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Es el singular calificativo con el cual Yanis Varufakis, nuevo Ministro de Finanzas griego, describe a los múltiples cobradores de la deuda de ese país y los descalifica como interlocutores válidos en las negociaciones sobre el programa de rescate de Grecia. Renegociar la deuda, luchar contra la corrupción, la evasión fiscal y el paro y ayudar a las pymes son las prioridades anunciadas por el nuevo primer ministro griego, Alexis Tsipras, tras el triunfo del izquierdista partido Syriza en las recientes elecciones.
Tsipras ha afirmado que una de las prioridades del nuevo Gobierno de “salvación social”, será “la renegociación de la deuda griega con los socios” y añade: “Tenemos un plan griego para hacer reformas sin incurrir en déficit, pero sin superávit primarios asfixiantes”.
Su plataforma electoral no admitía el programa de rescate que está vigente hasta fines de febrero y tampoco que la deuda pueda ser pagada, lo cual no agrada al Eurogrupo y al Banco Central Europeo, quienes piensan que los problemas de la economía griega no desaparecieron con las elecciones y que ignorar los acuerdos no es el camino correcto a tomar. Frases que los gobiernos ecuatorianos escucharon muchas veces en el pasado y con las que mi generación está muy familiarizada pues eran las recetas del Fondo Monetario Internacional.
No han funcionado las duras actitudes exigidas al gobierno para reducir los déficits fiscales, ni tampoco la dependencia de un banco central europeo; por lo tanto es muy posible que Grecia salga de la zona euro y que regrese a tratar de dominar al enemigo público número uno que es la inflación, si se decide por volver al dracma como moneda nacional. Y esa es una misión casi imposible y aterradora. Lo es para los griegos, tanto como para los ecuatorianos sería el volver al sucre.
Ahora su problema no es la inmensa e impagable deuda externa. Esa ya es preocupación de la ‘troika’ de acreedores. Tsipras tiene que acabar con el clientelismo político y la corrupción y aplicar las reformas que no han podido ser hechas durante 40 años. Luchar contra la evasión fiscal e iniciar una economía que ayude a las pequeñas empresas que están casi en la bancarrota, para poder reducir el desempleo. Devolver a los ciudadanos de una nación que es cuna de la democracia, la sensación de seguridad y de dignidad. “No tenemos derecho a cometer errores” son las palabras de Tsipras, para lo cual sostiene que es importante “renegociar la deuda y salir de la austeridad asfixiante”.
Es un gobierno con tan solo 10 ministerios, que no es una decisión simbólica, sino una muestra de los cambios que se van a ejecutar en el funcionamiento del estado griego.
Los griegos no están solos, la izquierda mundial está con Grecia y una sociedad globalizada tiene su mirada expectante en la forma como ellos, soberanamente, definan su futuro.