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El conuco de Benny Moré

El conuco de Benny Moré
24 de febrero de 2013 - 00:00

En estos días de conmemoraciones dedicadas al Rey de la música cubana, Benny Moré, estuve de visita en su “chocita” en la calle A, donde concibió el conuco (pequeña parcela de tierra) de La Cumbre, en la zona del Caballo Blanco, ubicado en el habanero municipio de San Miguel del Padrón.

Conocí su conuco a través de un kinescopio de la televisión, en el que se ve a Benny cortando una mata de plátano y dando de comer a los cerdos y gallinas, uno de sus entretenimientos para desconectarse de las tensiones que le ocasionaban las presentaciones y grabaciones de discos.

Pero ahora, a mi llegada al lugar, quedé un poco recogido, impresionado, en total reverencia ante la residencia del rey de la música cubana. Durante la visita me atendió con mucho interés su hija Regla, quien explicó que la casa de dos pisos entró a refabricarse.

En 1957 comenzó a buscar un terreno para edificar su casa y mandó a construirla a su manera. No tenía un gran patio, pero compró y amplió el terreno de atrás para criar sus animales y mantener matas de plátanos y frutos menores, recordó su descendiente.

La casa está bastante cuidada, atendida con esmero. Cuenta, además, con excelentes fotos regaladas por José Luis Sánchez, director de la película El Benny.
A la entrada, en la pared, una tarja recuerda: “Aquí vivió el sonero Benny Moré, sangre y espejo de nuestra condición mestiza, homenaje de Cuba. Fundación de Cultura Afro-hispanoamericana, Sevilla, La Habana, 1998”.

En una ocasión, su esposa, la bailarina Norayda Rodríguez, contó al periodista Félix Contreras que “Benny era un tipo especial. Me acuerdo de lo que le gustaba comer: pato en salsa que  criaba en el patio de su casa y ajiaco que otras veces le hacía mi papá. Tomaba refrescos de tamarindo, que es lo que más le gustaba. ¡Ah!  y el rabo de buey “encendío”, con salsa de tomate y pimienta. Le gustaba también comerse sus langostas, “uh”.

Norayda resaltó lo simpático que solía ser el Benny. “Llevaba a sus hijos al patio de la casa donde él criaba animales, cerdos, gallinas, patos, y les decía, señalando a los puercos: mira ese eres tú, el otro cochinito es tu hermanito, aquel otro puerquito es Celia Cruz, este es Celeste Mendoza, aquel Juana Bacallao y este Rolando Laserie. “Le gustaba ponerle a los puercos nombres de los artistas amigos suyos, que él quería. También era un buen narrador de cuentos africanos. Les hacía cuentos a sus amigos mientras permanecía en cuclillas, como los guajiros del campo”.

La esposa del Benny aseguró que el cantante no podía estar solo. “Me decía, haz el almuerzo y si no vengo, bótalo y me haces otra comida, no me recalientes comida vieja. Y se aparecía siempre con un montón de amigos. En la mesa nunca comíamos nosotros dos solos, siempre la casa estaba llena. Eso de haberle visto la cara al hambre, de haber pasado tanta hambre, lo hizo ser muy generoso”.

El panameño J. Plinio Cogley Quintero -fallecido-, escribió un libro llamado Así era Benny Moré, donde esboza la relación entre el “bárbaro del ritmo” y el “Mono” Pérez panameño, quien atendió al cantante cubano durante sus visitas a Panamá.

El “Mono” reveló que “una vez, estando en La Habana hospedado en el hotel Sevilla Biltmore, el Benny me fue a buscar al hotel para llevarme a su casa a cenar. Al llegar la esposa nos sirvió. Comí hasta hartarme, porque, sinceramente, estaba muy sabrosa. Creí justo darle las gracias a ella, y a la vez felicitarla por lo bien que cocinaba. El Benny, con expresión autoritaria me dijo que quien había hecho la comida era él y no su esposa. Ella confirmó lo dicho por el Benny”.

