Hace más de medio siglo nuestra América Latina vivía uno de sus episodios más vergonzosos. Los ministros de Relaciones Exteriores, el 31 de enero de 1962, expulsaron a Cuba de la OEA. Esta se desenmascaró como un ministerio de colonias yanquis.
Cerca de medio siglo después, el 2 de junio de 2009, en San Pedro Sula (Honduras), los cancilleres de la OEA dejaron sin efecto la exclusión de Cuba. El precio de esta resolución fue muy alto. A fines del mismo mes, el 28, José Manuel Zelaya, su presidente constitucional, fue destituido brutalmente por un golpe de Estado, en complicidad con EE.UU. Hoy, la OEA adquiere nuevamente notoriedad.
Como sabemos, la República Bolivariana de Venezuela vive un proceso de transformación social, respaldado en su Constitución Política de 1999. Desde su inicio se promovieron actos violentos, pero el presidente Chávez acertadamente creó las misiones que contribuyeron a detenerlos. En los últimos días, con motivo del primer aniversario de su muerte, la violencia transformó a Caracas en una locura. La campaña ideológica internacional de desprestigio, manipulada desde afuera, tendió a derrocar al gobierno progresista y apoderarse de las riquezas petroleras.
La estrategia mediática fascista internacional sigue presentando a Venezuela como un país violento. Se han intensificado las mesas de diálogo.En estas condiciones, la representación diplomática de Panamá en la OEA solicitó una reunión de cancilleres para examinar la crisis venezolana. Después de largas horas de debate, el Consejo Permanente aprobó el 7 de marzo pasado, por 29 votos a favor y 3 en contra (EE.UU., Canadá y Panamá), “pleno respaldo y aliento a las iniciativas y los esfuerzos del gobierno democráticamente electo de Venezuela…”. “Fue un triunfo para toda América Latina”, sentenció el embajador venezolano Roy Chaderton. El imperio se enfureció.
A la semana siguiente, el 12 de marzo, se reunieron los cancilleres de la Unasur, organismo pertinente para tratar el tema, el mismo que resolvió “dar todo el respaldo al proceso”, convocándose para fines de mes en Venezuela.
El 21 nuevamente se convocó a la OEA para ser oída la diputada opositora María Corina Machado, pero fue repudiada con 22 votos a favor, 3 en contra y 9 abstenciones. ¡Otra victoria gobiernista!
Actualmente, el 90% de la población apoya el proceso de paz. La estrategia mediática fascista internacional sigue presentando a Venezuela como un país violento. Se han intensificado las mesas de diálogo y se creó la Comisión de la Verdad.
La construcción del proyecto bolivariano y socialista de Venezuela exige no solo la valentía y el sacrificio de su pueblo, sino la acción solidaria de las fuerzas progresistas, fundamentalmente de América Latina.
Ni el imperio y sus títeres, ni la acción mediática internacional, podrán detener el curso irreversible de su definitiva liberación.