Publicidad

Ecuador, 20 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Alfredo Vera

Un libro y una revista en contradicción

20 de enero de 2015

El comandante militar podría cumplir con el aforismo de que un hombre, para ser completo, debe sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro: en la forma como salgan los tres no importa a todos, lo importante es hacerlo.

El libro tardó 4 años y 3 meses en publicarse, pero su autor no dijo en ese período ni una sola palabra que identificara sus ideas para afirmar la novedad de que no hubo ‘secuestro’ sino ‘retención forzada’, como que fueran conceptos heterogéneos o antagónicos; que no hubo intento de magnicidio porque el comandante autor no escuchó cuando un piadoso promotor del diálogo vociferaba: “¡Maten a ese tal por cual!; ¡no lo dejen ir: mátenlo, mátenlo!”.

Tampoco se enteró de que los policías insurrectos intentaron penetrar a la habitación del hospital donde estaba el retenido y que utilizaban armas de tipo militar de grueso calibre; que ya había muertos y heridos entre los ciudadanos que aspiraban a rescatar al retenido y que en los edificios altos estaban apostados francotiradores que tenían las mejores intenciones de convivencia democrática y pacífica frente a las multitudes que querían rescatar al Mandatario.

No llama mucho la atención del aprovechamiento que hacen las mentes oscurantistas y tenebrosas para explotar acontecimientos como estos contradictorios sucesos, y así es como se escucharon en las radios Visión y Democracia que, como siempre, absorbían el agua para sus molinos al entrevistar al autor del libro.

La prensa mercantilista quiere sacar provecho de una ambigua conducta de un comandante que era el más alto jefe militar durante el 30-S, que publica un libro con extrañas aseveraciones que los opositores quieren asimilarlas y aprovecharlas en beneficio de sus posiciones politiqueras.

Algo parecido a lo que ha tenido que aclarar el papa Francisco para repudiar el asesinato y desate de violencia contra los periodistas de la revista Charlie Hebdo, que se publica en París, afirmando que no se justifican los asesinatos, por más que agreden con los peores epítetos, burdo lenguaje y dibujos agresivos contra una religión y a sus practicantes. Dijo el Papa que la libertad de prensa de unos tiene el límite de saber respetar a los demás.

Tampoco es loable admitir que aquí, en Ecuador, algunos se rasguen las vestiduras y se pongan en el pecho un cartel con el letrero ‘Yo soy Charlie Hebdo’ en homenaje recordatorio a los franceses, pero en su tiempo, cuando apareció asesinado en media calle de Guayaquil un individuo que usaba también un lenguaje procaz, blasfemo y perverso para luchar contra algunos políticos de la oligarquía, nadie apareció con un letrero que dijera ‘Yo soy Pancho Jaime’.

Murió en el total silencio.

Así son los contrastes en las sociedades universales que miran y juzgan los acontecimientos con el prisma político a favor de sus preferencias: la violencia, los crímenes y el odio se combaten solo cuando perjudican a sus allegados.

Contenido externo patrocinado