Las alertas atraen a los aprovechados
Es devastador que en la situación tan crítica y alarmante que está nuestro país existan aún personas que se aprovechen de la calamidad y preocupación de otras para así sacar lucro y conseguir las cosas a menor precio. Las alarmas de posible erupción no solo han traído preocupación, sino también a aprovechados.
Escribo realmente indignada por los hechos que se han suscitado hace unos meses en las poblaciones aledañas al volcán Cotopaxi, como El Pedregal, Machachi, Latacunga, etc. Es de conocimiento general que desde casi dos meses las personas que ahí habitan han tenido que trasladarse a otras regiones del país debido a la actividad incesante del volcán. Ya sea por la ceniza, que causa graves daños al sistema respiratorio y a la piel, o por el molestoso olor a azufre que abunda en las calles, miles de personas han tenido que abandonar sus casas de toda la vida, sus terrenos, sus animales, con gran nostalgia, a fin de preservar sus vidas. Sin embargo, no faltan los aprovechados que, al ver la rápida evacuación de estas zonas, buscan hacer negocios nada honestos. Al poco tiempo que se dio la alarma amarilla ante la inminente erupción del Cotopaxi, empezaron a llegar camiones con personas buscando comprar animales, como vacas y cerdos, a los pobladores, pero no a precios justos. El valor normal de una vaca rodea los 700 a 800 dólares, y el de un cerdo los 200 a 300, pero los negociantes ofrecían como máximo 150 por cabeza. Los alarmados ganaderos tuvieron que aceptar, las ofertas, para que así los animalitos se pudieran salvar de la ceniza y la falta de comida. Esto nos mueve a pensar lo insensible que se ha vuelto la sociedad en la que vivimos. Llegar al punto en el que olvidamos el significado de ayuda y solidaridad para centrarnos en nuestros propios intereses. Preocuparnos por los demás no es una muestra debilidad, sino más bien de amor, de aprecio y de buen corazón. Si disponemos de los medios adecuados, podemos ayudar a los labores de evacuación o tal vez a la campaña de información en los lugares más afectados por el Cotopaxi. La invitación es para todos y todas.
En esta ocasión, la población cercana al Cotopaxi resultó afectada, ¿quién nos asegura que en otro momento no seamos nosotros? Si así fuera, nos gustaría tener a compatriotas honestos que nos ayuden. Por eso siempre debemos recordar que dar es mejor que recibir. (O)
Andrea Elizabeth Guallasamín Miño, estudiante