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Cuerda múltiple la emoción: Poetas de la emoción [20 Poetas ecuatorianos vivos]

Cuerda múltiple la emoción: Poetas de la emoción [20 Poetas ecuatorianos vivos]
10 de marzo de 2013 - 00:00

La emoción es instrumento de una sola cuerda. Cuando se pulsa esa cuerda, se puede ver, oír y sentir la vibración y las ondas sonoras que se marcan en el aire como múltiples cuerdas tenues que se reproducen y son variantes inevitablemente de la cuerda original.

“La emoción poética es una actitud no sólo del que escribe sino de su interlocutor: del público, del lector.”, nos señala el poeta Xavier Oquendo, diferenciando así la descripción que da el diccionario y adecuando su concepto particular para entrar a la lectura de la antología Poetas de la emoción.

¿De qué manera entra el público lector a una antología de poetas vivos? ¿Cuántas formas infinitas existen para abrir una antología? Personalmente creo que el lector tiene la mágica y grata obligación de comenzar su lectura con los ojos bien desnudos y la actitud relajada; sin ningún tipo de prejuicio ni mala fe.

Es inevitable notar que actualmente se publica un número tal vez exagerado de antologías de poesía. Pero creo, hasta cierto punto, que este fenómeno es necesario de acuerdo a la explosión demográfica humana y poética que vivimos. Es la primera vez en la historia de la poesía que existe un número indefinido y creciente de poetas en todo el mundo. Y por supuesto los lectores de poesía crecen junto con esta explosión de fertilidad poética.

Ecuador no queda excluido de este prolífico y sano crecimiento. En un año fueron publicadas más o menos cinco antologías de poetas ecuatorianos. Con diferentes temas, abarcando distintas generaciones, seleccionando poetas de varios lugares del Ecuador y con poemas tan variados como el clima. Un mar universal toca a nuestras ventanas poéticas. Aquí el lector de poesía se verá beneficiado no sólo porque las antologías simplifican el trabajo de búsqueda, sino porque es tal el número de poetas que dan para escoger, que uno puede regocijarse libremente en la empatía con uno o varios de ellos. En muchos sentidos uno agradece que existan tantas antologías y que todas sean tan diversas entre sí.

En el caso de Poetas de la emoción (20 Poetas ecuatorianos vivos) tenemos que girar alrededor de la “Emoción”, tema y título de doble filo pero bien sustentado por el poeta lojano Carlos Eduardo Jaramillo: “Siempre me he considerado un poeta “de sangre”, “emocional”, no intelectual, como decía García Márquez”.

El prólogo que escribe el poeta Xavier Oquendo puede considerarse como un poema en prosa para abrir el libro. Me imagino que Oquendo no se lo propuso de esa forma, pero pocos prólogos tienen la intensidad literaria y están tan bien equilibrados en contenido y presentación y además con un lenguaje poético. La emoción se desarrolla en el texto de tal forma que no cabe ninguna duda de que estamos entrando a un paisaje alterno dentro de la poesía ecuatoriana. Un paisaje completamente emocional. Las preguntas y respuestas que plantea Oquendo no tienen ningún desperdicio.

Y considero que son preguntas que todo poeta -no sólo el poeta de la emoción- se tendría que plantear en algún momento de su propia creación y comparar respuestas con el texto de Oquendo. Dialogar con preguntas y respuestas es lo que a todo lector de poesía le convendría practicar.

Las antologías de poetas son como todo buen libro: un amigo con el que comenzamos un diálogo, y en algún momento de ese diálogo se tendrían que limar cuestiones y llegar a ciertos acuerdos sobre las respuestas. “¿Habrá una suerte de poeta onanista frente a su propio trabajo y discurso individual? ¿Será tiempo del aparecimiento del lector lingüista y la desaparición del lector común? ¡Nunca! ¡Nunca! No hay que permitirlo.” El poeta Oquendo nos invita a su discernimiento como una simplificación de poética personal o poética de la emoción con el que podemos estar de acuerdo o no, pero sobre el cual, en este preciso instante de la poesía ecuatoriana, es necesario cuestionarse.

