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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Un Plan sin Cóndor

20 de octubre de 2016 - 00:00

El viejo imperialismo busca implementar un nuevo Plan para controlar a América del Sur, pero esta vez será sin el Cóndor. Levitando, el gran gigante parece abandonar su reducto andino para volar lejos, sobre el espacio de un nuevo mundo multipolar.

En la década de los años setenta del siglo XX, la CIA instrumentalizó un plan para detener a movimientos políticos y sociales latinoamericanos que pudieran desarrollar democracias soberanas acompañadas de Estados de derecho, algunos con propósitos socialistas experimentales. No se conoce quién tuvo la desagradable idea de bautizar este plan, con el nombre del ave más emblemática de los Andes, el cóndor. En todo caso, el plan geopolítico logró su propósito temporal; su saldo fue la desmovilización de grupos de izquierda, el genocidio de más de 60.000 personas y el control total del poder para desarrollar el programa económico neoliberal.

Poseída de su fuerza, la derecha sufrió, sin embargo, de ceguera: los estrategas del imperio fueron incapaces de visualizar que la naturaleza antisocial del neoliberalismo y su legado de pobreza crearían las condiciones para la formación de nuevos movimientos de raigambre popular, capaces de asumir el poder desde finales del siglo XX en varias de las repúblicas latinoamericanas.

Actualmente, el eje Europa-EE.UU. intenta nuevamente desarrollar un plan para retomar el control de América del Sur. Por ahora, sus mentalizadores, apoyados en las oligarquías apátridas, ejecutan golpes de Estado parlamentarios y despliegan estrategias persuasivas para el control de las masas; pero con toda seguridad apelarán a la violencia cuando alcancen sus límites.  Sin embargo, las condiciones coyunturales son distintas.

En el 23 Congreso de Energía, desarrollado hace pocos días en Turquía, se reveló con más claridad el nacimiento de un orden mundial multipolar,  cuyos bloques carecen de una centralidad absoluta, lo que marca la diferencia con respecto a la conformación del poder durante la primera Guerra Fría (1950-1989, siglo XX). El nuevo mapa geopolítico muestra al menos dos redes y espacios contrapesados; el uno conformado por Estados Unidos-Europa; y el otro, articulado entre Rusia, Turquía, América andina y eventualmente China. Si la lectura fuera meramente geográfica, se visualiza el Eje del Atlántico cuasi disminuido frente al Eje del Pacífico, donde se articulan Latinoamérica, Asia y Oriente.

¿Qué es lo que está en juego y enfrenta a los dos bloques de poder mundial? El viejo eje conformado por Europa y EE.UU. defiende a sangre y fuego un sistema especulativo, que pretende la reproducción del capital distanciado cada vez más del trabajo real; mientras que el otro eje, al descansar sobre las coordenadas del capitalismo industrial, tiene como objetivo principal resolver el problema de la eficiencia energética y el equilibrio entre trabajo, acumulación, crecimiento económico e impacto ambiental.

Ambos capitalismos son contradictorios: sin embargo, el segundo está consciente y plantea el desafío de lograr un modelo económico basado en la sustentabilidad ambiental y el trabajo; y en el caso de Latinoamérica, construir un sistema democrático de derechos políticos y sociales.

El cóndor vuela alto en un espacio global. Si la dama de hierro llega al poder en el viejo imperio, tratará de atraparlo. (O)

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