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El Telégrafo
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Excelsior es una palabra realmente relevante

Excelsior es una palabra realmente relevante
03 de marzo de 2013 - 00:00

patrick acaba de dejar el hospital psiquiátrico de Baltimore en donde estaba recluido por órdenes de la corte, regresa a vivir con sus padres, a pesar de que los doctores no están de acuerdo con darle de alta, y debe mantener cierto número de horas de terapia, tomar sus medicamentos y respetar a su oficial de libertad condicional, quien verificará que no tenga nuevos incidentes y que respete la orden de restricción que le impide acercarse a su aún esposa Nikki. Esa es la simple y llana historia de la película “Silver Linings Playbook”, de David O. Russell, que viene con una condición, Pat, como lo llaman sus amigos y familiares e interpretado por Bradley Cooper, mantiene un estricto régimen de ejercicio, controla su bipolarismo evitando en lo posible las medicinas que lo hacen sentir ido y lee todos los libros del currículo de su esposa profesora de literatura para  en algún momento regresar a su matrimonio como si nada hubiera pasado y demostrando que él está bien.

A la par son sus amigos y familiares los que están mal, su padre Pat Sr. (Robert De Niro) es obsesivo, compulsivo y supersticioso, además de estar vetado de entrar al estadio del equipo de fútbol americano local por haber tenido varios incidentes violentos en el sitio; su amigo Ronnie (John Ortiz) está asfixiado en su propio matrimonio con Verónica (Julia Stiles) satisfaciendo cada uno de sus caprichos y preocupándose por el bienestar de su recién nacida hija sin compartir el estrés que le genera ser el proveedor de toda esa buena vida moderna que llevan, Verónica controla a su antojo a Ronnie y obtiene siempre lo que quiere, además de poner a prueba las funcionalidades sociales de Pat y la hermana de ella, Tiffany; y Dolores (Jacki Weaver) es la madre de Pat que espera que esté bien, arregla sus encuentros casuales con Tiffany cuando ambos salen a correr, pero teme las reacciones violentas de Pat.

Nada sería de “Silver Linings Playbook” sin su peculiar colección de personajes secundarios, a tono con un subyacente estilo cómico que O. Russell siempre deja en sus películas, aunque sean de un género cinematográfico enteramente opuesto a la comedia: Danny (Chris Tucker), el amigo incondicional de Pat y el único con el que tiene conexión tanto dentro del hospital psiquiátrico como en el mundo exterior; su psiquiatra, el Dr. Cliff Patel (Anupam Kher), quien busca que la canción que desató el incidente que llevó a Pat al psiquiátrico ya no tenga efecto en él; Jake (Shea Whigham), el hermano de Pat que piensa que su hermano resiente su éxito y racha ganadora; el oficial Keogh (Dash Mihok), quien supervigila y reporta cualquier incidente que Pat pudiera tener y que lo llevaría de vuelta al psiquiátrico de Baltimore; y Randy (Paul Herman), compañero de Pat Sr. Para ver los juegos de los Eagles de Philadelphia aunque él es aficionado de los Dallas Cowboys y quien motiva el clímax de “Silver Linings Playbook” con una “amistosa” doble apuesta con Pat Sr. Cada uno es una locura aparte y dota al filme de O. Russell de una textura muy agradable al espectador, a pesar de ser una historia de locos. Sin  embargo, a todos, incluido Pat, los opaca la presencia de Tiffany (Jennifer Lawrence), una chica misteriosa con problemas propios. Ella desborda en la pantalla no solo por la juventud y belleza de la actriz que la interpreta, sino por la naturaleza de su personalidad autodestructiva, disfuncional y omnisciente de lo que pasa a su alrededor y cómo darle solución a pequeños problemas como los de Pat.

