El Telégrafo
Ecuador / Sábado, 23 de Agosto de 2025
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Fuerzas Armadas: entre el espíritu de cuerpo, las inequidades y la Constitución del Buen Vivir

Las Fuerzas Armadas se encuentran en medio, entre la Constitución del Buen Vivir, el Gobierno Nacional, el espíritu de cuerpo, los intereses personales y las inequidades existentes en su interior, que no se pueden minimizar ni ocultar y que forman parte de las inequidades dentro de las diversas instituciones y organizaciones del país. Las Fuerzas Armadas, de cualquier país, deben defender el interés público y -si es necesario- sacrificar su vida en defensa de los altos intereses nacionales. No deben defender intereses políticos y económicos de grupos que responden a intereses privados, personales y egoístas, no deben estar al servicio de grupos de poder que oprimen a su pueblo, tampoco deben alinearse al servicio de otros países e imperios.

En la historia mundial, las Fuerzas Armadas han sido utilizadas para formar imperios, invadir países y en guerras entre naciones hermanas. Han servido -y en gran parte continúan- para reprimir y dominar a sus pueblos y favorecer la explotación de las multinacionales extranjeras y la dominación oligárquica y la explotación de los más poderosos grupos económicos y sociales en el interior de los países. En menor proporción han participado en la defensa de la soberanía contra fuerzas militares externas.

Las Fuerzas Armadas Nacionales del Ecuador han gozado de privilegios, que a su vez constituyen inequidades comparados con la mayoría  de los jubilados, las otras instituciones, la tercera edad y los sectores más vulnerables, como los más excluidos y los discapacitados.

El almirante Hugo Unda, en una entrevista, reconoció que entre  2008 y 2009 las Fuerzas Armadas aumentaron sus sueldos y beneficios “en una época de bonanza y dispendio”. Según el diccionario de la Real Academia Española dispendio es “gasto, por lo general excesivo e innecesario”. Es clara la posición contraria al Gobierno, sin embargo reconoce que las Fuerzas Armadas se beneficiaron de esa época de bonanza, de vacas gordas. Merece la pena preguntarle al almirante Unda, a las Fuerzas Armadas y al pueblo ecuatoriano. Con la caída de los precios del petróleo, de las materias primas y del terremoto reciente, ¿nos encontramos actualmente en una época de bonanza, de vacas gordas? No. En Ecuador hemos entrado a una época de recortar los excesos, los privilegios y las inequidades existentes en las personas e instituciones.

Las reformas planteadas por el Gobierno Nacional a las inequidades del régimen de seguridad de las Fuerzas Armadas, son asumidas por sus miembros con el espíritu de cuerpo, es decir, la identificación del grupo militar consigo mismo, poniéndose por encima de la sociedad civil representada por el Gobierno Nacional, como si fuera una institución intocable. De lo que se trata es de igualarlas al resto del país en un momento de dificultades financieras. Las Fuerzas Armadas no deben considerarse como un Estado aparte intocable del Estado ecuatoriano y con más privilegios. La altivez civil o militar tiene un doble significado: el positivo, es el sano orgullo de sí mismo; y el negativo, es “el sentimiento de superioridad frente a los demás que provoca un trato distante o despreciativo hacia ellos”. De la altivez a la arrogancia, solo hay un paso y es peor. Seamos todos más humildes.

En un momento de crisis económica y moral mundial y de transición de cambio de época, cerrada la herida histórica con Perú y por cerrarse la guerra interna con Colombia y con el norte de la Constitución del Buen Vivir, se obliga a las Fuerzas Armadas de Ecuador y al resto del país a centrarse en una reestructuración profunda de sus instituciones para superar las inequidades y pobreza existentes, venciendo a las discriminaciones, exclusiones y marginaciones. No podrá existir la paz, el Buen Vivir y la justicia, mientras subsistan las lacras sociales existentes. Unámonos todos a ese objetivo constitucional. (O)