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El Telégrafo
César Hermida

Sumak Kawsay y salud

21 de noviembre de 2015

Se reconocen tres principios de la filosofía andina: la reciprocidad, la complementariedad y la correspondencia. La reciprocidad o solidaridad se expresa en las acciones colectivas como la Pampa Mesa, en donde todos ponen en el gran mantel sobre el césped los alimentos de los que cada uno dispone y todos se alimentan de acuerdo a sus necesidades, o como el Presta Manos con el cual se construyen las viviendas, pues hoy me ayudas y mañana te ayudo yo, o la Minga colectiva para las obras de infraestructura social, como los caminos, los acueductos y otros. A este principio corresponde la tríada ‘no robar, no mentir, no ser ocioso’ de la Constitución boliviana. La complementariedad corresponde a la concepción dual de que hay elementos diferentes e incluso aparentemente contrapuestos, pero que son complementarios de un tercero que los integra, así son duales el cuerpo y la mente que no se los puede separar de la persona, o el hombre y la mujer que generan hijos y constituyen la familia, o el día y la noche que constituyen el continuo del tiempo. La dualidad se opone a la dicotomía que es la característica de cortar o separar las partes propias de las ciencias occidentales, especializadas en las partes, pero que olvidan el todo. La correspondencia es esta relación del todo con las partes, el “todo tiene que ver con todo” que estudia el pensamiento complejo, sobre el que ha trabajado el francés Edgar Morin.

Estos tres principios alimentan los cinco del Sumak Kawsay o Buen Vivir que aquí se sistematizan como: Sin pensamiento y sentimiento no hay vida, Todos provenimos de la madre tierra o Pachamama, La vida es sana, La vida es colectiva y Todos tenemos un sueño. No se puede entonces separar lo cognitivo de lo afectivo, hay que cuidar la tierra como madre, como propone el inglés James Lovelock al concluir que la Gaia es un ser vivo del cual todos provenimos, cuidar el lugar de la familia, el paisaje cultural y el territorio nacional, priorizar la vida que es sana y no la enfermedad que es episódica como lo ha hecho por centurias la medicina, hay que abandonar el individualismo egoísta y plantearse el sueño de un cambio civilizatorio para vivir una vida colectiva y austera en armonía con los seres vivos y con la naturaleza, lejos del consumismo.

Con estos principios del Sumak Kawsay, complementarios de la propuesta de satisfacción de las necesidades humanas, se completa la concepción, llamémosla ecuatoriana, de la óptima calidad de vida como salud o Buen Vivir. (O)

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