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Ecuador vivió el domingo pasado una verdadera fiesta democrática. Si quedaba alguna duda de que en el país no se respetaba la decisión del soberano, pues con las elecciones del anterior fin de semana quedó aniquilada.
Ahora, con los resultados esclarecidos, son pocas las voces que se escuchan diciendo que hubo trampas o fraude. En esta ocasión, ciertos actores de la oposición, que durante siete años han dicho que el régimen manipula los resultados, guardan silencio y festejan el espíritu democrático en Ecuador. Claro, lo hacen porque ahora sí los resultados les fueron beneficiosos.
Saltemos a la otra orilla, Alianza PAIS. Si bien aumentan las alcaldías y prefecturas, no queda duda de que las pérdidas en las grandes capitales provinciales son un “revés” (como el propio presidente Rafael Correa lo ha dicho). Ahora le toca el turno a PAIS de reinventarse, de ver, de analizar a sus cuadros, de revisar si las personas que dirigen los cuadros nacionales y provinciales son las adecuadas. Correa hizo un llamado a no caer en sectarismos y el partido deberá entenderlo.
Muchas lecciones dejan los resultados del pasado domingo. Para la oposición fue un ejemplo que contradice lo que tanto vocifera: que en Ecuador no hay democracia. Y para el oficialismo queda el grandísimo reto de reinventarse para impedir que lo avanzado no se pierda en los próximos 4 años.
Vicente Páez
Guayaquil