La fiesta de la educación
Desde hace 17 años Fundación para la Integración y Desarrollo de América Latina, FIDAL, sigue con el empeño de estimular la autoestima de los docentes de Ecuador y de Iberoamérica, así como también propende a mejorar la calidad de la educación y para ello se vale de un concurso de Excelencia Educativa, que ya ha calado hondo en los maestros, en las autoridades educativas y en la población que se preocupa por la marcha de la educación.
Los preparativos empiezan con un año de anticipación, cuando se lanza la convocatoria y se difunden las bases de participación, lo que significa que se deben recorrer todos los caminos expandiendo la buena noticia que luego traerá como consecuencia, la llegada de proyectos que luego serán encaminados a los diversos jurados que están inmersos en la calificación de esas buenas prácticas en el aula.
En las últimas ediciones de la premiación del concurso de Excelencia Educativa, se establece como una especie de preámbulo, la organización de una feria educativa, la Educomunidad, que convoca a docentes, estudiantes, padres de familia, empresarios y en general a la comunidad, para participar activamente de las conferencias que se realizan, con expertos nacionales e internacionales, que son invitados a disertar sobre temáticas variadas, pero que tienen un denominador común, que este año estuvo constituido por las denominadas “raíces de sostenibilidad”.
Fue interesante ver cómo, durante los días 14 y 15 de octubre, los espacios del Centro de Exposiciones Metropolitano, ubicado en el parque Bicentenario, en el antiguo aeropuerto de Quito, estuvieron abarrotados de estudiantes y de un público que se concentró en atender a las conferencias y foros, así como a las novedades expuestas en los espacios de la Educomunidad.
La mezcla de públicos resulta interesante, el entusiasmo de los más jóvenes y los sesudos comentarios de los mayores, apuntando a los aspectos relevantes dentro de los procesos educativos, a la búsqueda de soluciones y respuestas que deben darse frente a la crisis de la educación, a las exigencias que se plantean desde los diversos ámbitos.
En todo caso, resulta aleccionador el ver a los maestros ganadores con la estatuilla NOUS en las manos, los abrazos de los colegas, las lágrimas de emoción, las ganas de seguir participando y sobre todo la convicción de que trabajar en educación es la más reconfortante de las carreras, el espacio en el que la transformación es posible y pensar en un mundo diferente, mejor, deja de ser un sueño.