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El Telégrafo
César Hermida

Universidad y especialidades médicas

03 de mayo de 2014 - 00:00

Las especialidades médicas que requieran tres o más años de formación deben homologarse como equivalente al grado académico de PhD, pues no corresponden al título de especialista de la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES).

El prestigioso cirujano Édgar Rodas asegura (revista Universidad Verdad 62, Universidad del Azuay, diciembre 2013), que en la LOES el artículo 117, literal c, ubica al título de especialista como el de menor jerarquía en la escala del cuarto nivel y le diferencia de los grados académicos de maestría y PhD o su equivalente.

La especialidad médica requiere largos y estrictos procesos, mientras una maestría se obtiene en uno o dos años. Por lo tanto, la denominación de ‘especialista’ de la LOES es perjudicial para la medicina: un ‘especialista’ no puede ser profesor titular de la universidad sino solamente aquel con grado académico de PhD, ni puede ser profesor titular principal, agregado o auxiliar, pues se requiere cuando menos el grado académico de maestría. (art. 150, literales a y d). Tampoco puede ser rector ni vicerrector (arts. 49 y 51) y tampoco puede ser decano o subdecano (art. 54, literal d). Para los primeros se requiere ser PhD y para los segundos PhD o maestría. La especialidad médica es diferente, por lo tanto, debería ser homologada, a partir de los tres años de formación, como equivalente al PhD.

Édgar Rodas señala que en las facultades de medicina más prestigiosas del mundo son raros los PhD en el área clínica. Dice que se los encuentra en las ciencias básicas, pero no entre los que se dedican al tratamiento de pacientes, quienes optaron por una especialización médica. Sostiene que si las facultades de medicina tuvieran el porcentaje requerido de PhD, mejoraría la investigación, pero no habría profesores suficientes para realizar y enseñar el tratamiento de pacientes.

Señala, finalmente, que hay interferencia en las decisiones académicas que corresponden a las facultades de medicina, pues es la universidad la que debe regular el nivel y número de estudiantes que deben rotar por los servicios hospitalarios, para la protección de los pacientes. “En todo el mundo, las mejores instituciones de salud son las que tienen carácter docente, pues la presencia de estudiantes y residentes eleva la calidad de la atención médica. (…) El perfil que debe tener el médico que forman las universidades (es) evidentemente de carácter académico (y en él) se basa todo el currículum de una facultad de medicina”, concluye.

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