“Que nos animemos con urgencia a buscar, a discutir sobre nuestra situación actual, sobre qué tipo de cultura queremos. Un pobre que muere de hambre no es noticia, pero si las bolsas mundiales bajan dos o tres puntos hay enorme información” son las palabras del Papa Francisco, y añade: “Existe una relación entre nuestra vida y la Madre Tierra. Entre nuestra existencia y el don que Dios nos dio. Creación es espacio para construir con nosotros. Entre los pobres más maltratados que hay en nuestro mundo, está nuestra oprimida y maltratada Tierra”; y toca nuestro corazón cuando dice: “Dios le susurra al hombre las palabras sembrar y cultivar. No cultiva quien no cuida y no cuida quien no cultiva. Hemos crecido pensando tan solo que debíamos cultivar”.
Así piensa Jorge Mario Bergoglio, el buen jesuita que adoptó la Teología del Pueblo siendo cardenal de Buenos Aires como una corriente teológica nacida en Argentina tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia 1968). Si bien nace como rama autónoma de la Teología de la Liberación, con teólogos como Lucio Gera, Rafael Tello, Justino O’Farrel y muy especialmente Juan Carlos Scannone y Carlos María Gallí, quienes la modifican, sin embargo el papa Francisco se aleja de ella y la ataca fuertemente, y definitivamente toma la crucial opción preferencial por los pobres, pero tiene mucho cuidado en diferenciarse de la Teoría de la Liberación por no centrarse en la lucha de clases, sino más bien en las nociones de pueblo y antipueblo y reconocer las condiciones particulares que toman las luchas populares y la cultura de América Latina. Y es por eso que Francisco sostiene que, a partir de la globalización y la profundización de los procesos de exclusión, la opción preferencial por los pobres debe expresarse como opción preferencial por los excluidos, que es lo que soporta la Teología del Pueblo. Scannone sostiene que el papa Francisco ha tomado de la Teología del Pueblo el concepto de pueblo como figura poliédrica en la que cada cultura tiene algo que aportar a la humanidad y donde se respetan las diferencias.
No hay duda de que el papa Francisco se mueve continuamente entre lo teológico y lo político, y ha logrado que en un mundo secularizado, la teología vuelva a ser tema central en los medios de comunicación. Habla al pueblo en el lenguaje del pueblo, se radicaliza con la pobreza y desde allí se posiciona como un referente moral del debate político. Por otra parte, su visita a Ecuador, Bolivia y Paraguay se alinea con su infatigable esfuerzo para plantar a la Iglesia católica como interlocutor válido en el debate internacional sobre los problemas políticos y sus consecuencias sociales y económicas. Dentro de este contexto, la teología es una práctica cultural liberadora desde la religiosidad popular que tiene como objetivo influir sobre lo político. El sujeto es el pueblo, pero no como clase, sino como pobre, y la historia es considerada una historia determinada. La historia de un pueblo en particular. (O)