Durante mi reciente visita al conuco del hijo pródigo de Santa Isabel de las Lajas, pequeño pueblo enclavado en el centro sur de Cuba, Regla me contó que su padre, en su última etapa, dormía poco y comía de madrugada. Muchas veces cocinaba para las visitas, pero apenas se servía. “Papá cocinaba en el patio, freía masas de cerdo y viandas, aquello era comelatas tras comelatas”.

Mientras conversaba con la hija del intérprete de populares temas, por momentos me pareció ver al Benny acostado, sin camisa, en el piso, dictando sus arreglos musicales al pianista Cabrerita.

La muerte del Bárbaro del Ritmo
El Benny falleció el 19 de febrero de 1963, en el pueblo de Palmira, en su natal Cienfuegos, a causa de una dolencia hepática que le persiguió desde el tiempo en que residió en México, en 1945. Su última presentación la tuvo que hacer después de haber vomitado mucha sangre.

Cantó como si supiera que sería la última ocasión, realizando una verdadera proeza ante su pueblo. Ya en la madrugada del 17, con la falta de aire y vómitos de sangre, debieron llevarlo, a toda carrera, a La Habana.

Al amanecer del lunes 18 se agravó su estado de salud y lo ingresaron en el entonces Hospital Emergencia, donde se apersonó el doctor José Ramón Machado Ventura -entonces ministro de Salud Pública y hoy primer vicepresidente de Cuba- junto con varios galenos extranjeros delegados al I Congreso Médico Internacional, que por esos días se llevaba a cabo en la isla.

Tras esta inesperada junta médica, el cantor entró en un estado de coma, debido a serias complicaciones pulmonares y renales, que le provocaron la muerte el martes 19 de febrero, a las 9 y 15 de la noche. Tres horas después, el cuerpo de Benny fue velado en el Sindicato de Trabajadores de Artes y Espectáculos. Allí, lo acompañaron familiares, amigos y todo el pueblo.

Posteriormente, fue trasladado a su natal Santa Isabel de las Lajas, donde su féretro fue expuesto en el Círculo Social Antonio Guiteras. Allí, le rindieron tributo importantes personalidades políticas del país, como el desaparecido comandante de la Revolución, Juan Almeida Bosque, quien también dejó su huella en el pentagrama cubano.

La caravana mortuoria era escoltada, a paso lento, por la Banda del Ejército Rebelde. Benny fue llevado en hombros hasta el Casino de los Congos, donde tocaron el tambor, mientras un coro de mujeres cantaba una marcha fúnebre.

Todos los comercios del pueblo, en manifestación de duelo, cerraron a las cuatro de la tarde. En el cementerio “Lajas, su rincón querido”, como esboza la estrofa de una de sus canciones más populares, fue enterrado “el Rey”, rodeado de árboles y al pie de unas palmas cana.

Con la muerte de Benny culmina una era musical. Al respecto, el cantante de la orquesta Aragón, Pepe Olmo, dijo en una ocasión: “Después del Benny, vino otra cosa”. Mientras que el vocalista Tito Gómez aseguró que “Benny nos representó a todos nosotros, hacía por cien cantantes, ponía en la radio y las victrolas los hit que quería, lo hacía todo y lo hacía muy bien”.

Bola de Nieve declaró: “Hemos perdido al más grande artista popular que ha dado Cuba en todos los tiempos”. Miguelito Cuní: “El cantante más polifacético que ha tenido Cuba y lo demostraba interpretando la canción y dirigiendo al mismo tiempo”.

Pero la visión más completa la ofreció el poeta nacional de Cuba Nicolás Guillén: “Los dioses mueren jóvenes, no se van, su arte nos comunica con la fuente en que bebieron. Cuba ha llorado con lágrimas que mojan, su voz suena como nunca, sin parar, ni apagarse en el aire nuestro de cada día”. (PL)

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