Así se desarrollan, a lo largo de las siguientes páginas del prólogo, dos partes más: Una pequeña historia de nuestra poesía en donde el poeta hace un periplo histórico de la poesía ecuatoriana que en verdad es muy completo y necesario tanto para los que recién comenzamos a conocer la tradición de los poetas ecuatorianos como para los ya conocedores de esta tradición, pues no sólo serviría para cotejar datos, nombres y fechas bibliográficas, sino también para vernos retratados en los propios poetas; ser parte de su biografía y tiempos. Y la última parte del prólogo, subdividida a su vez en cinco partes: Los poetas escogidos y su «emoción», en donde se nos explica por qué se seleccionó a estos 20 autores y simplifica de una forma coloquial y amena las poéticas de cada uno de ellos.

¿Quiénes son los llamados Poetas de la emoción? Manuel Zavala Ruiz, Carlos Eduardo Jaramillo, Euler Granda, Fernando Cazón Vera, Antonio Preciado, Ana María Iza, Victoria Tovar, Iván Oñate, Sara Vanegas, Catalina Sojos, Jennie Carrasco Molina, Carmen Váscones, María Fernanda Espinosa, Pedro Gil, Freddy Peñafiel, Ana Cecilia Blum, Marialuz Albuja Bayas, Julia Erazo Delgado, Xavier Oquendo Troncoso y Corina Dávalos. Poetas nacidos entre 1928 y 1977. Más o menos sesenta años de vida poética entre todas las generaciones de la antología. Poetas que han crecido con las lecturas de los clásicos griegos y latinos, con el siglo de oro de la poesía española, el romanticismo, simbolismo, el modernismo, las vanguardias y toda la tradición de la poesía latinoamericana y mundial. Todos los poetas de la emoción han probado que el manejo de los versos y su construcción es vida ya para cada uno de ellos.

Desde los versos clásicos en octavas de endecasílabos en rima consonante, pasando por la rebeldía en el verso libre de rimas y con temas filosóficos y existenciales; contestatarios y epigramáticos siguiendo la tradición de la antipoesía y ejercitando la poesía erótica como una especie de ruptura y reflexión. Poesía con tintes cotidianos y coloquiales que no niegan la profundidad de la naturaleza humana y que además la comparten. En algunos versos el discurso poético podría verse costumbrista o naturalista pero lo salva la buena construcción de los versos. Y el hecho de que algunos de los poetas antologados sean parte de una generación finisecular, abre la espectativa no sólo de disfrutar de la lectura sino de comparar estéticas generacionales. Todos los conceptos anteriores se encuentran señalados en el prólogo y hago esta enumeración con el doble propósito de presentar y de evaluar si lo señalado de esa forma se cumple en los poetas seleccionados.

En mi caso, la ventaja de ser un lector, digamos inocente y primerizo con respecto a la poesía ecuatoriana, es que no tengo ningún tipo de fobia o predisposición, ningún tipo de prejuicio ni mala información sobre ella. De hecho esa duda del por qué la poesía ecuatoriana no es tan conocida ni leída fuera de Ecuador es algo que uno se plantea después de conocer a poetas con tan buena construcción poética. Y esa es otra de las ventajas de que existan antologías como esta, que además es publicada por Ediciones de La Isla de Sitolá en Sevilla, España, con unos acabados de la edición que resultan un dulce para los sentidos: es un libro que se disfruta desde que se palpa hasta que se lee completo. Esta edición española es una respuesta a mi duda y es una nueva aventura para compartir poetas ecuatorianos fuera de Ecuador.

