Tras el decreto de muerte cruzada del presidente Lasso y la convocatoria a elecciones anticipadas que se llevarán a cabo el 20 de agosto de 2023, los ocho binomios inscritos han presentado sus planes de trabajo plurianuales que contemplan una serie de aspectos dentro de los que destacan la seguridad, medio ambiente, lucha contra la corrupción, institucionalidad, salud, educación, obra pública y economía principalmente. Llama la atención que el debate público ha girado en torno a la seguridad y otras temáticas, sin centrarse en las estrategias para afrontar la coyuntura económica.
Los grandes retos que enfrenta el país pasan por la condición necesaria de lograr un consenso social y acuerdo político que permita apuntalar un programa económico de largo plazo que logre generar el crecimiento suficiente y sostenido por un par de décadas, que nos permita asomar la cabeza al desarrollo. Todos los temas en discusión como la seguridad y demás requieren no sólo mejorar la calidad del gasto, sino contar con el financiamiento para implementar las propuestas de trabajo. De ahí la importancia en debatir los temas a enfrentar en pocos meses del nuevo gobierno, por tanto, coyunturales de un gobierno de transición que deberá sentar condiciones mínimas para el siguiente período en 2025. La experiencia del gobierno saliente demuestra que no fue suficiente disminuir los desequilibrios fiscales, que una reforma tributaria que castigó a la clase media desincentivo el consumo, y que paradójicamente haber conseguido metas sugeridas por los multilaterales no bastó para bajar el riesgo país si la economía no crece a niveles adecuados.
Es cierto que la inestabilidad política y conflictividad social empeora las expectativas económicas, pero no es menos cierto, que se requieren niveles adecuados de gasto e inversión pública para que la inversión privada se incremente también y una adecuada gestión de los pasivos. Las propuestas que esperamos los ciudadanos de los aspirantes a Carondelet pasan por las estrategias para el crecimiento, desempleo, mantenimiento de la dolarización, comercio exterior, deuda pública, presupuesto y financiación del déficit público principalmente. Un tema crucial para las arcas fiscales será el pronunciamiento popular respecto a la explotación del crudo en el Yasuní. Sólo un par de candidatos se han pronunciado al respecto, mientras que la mayoría ha dado criterios no definidos y rehuido al debate. Y si estos temas no están en la prioridad de las campañas electorales de los binomios y centran el debate en la seguridad o la corrupción, que aparentemente incrementaría su intención de voto, sepamos los ciudadanos que la criminalidad surge en la pobreza y que incluso en un acto de magia que vacíe las cárceles, el día de mañana estarán llenas otra vez si la república sigue fabricando miseria y no se genera oportunidades para los más pobres. En suma, si no mejoramos la economía constante y sostenidamente.
Desde la dolarización en el 2000 continúan pendientes reformas estructurales, la renta petrolera sigue siendo de largo la principal fuente de ingresos y los niveles de producción son insuficientes, la competitividad y productividad no han mejorado sustancialmente en estos años, y el Estado tiene déficit recurrente, en esas condiciones tampoco existe inversión extranjera relevante. Siguen pendientes reformas a la seguridad social, a los mercados laborales y una reforma tributaria integral y de largo plazo. Los próximos meses el nuevo gobierno tendrá que renegociar los desembolsos del servicio de deuda y financiar el déficit del año. Por ahí habrá alguien que sugiera tomar recursos de las reservas monetarias del BCE lo que pondría en riesgo el sistema monetario. ¿Y su candidato qué respuestas brinda a los problemas? ¿Y la economía?