Hay un debate político por apropiarse de la ideología de izquierda, que pueda o no ser marxista y que pueda estar o no ligada a una de las múltiples ramificaciones derivadas del socialismo y del comunismo.
En la era moderna, desde 1800, el pensamiento de Carlos Marx ha sido el referente para la identidad de una ideología de izquierda en todo el mundo.
Eso explica que cada persona o grupo, de acuerdo a su propia voluntad y no fundamentado en sustentos ideológicos o de prácticas operativas, se declare más o menos dueño de la izquierda, lo cual es una falacia cultural que pretende inducir a engaño a quienes no profundizan en estos conceptos, pues cada cual tiene derecho a conceptuarse como izquierdista, si esa es su voluntad.
La diferencia externa entre derecha e izquierda tiene lo que hoy se llama ‘líneas rojas’ que no pueden ser pisadas por uno u otro y esas líneas son, para identificar a la derecha: racismo, discrimen, fanatismo, prepotencia, individualismo, capitalismo, voracidad, menosprecio, odio; a diferencia de la izquierda que promueve: solidaridad, justicia, integración, patriotismo, equidad, elementos que tienen matices e intensidad, herencia de las revoluciones bolchevique, cubana, china, vietnamita, y las luchas contra las dictaduras y por la independencia.
Como fenómeno social, la derecha ha producido imperialismo, fascismo, nazismo, franquismo, pinochetismo, invasiones, dictaduras, campos de concentración; y, en contraste, la izquierda ha propiciado cambios sociales, nacionalismos, revoluciones sociales, rescate de las soberanías.
Pero la humanidad, en el siglo pasado y en lo que va del siglo actual, ha experimentado una serie de cambios económicos y científicos; las estructuras sociales y geopolíticas han modificado muchos conceptos económicos, productivos y estructurales y en muchos aspectos, esas transformaciones han gestado nuevas relaciones de poder.
La terminación del campo socialista gestado por la URSS, la crisis del capitalismo, la potenciación económica de China, la invasión de Irak, la inviabilidad de la primavera árabe, la democratización con sus atisbos de segunda independencia latinoamericana, son fenómenos geopolíticos que explican que estemos viviendo una transición ideológica que demanda un fortalecimiento de identidad de los entes políticos.
Hoy nuestra izquierda latinoamericana se evidencia, en lo material, por la provisión gratuita, de calidad y con calidez, de los servicios básicos de educación, salud, habitabilidad, superación de la pobreza, mejora en la redistribución de la riqueza; en lo económico, la abolición de la deuda eterna y cambios en la matriz productiva; en lo geopolítico, el rescate de la soberanía y la independencia nacionales, y la integración del concepto bolivariano, martiano y alfarista de la Patria Grande.