Pero volviendo al tema de si se cumple lo anunciado de cada poeta en el prólogo, yo creo que sí. Uno comienza a decir, a murmurar con la mirada, los versos de cada uno de los poetas y uno termina cediendo en positivo por la maravilla que se devela. Es como aquel cazador que sale por una presa menor y se enfrenta con la caza mayor y con esa sorpresa se tiene uno que enfrentar y maravillar.
Habrá, como siempre, versos, poemas y poetas que le hablen más a uno en determinado momento del libro y de la vida. Esa es una de las mágicas formas de la poesía. Que el poema leído nunca será dos veces el mismo y que de esa multiplicidad nos encontramos nuevamente con la única cuerda de la emoción. Al ser leído el poema, se pulsará la emoción y habrá en ese preciso segundo un verso que se presente ante nuestra lectura como un pequeño sol que ilumine nuestro rostro y nos hará reír, estar de acuerdo, negar o hasta llorar con esas palabras.

Los poetas de la emoción cumplen cabalmente ese sino y nos lo demuestran verso tras verso. Podremos o no estar de acuerdo con la selección de los 20 poetas ecuatorianos vivos, curiosa característica que crea suspicacia y riesgo, pues al estar vivo el poeta, significa que su obra aún se está creando y ese “aún” conlleva todos los peligros que la propia poesía propone al poeta. En este caso los 20 poetas deciden aceptar el reto y salir con su obra y su propuesta estética para no sólo ser contemplados como un puñado de poetas que se lanzan al mar infinito de la poesía, sino poetas que requieren respuestas y preguntas. Poetas con el trabajo de la emoción en la sangre que buscan ser leídos, comentados, criticados y atendidos por los lectores comunes, los de todos los días, los de todas las horas que se vean reflejados, retratados o evocados.

Y comenzar el juego del azar y abrir las páginas del libro y encontrar versos que llevan nombre y que también llevan cuerpo y rostro como: “Me diste para el breve desentierro / la llorona guitarra enamorada, (...)”, “(...) y me tiraba de cabeza en el silencio (...)”, “El pájaro se puso la máscara, / la máscara se puso al pájaro, (...)”, “Adiós, / voy a estrechar la mano / de mi vieja tristeza.”, “Un melancólico animal / inepto para la dicha.”, “(...) recobra los párpados de los que no quieren ver (...)”, “(...) los lugares que no te conocieron te reclaman (...)”, “Que los solos / tienen siempre una medida estándar.”

Y así abrir y leer el poema completo después de que el azar nos enganchara al pulsar la única cuerda de la emoción para volver al poema, a la página y ver el rostro en palabras del poeta que escribió esos versos y acompañarlo con nuestra propia emoción despierta y lúdica, motivada y seducida por los versos que nos dan carne, piel, luz y personalidad.

Queda el ejercicio de hacer una lectura comparada con las otras antologías publicadas recientemente en Ecuador y realizar nuestro pequeño canon personal de poetas ecuatorianos, canon que siempre existirá ya sea de forma consciente o inconsciente. Considero en este punto que es de enorme importancia la crítica siempre sana y despierta para obligar a nuestros espíritus (a veces egoístas) a darnos la oportunidad de ampliar nuestros propios límites.

Si en algún momento el título Poetas de la emoción puede causar cierta desconfianza por la acepción popular que el significado del sustantivo conlleva, después de la lectura del libro puedo decir que no debe existir tal temor: quienes abran este libro se llevarán -como yo mismo- una grata sorpresa al encontrar 20 maneras distintas de transmitir emoción y emocionalidad, y cómo ello se aparta del efectismo que solemos encontrar en cuanto a “emotivo” se refiere; 20 autores ecuatorianos vivos y escribiendo, creando, sonriendo y soñando para el bien de nuestros gustosos lectores y para el bien de la poesía mundial.   

Pulsar sin miedo la cuerda de la emoción es vibrar con las ondas cósmicas que guarda el poema.

Pulsar la cuerda de la emoción es abrir la antología y desdoblar el universo de posibilidades vivenciales al que nos invita.

Pulsar la cuerda de los Poetas de la emoción es compartir el infinito de experiencias que cada uno de los poetas nos ofrece.

Y si se está construyendo una nueva estética dentro de la poesía es mejor estar atentos a lo que se construye con emoción que quedarse fuera rumiando ignorancia y resentimiento.

Poetas de la emoción (20 Poetas ecuatorianos vivos): seguramente después de la lectura serás parte vivencial de cada uno de ellos.

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