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El Telégrafo

Tiempos del VIH, tiempos de vida

26 de noviembre de 2011 - 00:00

Pensar que un virus iba a cambiar mi vida para siempre. No sabía  que en nuestra sociedad se iba a dar esto; sin embargo, llegó algo a nuestra sociedad, y hoy es una realidad, con la complejidad de la enfermedad. No sabíamos de qué se trataba esta infección; de todas maneras, desde que la adquirí por algún motivo íntimo, me lleva a la reflexión que aún hay mucho por saber y conocer sobre cómo está actuando el virus del VIH/sida.

El escribir estas letras me lleva a pensar en cómo adquirí mi infección, aunque pareciera que fue ayer, cuando conocí a esa persona que me pareció agradable y que nos atrevimos a tener una relación sexual sin los debidos cuidados necesarios, para que no haya la infección; pues bien, eso sí se dio.

Y ahora lo único que veo en mi vida es el valorar las situaciones que la vida te antepone. Veo en la sociedad que aún existen las prácticas de sexo no seguro, en las reuniones de hombres llamados falsamente machistas y que se jactan de ser los que más pueden y tienen mujeres por doquier; y mujeres que solo piensan en el momento de placer y satisfacción con la pareja de turno o del momento; en una sociedad que se jacta de ser muy consumista en el sexo y el erotismo, para comercializar cualquier bien o servicio y hasta producto de consumo masivo. Todo eso me llama la atención  y lo único que veo ahora es que existe desinterés por las medidas de prevención y alternativas de cuidado íntimo.

Desde que me infecté con el virus, creí que se iba a desarrollar una vacuna para este mal;  sin embargo, nada existe hasta la fecha, quizás por el interés de las multinacionales farmacéuticas que se sentirían amenazadas en sus  ingresos económicos por los altos costos de las medicinas antirretrovirales. Creo que ya  debe haber una cura, pero criterios mercantilistas y económicos no la desean sacar a la luz pública, para que no se afecte este mercado.

Ya han pasado más de 12 años y creo que ya me acostumbré a tener esta infección, este virus en mi organismo, esta condición de vida, que me ha dado fortalezas y logros; además, soy feliz porque tengo lo que más deseo, y es la felicidad de que mi familia está a mi lado en todos los sentidos, que mis familiares saben cuál es mi estado de salud, que su apoyo incondicional aumenta mi fortaleza para seguir viviendo, me hace más fuerte y productivo; que mis amigos y compañeros de mi trabajo saben que estoy trabajando con ahínco, dando y sacando adelante con mi esfuerzo laboral mi estabilidad económica y moral.

Quisiera, sin ánimo de ofender, seguir así con este virus en mi sangre y en mi vida. Mi alma se ha desarrollado con muchos valores, que antes no los había percibido, pero este cambio de vida me ha dado y me ha hecho ser más fuerte, decidido y, por sobre todas las cosas, una persona en la que los demás pueden confiar.

Seguiré en la lucha un año más, para así lograr lo que a lo mejor alguien quiso en la vida conseguir; y es hacer de este un mundo  mejor y dejarlo en mejores condiciones de como lo encontré.

Por eso comparto esta experiencia de vida con mi prójimo, y lucharé hasta el último segundo de mi vida para cambiar a la sociedad.

Recordemos este 1 de diciembre como un día en el cual muchos de los que ya se fueron están, desde cualquier lugar en donde se hallen. Concienciemos a la sociedad de lo que el VIH/sida no podrá lograr jamás: humanizarnos.

Alberto Bajaña Castro
C.C. 1203327851

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