Publicidad

Ecuador, 03 de Julio de 2025
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
+593 98 777 7778
El Telégrafo
Ecuado TV
Pública FM
Ecuado TV
Pública FM

Publicidad

Alicia Galárraga

El olvido, otra forma de asesinar

17 de noviembre de 2019

Soy Liliana Flores, fui torturada, violada, asesinada y casi incinerada el 25 de diciembre del 2018, cuando salía de una fiesta familiar a la que asistió también mi verdugo. Él fue capturado en delito flagrante y se encuentra bajo prisión preventiva; sin embargo, como hasta la fecha no se ha realizado la audiencia de llamamiento a juicio, está a punto de recuperar su libertad.

De esta dilatación culpo al sistema de justicia y a las argucias legales a las que ha recurrido el abogado de mi asesino.  Dejé en la orfandad a un niño que ahora tiene 9 años de edad y que sigue esperándome, sin saber que nunca volveré. Mi hijo no ha recibido acompañamiento psicológico y tampoco recibirá el bono que el Estado otorga a los hijos de las víctimas de femicidio, porque, quien terminó con mi vida de forma tan cruel, no era mi esposo, no era mi conviviente; era mi primo que se obsesionó conmigo y que se vengó de mis negativas a sus enfermas y desquiciadas pretensiones e insinuaciones, violándome, matándome e intentando incinerar mis partes íntimas.

¿Es posible que la tortura, violación y asesinato que sufrí queden en la impunidad porque mi familia es de escasos recursos económicos?

¿Es posible que a los operadores de justicia no les interese sentenciar mi asesinato porque soy invisible para ellos por carecer de conexiones sociales y políticas? 

¿Es posible que a la prensa no le interese mediatizar la lentitud con la que he sido tratada en las dependencias judiciales porque soy de origen humilde y muchas mujeres más de mi condición son violentadas por sus parejas o por locos desconocidos y a nadie le importa?

También reclamo al sistema de justicia por poner el horrendo crimen del que fui víctima en manos de fiscales que no han recibido formación y sensibilización en género. 

Mi caso no puede ser tratado y sentenciado como un asesinato más.

Mi asesinato conmocionó a la sociedad por la saña con la que se cometió; no entiendo por qué ahora estoy en el olvido.

Quien me quitó la vida puede volver a las calles a buscar otras víctimas. Serán los operadores de justicia los responsables, si así sucede, por su lentitud e inoperancia que los convierte en cómplices silenciosos. (O) 

Publicidad Externa