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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

Soluciones frente a un debate existencial

19 de febrero de 2016 - 00:00

Los gobiernos de Ecuador y de Italia, a través de sus pertinentes ministerios de Justicia, han firmado un memorándum de entendimiento para enfrentar el doloroso problema de los hijos menores separados  de sus progenitores -que emigraron a Europa, y concretamente a la península itálica-, por parte de los órganos de extranjería y  de Policía italianos. Este acuerdo permite recuperar la tutela de 37 niños, que en actos deleznables en su crueldad, fueron alejados de sus ascendientes, en claro detrimento de DD.HH. fundamentales, durante períodos y acciones duras e inexplicables. La Cancillería y su titular, Ricardo Patiño, durante todo el tiempo, entregaron el apoyo legal, social y psicológico a ciento cuarenta familias que sufrieron el dolor enorme de la ausencia de sus hijos y la probabilidad frustrada del reencuentro. La asistencia jurídica y el acompañamiento diplomático ha sido sustancial en evitar la continuación del vacuo horror y de la fatiga atormentada de grupos familiares destrozados y anhelantes. La conducta eficiente, en lo humano y lo funcionario, del Ministerio de RR.EE. ha posibilitado el éxito de la negociación a todas luces justa para enfrentar una problemática que en casi dos décadas afecta a miles de connacionales, en todo el orbe, dadas las causas y efectos lamentables de nuestra migración de por sí circunstancial, por ello improvisada.

El drama familiar de la obligada emigración ecuatoriana de millones de compatriotas, vilmente  estimulada por la quiebra bancaria que nos azotó entre 1998, 1999 y 2000, solventó, entre otras secuelas malsanas, la dispersión de la progenie nuclear, la conversión de un nuevo tipo de hogar donde los jefes eran indefinidos: padres o madres, tíos o abuelos, vecinos o compadres y hasta los hijos adolescentes. El crimen de la banca de sus favorecedores rompió a varias generaciones. Factores de descomposición, como la delincuencia juvenil, el tráfico y consumo de drogas de niños y jóvenes tiene génesis, patente de corso en ese lapso de acción neoliberal, no obstante que los recursos financieros que la legión de ecuatorianos enviaban al territorio para sus parientes, en  aquellos momentos terribles, fueron salvadores. Los flujos monetarios a Ecuador eran escasos en esos lustros complejos. Fueron las remesas de migrantes que surgieron cual arroyos y se transformaron en ríos que rescataron la economía de esta tierra de la debacle en que  estaba sumida. Y luego convertida en esos años en una fuente de divisas básicas para el Estado. Naciones de acogida se beneficiaron de nuestras gentes calificadas y con espíritu y eficacia plena, que en la mayoría de los casos es ejemplo de honestidad, laboriosidad, y de amor por su familia y su patria.

La trascendencia del fenómeno migratorio nacional, en el contexto de la crisis bancaria pasada, con todas las evidentes sucesiones de tragedias individuales y sociales padecidas por tantos, no debe ni puede olvidarse. Hoy, con un nuevo escenario mundial, especialmente en Europa, donde modos e instrumentos sustanciales de desarrollo para la humanidad han cambiado radicalmente y la condición humana ha sido inventariada en el desván de los objetos olvidados, la rúbrica de documentos para una cultura de encuentros, que beneficie a  luchadores contra la adversidad, como son los emigrantes, es altamente encomiable y debería merecer reconocimiento de todos. Excelente trabajo de los equipos de los ministerios involucrados, y felicitaciones por lo obtenido. Los que algo conocemos de la escena internacional, de los intríngulis de la legislación, de la política extranjera, sabemos cuánto pesa la reputación de un país pequeño en el trato con potencias. El prestigio de Ecuador en el manejo de los asuntos exteriores es irrefutable y nos enorgullece. (O)

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