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El Telégrafo
Alfredo Vera

Un capítulo en falso

18 de agosto de 2015

En el libreto del golpe blando existen varios capítulos que los ejecutores de ese perverso plan se proponen cumplir para derrocar un régimen democrático. En Ecuador tocaba un nuevo calentamiento de calles y plazas para darles un hervor y quedar a punto de impulsar un avance hacia la meta de su objetivo, que ya lo habían gritado a toda voz: “Fuera Correa, Fuera”.

No hay que cometer el error de menospreciar de lo que es capaz la derecha oligárquica, más aún cuando tiene el descarado apoyo del politizado empresariado de la comunicación que manipula a los grupos sociales cuyos dirigentes se han entregado sin escrúpulos a los designios de la restauración conservadora, cumpliendo el mandato imperial.

El fracaso del paro nacional indefinido del 13 de agosto fue contundente y sin atenuantes, pero no hay que proclamar la victoria: ellos, los golpistas, son como los ofidios, pues las culebras no mueren con facilidad y mientras ellos tengan sus poderosas chequeras y la orientación gringa, siguen vivitos y coleando.

Cobijados por el engaño y la mentira, el pueblo dio las espaldas a los convocantes que hablaban de una ‘marcha’ y montaron una ‘caravana motorizada’; algunos de los dirigentes supuestamente indígenas eran unos mestizos que con artimañas mañosas desplazaron a los dirigentes históricos; el protagonismo de los anarquistas tirapiedras del extinguido Movimiento Popular Democrático (MPD), que está muy lejos de ser popular, peor democrático; y, para colmo del desprestigio, apareció el banquero Lasso revelándose como el padrino de la jornada levantisca y desestabilizadora.

Como es costumbre de este grupo y otros asalariados frente a un fracaso -porque nadie paró en todo el país- lo convierten en violencia agresiva, buscando un reguero de sangre inocente para justificar su intemperancia y falacia.

No se puede olvidar que el primer levantamiento indígena en 1990 fue una artera traición para desprestigiar al gobierno  de Rodrigo Borja, que había entregado millones de hectáreas a las comunidades ancestrales para legalizar la tenencia de sus territorios y dispuso, entre otras medidas a favor de esas comunidades indígenas, que el Ministerio de Educación a mi cargo implementara y legalizara la institucionalización de la educación intercultural bilingüe, para lo cual hubo que vencer la tenaz y necia oposición de los gamonales, la ultraderecha y los tradicionales ‘contreras’ garroteros del MPD con el membrete nefasto de UNE, que abominaban ante la posibilidad de que nombráramos director de una escuela a un indio y que sea jefe de ellos.

Le mordieron la mano al presidente Borja, que los ayudó sin necesidad de levantamientos, incondicionalmente.

Es la tradición de los politiqueros con o sin ponchos, acostumbrados a pescar en toda clase de ríos, en especial si están revueltos.

Ni paro, ni nacional ni indefinido. (O)

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