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El Telégrafo

Cartas al Director

19 de junio de 2011 - 00:00

Guayaquil, 19 de junio de 2011

Señor Director Lic. Edwin Ulloa

Director de El Telégrafo.-

 

Durante años, Ecuador ha sido un país que ha pasado desapercibido en el concierto internacional. En el extranjero se escuchaba de “ese pequeño país sudamericano” o esa “banana republic”.

Para bien o para mal, Ecuador en los últimos años ha alcanzado protagonismo internacional. Eso es bueno porque permite a los ecuatorianos estar orgullosos de su país. Y pese a los avances aún quedan rezagos del pasado.

Y es a uno de esos que me quiero referir en estas líneas. Me quiero centrar específicamente en el espectáculo.

Siempre me he preguntado por qué las giras de los cantantes internacionales más renombrados hacen escala en América Latina, pero nunca llegan a Ecuador. A veces, si se tiene un poco de suerte llegan a Quito.

Y esto es interesante porque pese a que esta es la ciudad capital, Guayaquil finalmente es la urbe más poblada, un puerto referente en el Pacífico Sur, pero no es escenario de grandes conciertos. Los artistas prefieren Buenos Aires, Río de Janeiro o Santiago. Lo peor es que a veces Guayaquil pierde con ciudades muy cercanas como Bogotá o Lima.

¿Por qué ocurre esto? Creo que es una suma de factores. El principal de ellos es la carencia que tiene la ciudad de un estadio o centro de eventos público capaz de organizar un gran concierto. Es cierto que está el estadio Modelo pero este lugar fue concebido para el fútbol, no para el espectáculo.

Le corresponde a la Municipalidad plantearse esta meta. Construir un gran estadio, capaz de albergar un multitudinario recital y con la tecnología acorde a los nuevos tiempos.

Cierto es que en el futuro el parque de Los Samanes albergará un espacio para grandes festivales musicales al aire libre al estilo de las grandes metrópolis. Pero esto es para eventos gratuitos, no para conciertos pagados.
La Municipalidad muy bien puede plantearse la construcción de un gran centro de eventos, y recuperar la inversión con su alquiler.

Cubierto esto existe otro gran obstáculo: los impuestos. Cada presentación artística en la urbe debe pagar determinadas tasas, las cuales han sido reconocidas como exageradas por el propio alcalde Jaime Nebot.

Es hora de ponerse a debatir sobre los costos-beneficios de estos impuestos. No se trata de dejar sin ingresos a nobles instituciones porteñas sino de alcanzar una fórmula en la cual todos queden conformes.

Ha llegado el momento de que los guayaquileños nos sentemos a discutir sobre este tema si queremos que nuestra ciudad progrese y esté a la altura de las grandes urbes.

Carlos Andrés Apolinario

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