Como es evidente, la fundación familiar de 4 integrantes, llamada Fundamedios, ha conseguido, por medio de la poderosa cadena que opera desde Estados Unidos, que se provoque una verdadera vocinglería para acusar y desprestigiar al régimen ecuatoriano por el atrevimiento de exigir a Fundamedios que por lo menos cumpla con las normas que constan en su propio documento constituyente, que declara la prohibición de intervenir en asuntos políticos partidistas en Ecuador, donde existen leyes que así lo determinan.
Han promovido la vocinglería desde un alto funcionario del régimen norteamericano hasta la última rueda del coche encadenada a la red instalada por todos los confines del mundo, que generan aplausos o agrias protestas a voluntad del dueño de los inmensos recursos financieros que se distribuyen en proyectos similares destinados a aplaudir o divulgar las consignas emanadas por los financistas de este coro derechista y conservador: así aparece como que en todo el universo viven pendientes de lo que pueda pasar o no, a uno de los eslabones de esta cadena mercenaria.
Vale exigir a las autoridades de control financiero que investiguen en qué ha invertido Fundamedios el millón trescientos mil dólares que recibió desde el exterior para que mantenga una permanente actividad disfrazada de clasista para defender al periodista en general, pero que sin mayor rubor la ha torcido hacia una derecha agresiva contra el régimen de la Revolución Ciudadana cuando su obligación era la de mantenerse neutral.
Al politizarse y convertir a la fundación en un ente mercenario, pierde todos los derechos, pues al recibir dinero y consignas de intereses extranjeros, se convierte de facto en autora del delito de traición a la patria y no puede agravar su delicada conducta, invocando el derecho a la resistencia, pues está al servicio de una potencia extranjera que, a través de Chevron y otros casos similares, está atentando contra los intereses de la nación, empeñados en subvertir el orden democrático, legitimo, que rige en nuestra patria.
Se agudiza la endeble condición de Fundamedios cuando periodistas o grupos agremiados denuncian que jamás han recibido apoyo o respaldo en los conflictos laborales con los patronos propietarios de las empresas mediáticas, al contrario, ha justificado las acciones en contra de los trabajadores o han guardado cómplice silencio.
Qué diferencia cuando se ponen la máscara para enfrentar a cualquier funcionario gubernamental o para desacreditar las decisiones que el régimen adopta, empezando por calificar de ‘mordaza’ la ley que castiga la utilización de mentiras o calumnias para atacar incluso al propio Presidente del Ecuador, denunciando que les impiden ejercer su profesión, acusación ridícula cuando se reúnen para decir todo lo que se les antoja sin respeto a nadie, en complicidad con instancias y personajes extranjeros.
Ellos tienen una mordaza intelectual y moral cuando gritan a los vientos que no tienen libertad para decir todo lo que se les antoja, mientras se reúnen y se llenan los bolsillos de dinero pecaminoso. (O)