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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Tejer es fácil

27 de noviembre de 2014

“Tejer es fácil, lo difícil es la urdida” era el dicho de las mujeres de muchas comunas de la Costa ecuatoriana. El secreto del tejido está en saber urdir, lo cual no todas las tejedoras lo conocían. Si era una alforja, la preparación de la urdiembre era sencilla. Otra cosa era tejer manteles, hamacas y ceñidores cuya destreza era privativa de algunas tejedoras y que realmente casi ha desaparecido por la escasa divulgación de esta artesanía. Y así se ha esfumado lo que constituía un patrimonio de nuestra gente. Ya no se usan albardas y los otros productos han sido reemplazados por tejidos industrializados condenando a las mujeres de las comunas a buscar otro tipo de ingreso familiar.

Las comunas, como forma de organización tradicional, desempeñan un papel en el ámbito interno (familiar) así como en el externo (hacia afuera de la comunidad) de tal manera de: legitimar los valores, modos y prácticas indígenas; representación política y defensa; gestión social de los recursos naturales fundamentales y de otros necesarios para la reproducción; cohesión social e ideológica que generan un sentimiento de identidad. En la Costa son relativamente antiguas y consiguieron su legitimidad jurídica sin muchas complicaciones, pero han perdido su importancia y empiezan a desmembrarse en asociaciones debido a los cambios que experimentan los comuneros y sus familias con respecto a su estilo tradicional de vida y organización por efecto del avance de las relaciones de mercado en su medio.

Una comunidad está definida, en el caso ecuatoriano, como un grupo de familias que controlan  recursos variados (individuales y comunales) y un sistema ecológico microdiversificado y que desarrollan relaciones de cooperación principalmente con base en el parentesco consanguíneo o ritual para beneficio común. Mucho de este concepto está relacionado con el uso agrícola de la tierra, que ha sido muy deficiente en la serranía. En la Costa la propiedad comunal de la tierra sufrió un ataque, precisamente por la expedición de la Ley de Desarrollo Agrario en 1994, cuyos objetivos fueron que dicha propiedad pudiera subdividirse legalmente si se contaba con la aprobación de las tres cuartas partes de sus miembros reunidos en asamblea. La adquisición de las tierras no se hace por parte de miembros de la comunidad, los terrenos vendidos son generalmente en pequeños lotes y, lo que es peor, el mercado informal de tierras (particiones de hecho) se está legalizando.

Las mujeres en las comunas del litoral han encontrado en el turismo, ofreciendo precario alojamiento y la venta de comida, su fuente de trabajo, pero con el desorden característico de la falta de educación y entrenamiento. Los varones dejaron la pesca también por el turismo, usando sus embarcaciones para paseos, avistamiento de ballenas, buceo, deportes acuáticos, etc. Pero estas actividades, en la manera como están siendo desarrolladas, son rentables y han elevado su nivel de vida, pero carecen de sostenibilidad. Mientras tanto, su activo real, que es la propiedad de la tierra, está siendo depredado.

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