Jennifer Lawrence es el condimento perfecto para un pequeño filme que podía ser no solo el gran ganador de los premios Independent Spirit 2013, sino uno de los relevantes nominados a los Oscar 2013. En los últimos años han sido varios los esfuerzos audiovisuales que han logrado una calidad interesante en lo artístico, lo que los ha hecho favoritos de las audiencias cinéfilas del mundo, pero no del gran público de las multisalas ni de las academias cinematográficas del planeta, entre ellos “Flirting with Disaster” (1996) y “I Heart Huckabees” (2004) también dirigidos por O. Russell, “Barney’s Version” (2010), protagonizada por el reconocido actor de carácter Paul Giamatti y “We Need to Talk About Kevin”(2011) con el versátil John C. Reilly en su reparto principal. Algunos críticos dirán que ya es tradición del Oscar acoger entre sus principales nominados a estos desconocidos, bien realizados y peculiares filmes como fue el caso con “Winter’s Bone”, “The Hurt Locker”, “The Artist”, “No Country for Old Men”, “There Will be Blood”, “The Wrestler”, en un largo etcétera sin considerar que esa tendencia “benévola” del Oscar empezó con el de 1995 celebrado en 1996 cuando entre los principales contendores estuvo “Babe” y el gran triunfador fue “Brave Heart”, lo que abrió las puertas para que en 1997 barriera “The English Patient”.  “Silver Linings Playbook”, basado en una novela de Matthew Quick, ha tenido las mismas oportunidades que cualquiera de las películas aquí mencionadas.

¿Será que su calidad viene de las 25 reescrituras de su guión  o de haber sido un proyecto que originalmente dirigiría Sidney Pollack con Anthony Minghella como productor que tuvo que archivarse ya en preproducción ante la muerte de esos dos grandes cineastas? O. Russell no se amilanó por las palabras de Pollack, quien le dijo que era engañoso tener mezclados contenidos emocionales, problemáticos, graciosos y románticos, y dirigió la película, saliendo airoso de este conflicto. Al igual que Pat Jr., O. Russell encontró los llamados  “silver linings” (entiéndase como mejores momentos y de mayor autorrealización y felicidad personal) para sacar adelante el filme. Su roca, que ya ha aceptado protagonizar al menos dos de las próximas películas que dirija, es Jennifer Lawrence, la protagonista femenina de “Silver Linings Playbook”, que con solo sonreír cambia todo el panorama de lo que sucede en pantalla.

“Excelsior” es la palabra a la que Pat recurre para recogerse en su lugar feliz al enfrentar las tribulaciones de la vida cotidiana y bipolarismo, pero como también lo descubre Tiffany es la palabra principal en el escudo del Estado de Nueva York. Esto es negativo, ya que Pat Sr. cree que los Eagles de Philadelphia ganarían el gran partido contra los Jets de Nueva York, en el que había apostado fuertemente contra Randy, si sus dos hijos estaban en el estadio mientras él sostenía su pañuelo con el logo del equipo y veía el partido en casa, además de que creía que el que Pat pasara poco tiempo con él y demasiado con Tiffany estaba afectando la suerte de los Eagles. Por supuesto, Tiffany hizo notar que cada vez que Pat estaba con ella los Eagles habían ganado sus juegos. Allí la inspiración para que Pat Sr. haga la última apuesta con Randy, los Eagles debían derrotar a los Cowboys y Tiffany y Pat debían promediar al menos 5 puntos en su participación en un concurso de baile en el que ella participaría como parte de su propia terapia.

Tiffany solo viste de negro y es la joven viuda del policía Tommy con quien estuvo casada tres años, pero al morir su esposo desató su lado salvaje y empezó a tener relaciones sexuales con todos los de su oficina y prácticamente con cualquiera que se lo pidiese. Por ello vive en un anexo en la parte posterior de la casa de  sus padres donde tiene acondicionado un pequeño estudio de baile, ya que practicar ese arte es su terapia.

Es, además, capaz de resumir acertadamente la trama de “El señor de las moscas”, uno de los libros del syllabus de Nikki, para Pat y de ofrecerse a ayudarlo a hacerle llegar una carta a Nikki en la que revela que ya está normal y está atacando dos de los puntos que ella siempre quiso cambiar de él, su peso y los cambios de humor causados por su bipolarismo.

A cambio de esa importante ayuda con la reconstrucción de su matrimonio, Pat debe ayudarla a ella a participar en el concurso de baile y ensayar con ella para dicho evento. A Pat Sr. No le agrada la relación con Tiffany, pero tácitamente, a diferencia de Pat que lo hace verbalmente, reconoce que el proyecto con Tiffany está dándole disciplina y un centro a su hijo. La vida de todos los personajes se revuelve cuando Tiffany aparece en escena para agitarlo todo, sea para bien o para mal.

Los cambios de vida son un tema recurrente en el cine mundial. Aunque en el caso de “Silver Linings Playbook”, sin que uno sea o viva o esté de visita en Nueva York, al terminar de verla da ganas de exclamar a viva voz “excelsior”. La comicidad solapada es la que le da  al filme su mejor cara, además de la edición de Jay Cassidy y Crispin Struthers.

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