018. La iconografía del memento mori se representa con calaveras, naturalezas muertas o bodegones que nos recuerdan la fugacidad de la vida. Por esta razón, todos los dibujos tienen esta representación desde diferentes miradas.

Muchas de esas ilustraciones nacen a partir de una selfie del artista que es modificada al estado cadavérico en diferentes situaciones de su vida diaria. Él las ve como «radiografías análogas». Joshua retoma el tema de la cotidianidad, siempre presente en sus producciones artísticas para poder llegar a la gente con un sentido más profundo. Desea llegar a los espectadores, que la obra no hable por sí sola, que trascienda la imagen y pueda entablar un diálogo con su público. Como artista emergente, siente que hay una brecha entre ambos y que es responsabilidad del artista abrir canales de comunicación.

Andamio y el Hombre Araña

Para celebrar los 15 años de la carrera de artes visuales de la Facultad de Arquitectura y Artes de la PUCE, se realizó la muestra Andamio en el Centro Cultural Metropolitano, en mayo de 2012, que condensó los trabajos de alumnos, exalumnos y profesores. Para esta exposición, la consigna de su maestro fue crear un personaje que represente a un antihéroe. A partir de esa disposición, Joshua pensó en parodiar a un conocido personaje de ficción: Spiderman.

La idea surgió en un momento en el que se había viralizado una serie de contenidos visuales en redes sociales que ridiculizaban al conocido personaje de Marvel. Eran fotogramas sacados de The Amazing Spiderman, el show animado de la década de los sesenta, venían acompañados de frases cómicas, y se convirtieron en todo un meme. Inspirado en esto, Joshua decidió crear una especie de Hombre Araña criollo en un performance que lo muestre en situaciones cotidianas recurriendo al humor.

Para esto elaboró un traje a la medida para su personaje y con la ayuda de un amigo realizó una secuencia fotográfica que relataba un día de rutina de un ciudadano común con traje de araña. Un antihéroe que lleva una vida ordinaria; que va a trabajar temprano, que cocina, toma el bus, compra la lotería (por si acaso) y, como muchos ciudadanos comunes, ya entrada la noche se toma unas cervezas y algo más.

De este registro, que duró una semana, seleccionó doce fotografías que fueron mostradas en esta exposición a manera de cómic.

Joshua Pazos explica que, a mediano plazo, le interesaría involucrarse en el campo de la docencia, mientras que su producción artística estará centrada en la creación de murales callejeros, un espacio que le interesa abordar desde lo social y lo artístico con la idea de lo cotidiano, y cuestionándose sobre la función social que cumple hoy el arte.  

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