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El Telégrafo

Director de El Telégrafo

15 de octubre de 2011 - 00:00

Estimado licenciado, observo impávido y,  a la vez, enojado por la actitud asumida por los vendedores de víveres en los mercados, quienes en las últimas semanas han decidido arbitrariamente elevar el valor de los productos que expenden sin piedad, sin el mínimo sentido de solidaridad y respondiendo a sus mezquinos intereses de establecer lo que  creen que debe subir un quintal de cualquier producto. Vivo en  Guayaquil desde 1956 y soy oriundo del cantón Achumpallas, de  Alausí, provincia del Chimborazo.  Ahí mi familia trabaja la tierra  y cultiva la papa y la lenteja.

Conozco que el quintal de papa es comercializado entre 4 a 6 dólares en los tiempos de siembra (cuando no sale la cosecha) y cuando inicia la cosecha el precio baja hasta 2 dólares la saca, que pesa entre 105 a 120 libras. Es por esto que me sentí  indignado cuando el lunes anterior acudí al Mercado Central y la libra de este producto era vendido en 40 centavos de dólar, es decir, 40 dólares el quintal. Haciendo la de periodista empecé a preguntar a los propietarios de  cuatro locales; y ellos, más molestos que yo, me dijeron que era el precio que fijaban en el mercado de transferencia que regenta el Ayuntamiento. Al inicio creí su justificación y procedí a comprar. Sin embargo, la Comisaría de la Intendencia de Policía inició un operativo que logré observar en el  noticiero de un canal local   y la sorpresa fue  que ellos estaban especulando con el producto y mágicamente el valor del quintal bajó a 25 dólares.

Esto es inaudito e intolerable. Es correcto y lógico aceptar que una persona  quiera ganar un poco cuando vende un producto, es parte del negocio. Pero este tipo de personas lo que realizan es un verdadero asalto a la gente pobre.

Este caso no es solo con la papa, sino también con el tomate, cuya libra se la vende en 60 centavos de dólar; o el pepino a 40 centavos la unidad. Como ciudadano, demando al Gobierno que inicie una regulación real de precios, tal como se lo hizo con el arroz, cuando se aplicó un trabajo técnico de los reales costos de producción y se fijó un precio mínimo de sustentación de 28 dólares el quintal. Aquello logró que los agricultores no pierdan cuando salía la cosecha y los consumidores no paguen de más cuando había escasez. Este sistema exitoso también debe ser aplicado con la papa, tomate, choclo, zanahoria, ya que son hortalizas y tubérculos muy importantes en la preparación de los alimentos y  la elevación en su precio afecta directamente al bolsillo.

Así mismo, pido que se apliquen sanciones ejemplarizadoras para esos avivatos de los mercados de transferencia y de los barrios, para que no sigan cometiendo el delito de elevar el valor de los productos sin justificación alguna.     

 
Luis Ruiz Gómez

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