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El país se encamina hacia un nuevo concurso impulsado por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) para designar a la autoridad máxima de la Fiscalía General del Estado, cargo de alta responsabilidad y riesgo, puesto que la institución se encarga de dirigir, de oficio o a petición de parte, la investigación preprocesal y procesal penal, con atención especial al interés público y a los derechos de las víctimas; también organiza y dirige un sistema especializado integral de investigación, medicina legal y ciencias forenses con personal civil y policial; dirige el sistema de protección y asistencia a víctimas, testigos y participantes en el proceso penal.
Quien sea designado fiscal general deberá cumplir exigencias académicas y técnicas, con conocimiento y experiencia a fondo en el área penal. Además, poseerá conocimientos en la gestión administrativa. Deberá actuar con sujeción a los principios constitucionales, derechos y garantías del debido proceso. En lo personal, contará con probidad notoria; deberá ser alguien con temple, alta inteligencia emocional y capacidad de resistir presiones de diverso orden.
Los instrumentos internacionales que versan sobre la función de los fiscales exigen integridad en este tipo de funcionarios, independencia del poder político y económico, garantía de los derechos humanos, rendición de cuentas y capacidad para liderar una política penal eficaz. Además, demandan una trayectoria impoluta, formación jurídica sólida con actualización y profesionalización permanentes, selección transparente por méritos, capacidad técnica y de gestión, y compromiso ético.
En este punto, vale citar la brillante novela de Roberto Saviano, Los valientes están solos, sobre la lucha del juez y fiscal italiano Giovanni Falcone, quien se enfrentó a la mafia siciliana siguiendo la pista del dinero, buscó arrepentidos que confesaran y armó un histórico juicio; asestó duros golpes a la organización, que juró matarlo y que acabó consiguiéndolo en 1992, cuando, cerca de Palermo, su auto voló por los aires.
Los fiscales pueden dar un baño de verdad a la sociedad, ser símbolo de justicia y lucha contra el crimen o, simplemente, ser cómplices del delito, garantizando la impunidad. Con la designación del nuevo fiscal general se ponen en juego cuestiones fundamentales para el país, por lo que se lo debe hacer mediante un concurso sin mancha, bajo reglamentación adecuada, con veeduría independiente y proba.