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El Telégrafo

Máquina de dulzura

30 de junio de 2011 - 00:00

No hagamos un acertijo de este título, la máquina de la dulzura es única, aunque no es propiamente una máquina, es un pequeño animal que todos conocemos y al final si Ud. no lo adivina, daremos su nombre. Se trata de un prodigio de la creación divina, que si se quisiera construir una máquina parecida que produzca miel, se necesitaría de lo siguiente: Un reloj interno, un sensor para la luz polarizada, un instumento para constatar la verticalidad, un indicador de la velocidad y la dirección del viento, una computadora para medir el ángulo del sol; también se necesita de un indicador de la velocidad en el aire y en la tierra, uno para los cálculos trigonométricos, un instrumento de navegación. También se necesitará otra computadora sensible para el olor, seleccionar los mismos; se agregaría instrumentos meteorológicos de suma precisión con una procesadora de datos suministrados por los complicados equipos y convertirlos en información útil, básica para la localización de las flores y hacer juicios respecto a la calidad del néctar. 

Todo el complicado mecanismo se necesita, además de calcular el número de flores en un lugar determinado para ir a la colmena e informar al resto de máquinas parecidas para que tengan la ubicación precisa, la instancia, la calidad y cantidad de néctar de las flores encontradas, para almacenarlas en el panal y transformarlas en la dulce miel.

Lo curioso es que esa complicada y sofisticada máquina además de voladora debe ser el tamaño de apenas media pulgada de largo. Por otra parte no se debe olvidar que también en esa media pulgada se debe incluir el motor y el combustible que movilice esa pequeña maquinita. También se necesitaría un tren de aterrizaje y un compartimiento para transportar el néctar y el polen recogido de las flores, y como no hay un equipo de personas para hacer la limpieza, es necesario construir un sistema automático de limpieza.

Todos los complicados componentes de esa "pequeña máquina" es en realidad un pequeño animalito (¿adivinó cuál es?) prodigio de la ingeniería; es una de las maneras en que se puede apreciar la grandeza, sabiduría y poderío de quien la creó, ese pequeño animalito es la abeja y su creador es "Dios que hace maravillas", dice el salmista (77:14); y Pablo le escribió a Timoteo, "... que todo lo que Dios creó es bueno..." 1ª carta 4:4.

"Come la miel (de abeja) porque es buena y el panal es dulce a tu paladar, así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría", dice el Proverbio 24:13,14.

Desgraciadamente, cada día hay menos árboles y vegetación, obviamente menos flores y por lo tanto las máquinas de la dulzura, las abejas, tienden a desaparecer porque no tienen flores; y más grave porque hay más fumigaciones que las envenenan, entonces sin abejas no hay miel y esta será un artículo escaso, caro, de "lujo" y de difícil adquisición.

Volvamos los ojos a la naturaleza y los prodigios de la creación, para comprender nuestras limitaciones y aceptar con humildad la sabiduría del Creador, que nos motiva a utilizar y preservar para nuestro beneficio la naturaleza que nos rodea y compartir su riqueza y belleza con equidad.

Ab. Fernano Coello Navarro M.Sc.
Profesor universitario
CI: 0900469818

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