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Las Ciencias Sociales, en particular la Sociología y la Psicología, cumplen un papel fundamental en el análisis de las relaciones sociales, siempre y cuando se conciban marcos teóricos y metodologías apropiadas a las respectivas sociedades, y con base en investigaciones para la acción.
La sociología del conflicto adquiere entonces especial relevancia, especialmente cuando la sociedad está polarizada entre grupos antagónicos.
Esta disciplina es estudiada desde vieja data. Fue el tema ya en 1907 en una de las primeras reuniones anuales de la American Sociological Association -ASA- y de nuevo en 1930.
En la Universidad de Lovaina, por los años 1954-58, el profesor Yves Urbain daba la clase de Historia social belga, en la que destacaba el análisis del conflicto, aduciendo que este contribuye a mantener, ajustar y adaptar las relaciones y estructuras sociales. Hacía leer a sus alumnos libros como The Functions of Social Conflict de Lewis A. Coser, publicado en Londres en 1956 por la International Library of Sociology and Social Reconstruction, y De la Nature des Conflicts, editado por la Unesco en 1957, que trae una bibliografía de 1.166 títulos. ¿Cuántos habrá hoy, que permitan darle la importancia a esta disciplina y actualizar su conocimiento?
Conservo notas de la última clase que Urbain dio: “De todo este curso de historia social se puede concluir cómo el conflicto es un factor en la sociedad, neutro como valor”. Citaba a un gran cardenal francés que sostenía que sin cien años de huelgas la clase obrera no hubiera obtenido lo que tiene. El conflicto hace avanzar, solía decir.
Infortunadamente, en Ecuador se tiende hoy a dar prioridad a la crítica negativa, a veces con tintes extremos de visceral oposición, sin ofrecer soluciones alternativas.
Coser decía que antes de que los hechos hablen, tienen que ser organizados por medio de un esquema conceptual, y critica el divorcio entre investigación concebida como una búsqueda de hechos y teorías que muchas veces van más allá del alcance de los hechos. Además, explica las condiciones para que el conflicto sea positivo o negativo, distinguiéndolo de las actitudes hostiles, de chantaje y antagonistas. El conflicto social bien entendido puede cumplir un número de determinadas funciones positivas en los grupos y otras relaciones interpersonales.
Asocio al recuerdo de mi alma máter a Tomás Moro, quien publicó allí su Utopía. Cabe recordar su desilusión cuando expresaba: “Cuando miro esas repúblicas que hoy día florecen por todas partes, no veo en ellas ¡Dios me perdone! sino la conjura de los ricos para procurarse sus propias comodidades en nombre de la república. Imaginan e inventan toda suerte de artificios para conservar, sin miedo a perderlas, todas las cosas de que se han apropiado con malas artes, y también para abusar de los pobres pagándoles por su trabajo tan poco dinero como pueden”.
Temas para reflexionar, cuando una oposición variopinta y violenta quiere que el Ecuador vuelva al pasado. (O)