Ecuador, 25 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Mujeres detrás de los fogones

Mujeres detrás de los fogones
26 de abril de 2015 - 00:00 - María Pessina

Ella es cocinera, él es chef. De esta manera, la historia contemporánea y las sociedades han definido y presentado el acercamiento de hombres y mujeres a la cocina. No importa cómo nos llamen, el hecho es que las mujeres han sido parte fundamental en la historia culinaria, a veces por la disposición del patriarcado que ha realizado construcciones sociales al ubicarlas en un espacio privado o doméstico, pero de esta limitación han resultado affaires interesantes en el mundo gastronómico. Mujeres y hombres son imprescindibles en la cocina, la cocina no tiene sexo, pero, bajo mi punto de vista, el sabor femenino ha tejido una fuerte historia de texturas y olores en el fogón, que ha cambiado, sin duda, el mundo.

Las mujeres, sin menospreciar a los hombres, saben conjugar ingredientes con una clara disposición de ofrecer bocados que deleiten cualquier paladar. No pretendo decir que la mujer y la cocina sean sinónimos, pero este espacio doméstico que le fue impuesto resultó en una historia deliciosa que recorre papilas gustativas a escala mundial.

Empecemos por la gastronomía, una palabra femenina que implica una cocina particular, creativa, dinámica y seductora.

Recordemos que el cuerpo de la mujer produce, desde sus senos, el primer platillo que deleita al ser humano. Los sabores repletos de matices y perfumes estarían gestándose dentro de ella, por naturaleza, por opción, por amor, por sobrevivencia y por rebeldía.

La cocina es un espacio donde se pueden encontrar los sabores y sinsabores de la vida. Cocinar no es solo alimentar, conforma un universo de cultura, de costumbre y de historia, a través de las cuales podemos conocer a los pueblos. Por lo tanto, podríamos decir que la historia ha sufrido algunos cambios gracias a los fogones, por ejemplo, la relación de la mujer con el fuego, resultó en lo que hoy conocemos como la sopa, que revolucionó las dinámicas de alimentación de los humanos y aceleró el destete, lo cual prolongó el ciclo vegetativo en los humanos.

Los alimentos hervidos eran más fáciles de masticar, el sabor del agua cambiaba y las enfermedades comenzaron a evitarse.

Un sitio especial en la mesa

El patriarcado que se empeñó en someter y controlar a las mujeres en cualquier espacio hizo que ellas tuvieran un discreto encanto en la historia, casi invisible, sin embargo, no lograron desaparecer las actividades más auténticas, propias y rebeldes que saltaron como grandes bocanadas a las páginas de la historia.

En la cocina se han cocido conspiraciones, confesiones divertidas, inesperadas y atrevidas. Se han vertido sugerencias y, mientras las ollas humeaban o el horno calentaba una pierna, se militaba y planificaba. Aquí todo se cuenta, aquí todos se sientan, la cocina es un verdadero espacio social.

Para destacar algunos ejemplos encontramos a Lacusta, una romana que, aunque no ejercía la actividad plena en la cocina, tuvo una relación táctica con los alimentos. Era experta en envenenarlos, sabía qué ingredientes poner para que los platos fueran, literalmente, mortales. Gracias a sus ‘obras’ culinarias cambió la historia; ella fue quien dio a degustar el último plato en vida al emperador Claudio y a su hijo Británico, quienes murieron envenenados.

Por otro lado, el instrumento para tomar la comida durante el siglo XI, en la mesa eran los dedos. Pero Teodora Ana Ducaina fue quien introdujo el tenedor a las mesas.

Este instrumento llegó a Venecia cuando Ducaina se casó con Doménico Selvo.

Su intención fue incluirlo como un instrumento para el ritual de las comidas, parte de las buenas costumbres. Al principio, el tenedor estaba vinculado con personas de poca moral, pues se lo relacionaba con otras prácticas que no eran, precisamente, las de comer.

Invenciones al calor de la cocina

Justamente, las mujeres inventaron algunos de los utensilios o recursos que facilitan las tareas en la cocina. Recordemos que las patentes, durante mucho tiempo, no podían ser registradas por mujeres, sino por sus maridos, padres o hermanos.

Sin embargo, dentro de las reconocidas por la historia, está Josephine Cochrane, quien inventó lo que hoy conocemos como la lavavajilla, pues, aunque amaba realizar cenas de lujo con muchos comensales y tenía ayuda para lavar los platos, consideraba que el aseo de los utensilios tomaba mucho tiempo. Con esto ganó, en 1893, el premio de mejor construcción mecánica en la Exposición Universal de Chicago.

También está Lillian Moller Gilbreth, quien inventó la refrigeradora moderna con estantes y la batidora eléctrica. Asimismo, fue una mujer quien inventó las galletas con chispas de chocolate: Ruth Wakefield; y Nancy Johnson inventó el congelador de helados en 1843, patentando un diseño que todavía se utiliza en la actualidad.

Del paladar al papel

También han sido muchas las mujeres que se dedicaron a llevar los sabores a páginas de cuadernos que luego ofrecían a algún miembro de la familia para que siguiera cultivando los sabores del hogar, de la familia, de la madre.

Muchos de estos textos se convirtieron en grandes y prestigiosos libros. Así, gracias a ellas la cultura oral pasó a la historia con estos recetarios que han tenido y tienen un gran valor cultural y antropológico.

En el siglo XVIII, Francia tuvo varias importantes cocineras como las mères lyonnaises, un grupo de ex empleadas domésticas que luego montaron su propio restaurant. Entre ellas está mère Fillioux, la primera en adquirir gran fama nacional, y mére Eugénie Brazier, quien fue la primera mujer en conseguir por 2 veces 3 estrellas Michelin.

Mére Marie Bourgeois se convirtió en la primera chef en ser coronada por el entonces recién nacido Club des Cent, un grupo relativamente secreto de gastrónomos que cada año premia a 2 chefs con su prestigioso certificado. Asimismo, Bourgeois consiguió las 3 estrellas Michelin, durante 4 años seguidos.

Otra destacada cocinera y escritora fue Nicolasa Pradera (1870 -1959) autora del popular libro La cocina de Nicolasa, un best seller gastronómico publicado en 1933. También se destaca Margaret Powell (1907-1984) autora En el piso de abajo (Below Stairs, en inglés), un libro que narra su experiencia como empleada doméstica en Inglaterra en los años veinte.

En él describe cómo vivió las diferencias de clase, las injusticias y la falta de respeto por parte de los empleadores.

No podemos dejar de hablar de Julia Child (1912-2004), un referente de la cocina francesa en Estados Unidos en los años sesenta y quien con las cocineras francesas Simone Beck y Louisette Bertholle, escribió Mastering the Art of French Cooking, un libro que acercó la haute cuisine francesa a los hogares estadounidenses.

La trayectoria de esta chef se dio a conocer a través de la película Julie & Julia, que narra las vidas paralelas de Julia Child y la bloguera gastronómica Julie, que pone en práctica cada una de sus recetas. Se trata de una comedia biográfica estrenada hace más de 5 años, escrita y dirigida por Nora Ephron.

Para estar siempre al día con lo último en noticias, suscríbete a nuestro Canal de WhatsApp.

Contenido externo patrocinado