98% menos homicidios: la lección de El Salvador para Ecuador
Hace una semana estuve en El Salvador y recorrí casi 600 km, desde su costa hasta sus montañas. Me enamoré de las pupusas, pero me intrigó algo más: ¿por qué todo salvadoreño afirma sin dudar que su país es muy seguro?
En 2015, El Salvador registró 103 homicidios por cada 100.000 habitantes (San Salvador, 199; conociéndose como “la capital de la muerte”). En 2024 la tasa cayó a 1,9 (¡−98%!). Por su parte, Ecuador cerró 2017 con 5 y llegó a 45 en 2023, posicionándose como el país más inseguro de Sudamérica (¡Durán, nuestra ciudad más violenta, alcanzó 142!).
Entonces, ¿Cómo pasó el país más peligroso de Centroamérica a ser uno de los más seguros del mundo? Desarrollaré dos puntos: cero tolerancia a pandillas y seguridad como prioridad estatal.
Sobre la cero tolerancia. Los primeros días la gente me evitaba. No eran groseros, pero desviaban la mirada al tratarme. Caí en cuenta: tengo las piernas tatuadas. En El Salvador los tatuajes aún se asocian a maras. Varios me explicaron, en voz baja, que por años los tatuajes fueron un sello de miedo; extorsión en buses y mercados, toques de queda informales, barrios enteros “prohibidos”.
En lo institucional, desde 2003 pesaron los planes “Mano Dura” y “Mano Súper Dura”, con leyes antipandillas que transformaron el sistema judicial y penitenciario. A muy grosso modo: tienes tatuajes y eres de una mara, te vas preso.
La segunda clave es la prioridad política. Pocos hablan de su mega penitenciaría CECOT. Lo que repiten es otra cosa “ahora vivimos en paz”. Al caer la tarde, vi familias completas en parques oscuros, celulares a la vista y mucha vida nocturna en plazas que antes evitaban con miedo a no regresar.
Desde 2019, el “efecto Bukele” puso a policías y militares en las calles, declaró la reducción de la violencia asunto de Estado y tomó control real de las cárceles. Más de 85.000 presuntos pandilleros han sido detenidos; se desarmaron redes de extorsión y se disuadió a la delincuencia común.
A manera de conclusión de este breve ensayo, sí, El Salvador es hoy extremadamente seguro gracias a políticas extremas de cero tolerancia y pro-seguridad que llegaron acompañadas de denuncias de represión y abusos en materia de derechos humanos. ¿Un precio a pagar por paz? ¿Medidas fuertes para tiempos desesperados?
Para cerrar, díganme ustedes, ¿considerarían aplicar estas políticas de mano dura en Ecuador? Y otra más difícil, ¿conocen a alguien que diga, sin titubear… que Ecuador es seguro?