De acuerdo a la enciclopedia británica, terrorismo es el sistemático uso de la violencia para crear un clima general de temor en una población y de esta manera conseguir un objetivo político en particular. Esta definición supone que sea practicada por organizaciones políticas, tanto de derecha como de izquierda, pero también por grupos nacionalistas y religiosos, por revolucionarios y aun por instituciones como las Fuerzas Armadas, los servicios de inteligencia y la Policía. En su sentido más amplio, terrorismo es el uso intencional e indiscriminado de la violencia como un medio para crear miedo entre las masas de gente; es un concepto catalogado como moralmente incorrecto y es un crimen en muchos países.
En noviembre 2004, el reporte del Secretario General de las Naciones Unidades describe al terrorismo como cualquier acto intencional para causar la muerte o seriamente herir a civiles o no combatientes con el propósito de intimidar a una población u obligar a un gobierno o a una organización internacional para realizar o abstenerse de hacer cualquier acción. Y creo que esta es la mejor de las 109 definiciones que existen de terrorismo, que se pueden utilizar en lo que nos está sucediendo en el país.
Y es mucho peor, pues realmente estamos enfrentando al narcoterrorismo, que es la cooperación del narcotráfico con grupos armados extremistas, así como otros grupos insurgentes o terroristas. Aparentemente es la alianza natural que acaba produciéndose entre grupos narcos y guerrilleros que, aunque persiguen objetivos opuestos, operan en la clandestinidad con el fin de mantener el malhadado negocio ilícito de las drogas.
Es por esto que algunas organizaciones terroristas que están en decadencia o en proceso de desarme son capaces de reconstituirse gracias a la poderosa financiación que obtienen al proporcionar cobertura y apoyo armado al narcotráfico, que consigue una capacidad de respuesta militar frente a los gobiernos con los cuales está permanentemente en pugna. Esta conjunción entre terroristas y narcos se concibe a largo plazo como una amenaza a la estabilidad de los países de regiones productoras de estupefacientes, como somos las del grupo andino.
Pensamos que esto nunca nos podía afectar directamente en Ecuador, pero lamentablemente nos equivocamos y ya perdimos a siete y nos faltan dos más. (O)
