Ecuador, 20 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Lucrecia Maldonado

Tamos mal

30 de septiembre de 2015

Después de mirar varias veces el episodio de Ecuador tiene talento que ha sido objeto de toda clase de críticas y recriminaciones durante los últimos días, se puede llegar a algunas conclusiones.

La televisión, incluso como aparato electrodoméstico, ha sido satanizada desde su aparición en la escena de la vida cotidiana. La usamos incluso para crearnos la ilusión de compañía, pues su sonido basta para llenar con algo más el silencio de una casa o departamento vacíos, aunque el contenido de lo dicho sea absolutamente intrascendente. Si se utilizara su ubicuidad y sus infinitos recursos para elevar los niveles de consciencia, otro gallo le cantaría a la humanidad entera, pero posiblemente la televisión sea el mayor y más perfecto método de alienación con que cuenta el sistema para impedir que los seres humanos hagamos algo que parecía connatural a nuestra especie: pensar, discernir y transformarnos para bien.  El fragmento en que tres juezas se ceban en una muchacha bastante talentosa solamente porque afirma no tener profesor de canto y no creer en Dios conduce a pensar en dos que tres cositas que no saltarán a la vista tanto como las ya censuradas y criticadas, pero que también asombran y perturban un poco.  En primer lugar, ella es menor de edad. Aunque su padre esté allí, tras bastidores, se ve expuesta a la agresividad gratuita de tres o más personas en una posición de autoridad. Sería muy importante que bajo ningún concepto pudieran participar en este tipo de certámenes personas menores de dieciocho años. Pero es peor el triste papel que hace el padre al descalificar fuera de escena las más importantes afirmaciones de su hija en un inexplicable acto de sumisión ante los todopoderosos medios de comunicación: ella sí tiene profesor de canto, no es autodidacta como dice, ojalá la retada que le pegan las juezas le llegue para que vuelva a creer en algún dios, aunque sea con minúscula, y así… Lo que el programa dice: Ecuador tiene talento (y la jovencita lo tiene) queda en enésimo plano frente a los complejos de las juezas, del padre o del mismo sistema de medios de comunicación. Da qué pensar: otro padre, otra madre, tal vez solamente tomaba de la mano a su hija y se marchaba de allí anteponiendo su dignidad y la de su hija a la dudosa necesidad de ascender en la escala del éxito a costa de constantes humillaciones.

Pero está también el concepto del programa, la apología del sarcasmo ofensivo como recurso de coaching, el irrespeto de ida de las juezas, y el de vuelta (no sé si es peor) contra ellas, que se mete en aspectos personales de la vida y también las ataca en su dignidad de mujeres sin ningún escrúpulo. La andanada de chistes groseros en todo sentido. Y el rating, que sigue subiendo, no importa cómo ni a costa de qué. (O)

Contenido externo patrocinado