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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

Yasunidos y nuestra democracia

11 de abril de 2014 - 00:00

Aupados por un “Si quieren consulta, de acuerdo. Pero no sean vagos, recojan las firmas”, la iniciativa de Yasunidos por llevar a consulta popular la posibilidad de mantener el crudo del ITT indefinidamente bajo tierra ha llegado triunfante a su primer hito: ya tienen las firmas. Mientras alguien en el buró político de AP se está dando contra las paredes, hay una iniciativa desde un movimiento social (apolítico según ellos, aunque contradice la raíz misma de los movimientos sociales) que ha logrado lo que pocos han podido en Ecuador. Han logrado, desde la ciudadanía, la posibilidad de que se afecte efectivamente la política pública del Estado. Y eso, así seamos simpatizantes o detractores, es una señal fundamental de cambio.

Yasunidos ha logrado, desde la ciudadanía, la posibilidad de que se afecte efectivamente la política pública del Estado.No es perfecto, seguro. Pero en comparación, hemos dado paso a niveles de participación real. El Keystone XL Pipeline, por ejemplo, es un proyecto que busca construir un oleoducto entre Canadá y EE.UU. que reduciría la distancia del actual oleoducto, y lo extendería hasta Texas.

Las organizaciones ambientalistas que se oponen al proyecto, en ambos países, advierten sobre la expansión del proceso extractivista y las emisiones que resultarían de 830.000 barriles de arenas bituminosas, o arenas de alquitrán, que entrarían diariamente a EE.UU. A esto se suman las otras consecuencias: deforestación, amenaza a poblaciones indígenas, etc.

Las limitaciones de la participación de esas democracias son estructurales. Los mecanismos que permiten llevar a consulta propuestas ciudadanas también permiten que sean modificados por los legisladores (a nivel estatal). A esto se suma lo que un estudio realizado por Martin Gilens y Benjamin Page, de 1.779 políticas aprobadas, reveló: la opinión colectiva del ciudadano promedio en Estados Unidos no importa. Nada. Cuando el ciudadano se opone a una medida, hay un 30% de posibilidad de que esta pase. Cuando la favorece también. Cuando la élite se opone a una política hay un 0% de posibilidad de que esta pase y más de un 50% de posibilidad cuando esta la apoya. Ahora bien, en Ecuador habrá que ver cómo funciona esta relación. Pero se están dando pasos importantes para invertirla.     

¿Fue perfecto el proceso? Obviamente no. Las acusaciones por deslegitimar tanto la posición oficialista como la de Yasunidos no careció de malicia, así como de congruencia. Pero eso es proponer en democracia. Lograr acuerdos o disentir entre -en el caso ecuatoriano- 14 millones de opiniones distintas, no siempre alineadas a la misma visión de país. Todavía falta. Habrá que ver la evaluación del CNE, la fluidez y la validez de todo el proceso. Pero, siendo optimistas, entre toda esa retórica opositora sobre el estado lúgubre de nuestra democracia, se ha dado un salto adelante.

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