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Un planeta llamado agua

Un planeta llamado agua
07 de marzo de 2017 - 00:00 - Freddy Ehlers Zurita

Alguien manifestó que nuestro hermoso planeta azul debería, con propiedad, llamarse Agua en lugar de Tierra. Esta consideración es de sentido común, si constatamos que el 75% del planeta es agua y solo el 25% restante es lo que llamamos tierra.

El agua nuestra de cada día es el líquido vital que nos permite vivir; el agua dulce, que apenas representa el 2.5% del total del agua existente, es la que consumimos; el restante, que es el 97.5%, está contenida en mares y océanos.

Desde hace varios años diversas instituciones, centros de investigación y la propia Organización de Naciones Unidas alertan sobre la extrema posición a la que se está enfrentando el mundo por falta de suficiente agua. La brutal contaminación de ríos y océanos pone en grave peligro la sustentabilidad de la vida, por lo que sería indispensable reforzar en los centros de educación la enseñanza del valor sagrado del agua, de su utilización correcta, de la moderación de su consumo y del manejo de las fuentes para el mejor uso de este bendito recurso natural.

Veamos simplemente algunas cifras alarmantes, porque es indispensable conocer para tomar conciencia de su importancia.

En el futuro cercano, debido al cambio climático, existirá un 20% menos de agua en el mundo. En el peor escenario, para el año 2050, 7.000 millones de personas sufrirán de escasez de agua y, en el mejor de los escenarios, la cifra será de más de 2.000 millones de personas. Actualmente son ya más de 1.000 millones de seres humanos los que no tienen acceso suficiente al agua de consumo. Se habla de que en el futuro las guerras serán en gran medida por conquistar el agua dulce, cada vez más escasa y contaminada.

El renombrado experto japonés Masaru Emoto sorprendió a la comunidad internacional al promover la idea, por cierto no aceptada en círculos científicos, que el agua estaba viva y tenía sentimientos. Realizó sorprendentes exposiciones en las que explicaba que el agua recibe los sentimientos de las personas y que su calidad mejora en ambientes sanos, de paz y alegría y que incluso cambia su composición a una negativa cuando se enfrenta a la violencia y la destrucción producida por los hombres. La Tierra está enferma, decía Emoto, porque nosotros estamos enfermos y rescataba los conceptos de la Grecia Antigua con su Olimpo de Dioses, varios de ellos representando diversas facetas de las aguas por considerarlas elementos sagrados de pureza y devoción.

Al igual que el planeta maravilloso en que habitamos, el 70% del cuerpo humano está compuesto de agua; somos agua en esencia y vacío. Llegar a entender la trascendencia de ello y su sacralidad es un paso importante hacia un encuentro con nosotros mismos, que es el propósito mayor de la existencia humana. (O)

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