Coherencia estratégica: El Reto de las Organizaciones
La coherencia estratégica es hoy en día la piedra angular del liderazgo institucional. No basta con diseñar planes y redactar discursos si no se actúa en congruencia con lo que se proclama. La confianza es el capital más escaso y poderoso de nuestra época, y se construye cuando lo que se promete coincide con lo que se hace.
Una institución coherente inspira credibilidad y demuestra autenticidad. Sus principios no quedan en la retórica, sino que se traducen en prácticas visibles que generan seguridad dentro de los equipos de trabajo y proyectan una reputación sólida hacia afuera. Empresas que han logrado construir una marca sólida al alinear sus valores con sus prácticas son un ejemplo claro de esto.
La teoría de James Grunig sobre la gestión de la información en las organizaciones sostiene que la efectividad depende de la calidad de la relación que se establece con los públicos. En el contexto universitario, esto significa que debemos alinear nuestros valores y principios con nuestras prácticas académicas y administrativas.
El desafío para las universidades es claro. La sociedad espera que no nos limitemos a declarar principios de inclusión y compromiso con la comunidad, sino que los llevemos a la práctica de manera visible y tangible. Solo así podremos demostrar nuestro compromiso con la formación de ciudadanos responsables y con la generación de conocimiento que aporte valor a la sociedad.
Para avanzar hacia la coherencia estratégica, debemos alinear nuestros discursos y acciones, comunicar con transparencia y definir principios operativos que guíen cada decisión. El diálogo es fundamental en este proceso, ya que nos permite construir colectivamente y encontrar soluciones innovadoras.
En última instancia, la coherencia estratégica es un imperativo ético y político. Las organizaciones que sepan encarnar sus valores en la práctica serán las que lideren los procesos de cambio y construyan un futuro más sostenible y equitativo.