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La depresión, ese enemigo de los deportistas de alto rendimiento, fue evidenciado en el freno determinado de la gimnasta Simone Biles a su participación en Tokio 2020 , que vino acompañado de una sentencia clave “la salud mental es lo más importante”
Así, Simone Biles había retratado esta sensación de presión y angustia como si cargara “todo el peso del mundo sobre sus hombros”. Gracias a su reacción, salieron a la luz historias de depresión y trastornos mentales de varios atletas de élite como el reconocido medallista Michael Phelps.
Al respecto, es importante anotar que la psicología del deporte lleva varias décadas estudiando este tipo de fenómenos, así, es interesante observar que algunas investigaciones sobre el tema indican que los estados depresivos en deportistas en contextos de competencia altamente demandantes, no necesariamente están relacionados con la disciplina y exigencias propias del entrenamiento, debido a que estos atletas tienen una alta tolerancia a la fatiga y la frustración.
De acuerdo a estos estudios, los padecimientos como la depresión, el burnout (con su triada: agotamiento emocional, despersonalización y pérdida de confianza) en los deportistas de élite, parecen más bien ser producto de todas las demandas externas y presiones a las que son sometidos desde el entorno inmediato familiar o de pareja hasta las altas expectativas sobre ellos por ser los representantes de todo un país, esto sin tomar en cuenta que pueden existir antecedentes como una predisposición orgánica en los mismos deportistas, ciertos trastornos de personalidad, y finalmente escenarios estresantes como el que experimentamos producto de la pandemia.
Si bien las autoridades encargadas de la organización de los Juegos Olímpicos de Tokio facilitaron a los atletas el acceso a la atención psicológica 24 horas vía llamada telefónica, es claro que esto no es suficiente. Hasta el momento se desconocen datos sobre la presencia o no de psicólogos deportivos responsables de los deportistas de cada país. Lo más probable es que muchas delegaciones no cuenten con este soporte, sobre todo en la región latinoamericana, para muestra un botón, si hasta la fecha los atletas demandan una justa atención de sus gobiernos, resaltan que muchas veces asisten a estos eventos con fondos propios y en ocasiones sin la indumentaria adecuada, es de esperar que tampoco cuenten con un servicio tan vital como es el de la atención psicológica.
Finalmente, es clave enfatizar que un adecuado acompañamiento psicológico al deportista no solamente debe estar presente antes y durante una etapa de competición, también debe evidenciarse después de todo evento y considerarse en casos específicos, por ejemplo, aquellos en los que el atleta vaya a retirarse de la actividad deportiva: sea por lesión o por decisión propia. Si este es el caso, es importante prever un programa multidisciplinario, lo que los especialistas llaman desentrenamiento del deportista, que consiste en una planificación que tiene la finalidad de procurar la bioadaptación y psicoadaptación de la persona, sea para una pausa (en caso de lesión) o para el abandono definitivo de la actividad deportiva.
Esperemos que las palabras y acciones de Biles sirvan como aprendizaje para que tanto la normativa de asistencia a estos eventos contemple la incorporación obligatoria de profesionales en psicología del deporte para cada delegación , y la habilitación de un departamento de soporte profesional en esta área, a cargo de cada país anfitrión.