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El Telégrafo

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Fander Falconí

Tragedia griega

25 de febrero de 2015

Lo de Grecia parece una tragedia. En cuanto al rol del héroe frente al destino de los dioses. También por la acción dramática que generan los designios de los dioses, en este caso las deidades del capital.

La prórroga del ‘Acuerdo Marco para el Mecanismo de Asistencia Financiera’ entre Grecia y los países de la eurozona (en realidad la ‘Troika’) dejó ver las despiadadas reglas de juego internacionales. Este acuerdo fue firmado en 2012 y expiró el 31 de diciembre de 2014. Hubo una extensión hasta el 28 de febrero, para permitir a las nuevas autoridades griegas renegociar las condiciones de la deuda.

Aceptar las exigencias para la extensión del rescate financiero era una tragedia. Mientras Grecia solicitaba laxitud, los halcones europeos, capitaneados por Alemania, exigían la continuidad de las políticas de austeridad y la devolución puntual de los préstamos. La Unión Europea y Grecia alcanzaron un acuerdo, sin incluir duras medidas de recortes sociales, para prolongar el programa de rescate por cuatro meses.

Grecia ilustra lo que puede ocurrir con la aplicación de políticas neoliberales. El problema, al igual que otros países europeos, empezó con un sector financiero sin regulación, cuya crisis global estalló en 2007. En 2010, Grecia acudió al FMI para solicitar un préstamo y evitar la suspensión de pagos de la deuda. En ese momento, salió a la luz pública el contubernio entre el Gobierno griego y Goldman Sachs para encubrir la real magnitud del déficit fiscal y los montos del endeudamiento. La denominada Troika, conformada por el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, otorgó varios ‘rescates’ millonarios a Grecia, para pagar sus deudas a bancos privados y fondear las arcas fiscales, atados a programas de políticas de ajuste.

Las políticas implementadas se resumen en recortes en el gasto público y privatización de empresas públicas y bienes del Estado (por ejemplo del sector gasífero). El país entró en un estado comatoso en el plano social. Las medidas destinadas a reducir la carga de la deuda, en los hechos, dejaron al país más endeudado de lo que estaba en 2010. Grecia tiene una deuda de 330 mil millones de euros (cerca del 175% del PIB).

El 25 de enero de este año, la mayoría de las personas votó por Syriza, el partido de izquierdas, alentadas por las propuestas de redefinir la macroeconomía y recuperar la soberanía. Alexis Tsipras ganó las elecciones. Fue un viraje inédito y un verdadero drama ulterior. En la primera escena, Tsipras junto a su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, han intentado revertir las políticas de austeridad y renegociar la deuda.

La reacción de los poderes políticos y económicos tradicionales, dentro y fuera de Grecia, ha sido fenomenal. En Edipo rey, de Sófocles, resultan inolvidables los corifeos. Ahora los nuevos corifeos del poder son las grandes empresas mediáticas. En el fondo, lo que existe es un profundo desprecio por la voluntad del pueblo, que se ve como el factor de legalización, pero no como la base real de legitimidad. Cambiar esa ruta única a seguir que impone el neoliberalismo es el desafío que les queda a los héroes de la tragedia -la sociedad griega y sus nuevos dirigentes electos en forma democrática; al fin y al cabo hombres mortales, como los que exclusivamente componen su gabinete-.

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