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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

Visión doble y poca agilidad

10 de diciembre de 2015 - 00:00

Todos conocemos el relato bíblico sobre el gigante Goliat, principal guerrero del ejército filisteo, y su breve enfrentamiento con el pequeño David, tirador del ejército de Israel que dirigía el rey Saúl.

Malcolm Gladwell, pensador estadounidense, ha escrito una extraordinaria obra basándose en analogías de la historia de David y Goliat. Él plantea que la percepción es que el más grande siempre tendrá mayores probabilidades de triunfo y los casos en que los más pequeños como David vencen son escasos.

Gladwell afirma que “el hecho de ser subestimados puede cambiar a las personas en formas que no logramos apreciar en un primer instante: puede abrir puertas y crear oportunidades, educar e iluminar a los pequeños y hacer que realicen cosas que parecían imposibles”. Es decir, el hecho de ser considerado pequeño sirve de combustible para demostrar el valor real de una persona.

Al analizar científicamente el porqué David le ganó a Goliat, se llega a la conclusión de que este último nunca tuvo ventaja sobre el primero, al contrario, la razón aparente de su poder, su gran tamaño, era su talón de Aquiles. La evidencia científica indica que Goliat, por su gigantismo, sufría de visión doble y poca agilidad, lo cual David aprovechó, como tirador experto, para ganar la batalla.

La inteligencia, sagacidad y la gran fe del pequeño triunfaron sobre el poder, el avasallamiento y la fuerza del grande. Esta historia y los ejemplos que incluye en su obra van en sintonía con lo que está sucediendo en el mundo en términos políticos, geográficos y culturales. Es evidente que en países desarrollados y en vías de desarrollo, en los que David se está enfrentando a Goliat, David está ganando.

En su obra El fin del poder, el escritor venezolano Moisés Naím ha afirmado que “el poder ya no es lo que era; tal y como lo conocíamos, llegó a su fin”. Es una valoración sobre lo que en otras ocasiones he escrito, pero que en realidad, a la luz de este enfoque de David y Goliat, nos plantea otra valoración distinta.

Se trata de que el poder se está reconfigurando hacia lo que debe ser: un espacio donde se gana o se pierde con base en el talento, el esfuerzo, el trabajo y la dedicación.

Hasta cierto punto, es un dilema lo que planteamos, en el sentido de que la lógica nos indica que el poder, hasta por su etimología, debe estar siempre relacionado con la tenencia o la posición de ventaja frente a los demás.

Ahora estamos ante un nuevo concepto del poder. El triunfo de los ‘David’ es expresión de una sociedad que va cambiando, donde el equilibrio de fuerzas es una muestra de la justicia social. Es, a la vez, una razón para tener esperanza en que los más vulnerables podrán tener opciones para alcanzar sus metas.

Para los que en algún momento nos corresponde ser David, los ejemplos de Gladwell en su obra resultan ser un aliciente para continuar batallando por lograr los objetivos que nos planteamos, sin desmayar ante los ‘Goliat’ que encontremos por los caminos de la vida. (O)

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