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Cartas al Director
Señor Licenciado
Orlando Pérez
Director
EL TELÉGRAFO
En su Despacho
De mi consideración:
He leído con atención una carta dirigida a usted por parte del -según entiendo- musicólogo: Freddy Russo, quien por lo general escribe temas relacionados con la música en esta misma revista y que desacredita mi artículo/homenaje sobre el pianista cubano Bebo Valdés, publicado en CartoNPiedra, el 31 de marzo de 2013. El señor empieza diciendo: “He leído con atención el artículo ‘Bebo Valdés: el legado del padre del jazz latino’, de Carla Badillo Coronado, pensando encontrar una nueva investigación sobre los orígenes del jazz latino y resulta que se trata de un artículo sin fundamento. Espacial y temporalmente falso por las siguientes razones”
¿Encontrar una nueva investigación sobre los orígenes del jazz latino?
¿Sin fundamento?
¿Espacial y temporalmente falso?
Me sorprende que el señor Freddy Russo no sepa diferenciar un texto ACADÉMICO de un texto LITERARIO, sobre todo con la citas referenciales que expone en su razones (que son tres y que se basan en “el origen del jazz latino” y que, según él, Bebo no dejó en ese sentido ningún “legado” o por lo menos no consta en ningún sitio como argumento serio). Ya desde las primeras líneas de mi artículo se advierte su carácter NARRATIVO y de homenaje:
“A su música -como la de muchos otros- llegué sola, saltando de bolero en bolero o de son en son hasta encontrarme con él. Pero mi gusto por Bebo nació mucho antes de que yo supiese incluso su nombre. Seguramente ya de pequeña, en más de una ocasión, moví los hombros al ritmo de mambo o chachachá, porque si algo rondó siempre por mi casa fue la música caribeña, como parte de esa larga y ecléctica lista que mi padre y mi madre me enseñaron a disfrutar.”
Insisto: me sorprende que el Sr. Russo no vea la diferencia entre un texto ACADÉMICO y un texto LITERARIO. Mi artículo en NINGÚN momento pretendió elaborar una GENEALOGÍA DEL JAZZ. Si fuese por eso entonces me remontaría mucho atrás y entraría a explicar cosas que por lo menos en este artículo no vendrían al caso. Aun así, SE BRINDÓ AL LECTOR UN PANORAMA REAL Y BASTANTE COMPLETO DE LA VIDA Y TRAYECTORIA DE QUIEN EN EL ARTÍCULO ME CONCERNÍA, pero sobre todo, con datos biográficos verídicos y serios, incluso citando párrafos de su biografía oficial (autorizada por el mismo Valdés): “Bebo de Cuba. Bebo y su mundo” (Ed. RBA, 2008), escrita por Maths Lundahl, catedrático de la Universidad de Estocolmo y amigo del músico; y en algunos casos fuentes directas (me refiero al pianista que reemplazó a Bebo Valdés tras una larga gira con “Lágrimas Negras” y al testimonio del cantaor español Diego El Cigala, a quienes conocí en 2011, en Berkeley, California) me sirvieron para enriquecer mi texto.
Por otra parte, es cierto, Bebo fue uno de los precursores y NO EL ÚNICO padre del jazz latino, y digo único porque a pesar de haber existido otros que ya antes fusionaron ritmos, es innegable que fue una figura primordial dentro del mismo género, visionario, precursor y creador de la “batanga” en 1952 . Si bien las fechas y músicos que menciona Russo en su carta son legítimos, bien sabemos que en música es imposible atribuir algo de manera purista; lo que más hay en música son fusiones, ramas y varios padres bajo un mismo género, más aún en el caso del jazz latino o del mismísimo jazz, si fuese por eso nos remontaríamos a nombres que el mismo experto nos brinda, pero incluso a nombres que Russo no menciona como Louis Maurice Gottschalk, uno de los primeros que usó ritmo latinos en las tempranas composiciones de jazz, o Jelly Roll Morton, que se presentó a sí mismo como el inventor del jazz en una carta enviada a la revista Down Beat, en 1938, e hizo énfasis en los “Spanish tinge” ("If you cant manage to put tinges of Spanish in your tunes, you will never be able to get the right seasoning, I call it, for jazz"). También está la canción ‘Louisiana From Havana’, por ejemplo, con letra de Frank T. Faircloth y música de Isodore Fenster, que data de 1899… en fin. Si nos pusiésemos más “exigentes” (¿?) nos remontaríamos a los padres del jazz como tal, encontrando un sinnúmero de referencias hasta llegar a Buddy Bolden, a quien se le adjudica el mérito de haber sintetizado la influencia europea, la música de las brass bands callejeras, el ragtime, el gospel y el blues creando finalmente: el jazz. En efecto, se dice que Boulden es el verdadero padre del jazz, aunque no existan registros sonoros del mismo.
Russo termina diciendo: “Director, solicito hacer pública esta rectificación para que los lectores de cartóNPiedra no sufran una desinformación, una mala formación y una desafortunada orientación en el tema de nuestro jazz latino.”
Estimado Director, solicito hacer pública mi carta por las mismas razones.
Yo, musicóloga no soy. Demostrar que soy experta en el tema no me interesa. Lo que escribo está basado en datos reales, aportes verídicos, pero no fríos. Los datos son certeros, la subjetiva es mi narración, pues como digo, no me interesa la frialdad sino el vértigo. Vivo, leo, escribo e indago. Me interesa una pluma afilada, levantar polvo con mi estilo, poner a bailar los ojos y neuronas del lector. A Russo le molesta que yo haya usado la palabra “legado”, puesto que esta no se incluye en ninguno de los libros que leyó ni en el documental “Calle 54”, pues bien, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, una de las definiciones de legado dice: “Aquello que se deja o transmite a los sucesores, sea cosa material o inmaterial.” Y tras su partida sería de ciegos no admitir que Valdés dejó un legado dentro de la historia de la música cubana y de los distintos géneros que él abarcó.
Si fuera por eso obviamente yo estaría aun más loca al atribuirle a Bebo Valdés -como lo hago en mi artículo- la designación de hombre-árbol; esto, imagino que para el Sr. Russo es incluso más inaudito o atrevido de mi parte, pues a fin de cuentas ¿en qué libro consta eso? ¿Quién lo validó? ¿Es el único hombre-árbol dentro del jazz latino? Y sin embargo, me reafirmo: “Pienso que Bebo fue un hombre árbol. Sí, un hombre árbol que supo enraizar la música de su verdadera patria: la creación. Y recuerdo las palabras de otro gran pianista al que le tengo mucho cariño, Thelonius Monk, quien alguna vez señaló el teclado y dijo: “No puede ser ninguna nota nueva. Cuando uno mira el teclado, todas las notas ya están ahí. Pero si uno quiere una nota lo suficiente, sonará diferente. Uno debe elegir las notas que realmente le importan”. Eso es lo que trato de hacer cada vez que escribo, y estoy segura que en gran medida ese fue el desafío de Bebo, su verdadero logro.”
Atentamente
Carla Badillo Coronado