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El Telégrafo
Lucrecia Maldonado

Sincronicidades

03 de febrero de 2016

Curiosamente, la misma semana en que se inaugura la nueva maternidad Luz Elena Arismendi en Quito, Jaime Nebot decide visitar esta ciudad. Y no se puede dejar de pensar en la fuerza de los contrastes que la vida misma nos ofrece a cada paso. Más allá de las disputas de la política, o de los cuestionables acercamientos, parecía que había comenzado una etapa de amnesia colectiva en nuestra población. Y es explicable. Es explicable porque, por ejemplo, quienes ahora tienen diecinueve años, posiblemente no guarden una memoria patente de cómo era el país hace nueve años. Tal vez son los jóvenes el pasto de la manipulación aquella de que antes (¿cuándo?) todo era mejor.  En esa misma semana, sin embargo, el cine ecuatoriano gana un premio más: la película Alba, de la joven cineasta ecuatoriana Ana Cristina Barragán, obtiene el premio Lion Film Awards en Rotterdam. Y vuelve la memoria a escarbar en el pasado: antes… ¿cuándo? O ¿cada cuándo?

Es cierto, es cierto: se puede optar por la mezquindad. Tal como sucedió cuando una película colombiana se anunció como parte de las finalistas para el Oscar a la mejor película en lengua extranjera. Entonces la piel de unos cuantos ecuatorianos comenzó a tomar un tinte verdoso y en lugar de alegrarse por el hermano país, surgió la ácida pregunta: ¿por qué Ecuador nunca ha quedado finalista? Como cuando algún escritor o escritora de América Latina han obtenido el Nobel de Literatura: ¿por qué en Ecuador…? Sin embargo, hace nueve años, o quizá un poco menos, ocho, ya no quedábamos finalistas ni al Oscar ni a casi nada que se le pareciera.

Hay gente para la que no parece contar la transformación que el país ha vivido en este tiempo. Hay gente que se centra en el error (que existe, no se va a negar), que busca denodadamente el quinto pie de todos los gatos. Que defiende una supuesta libertad perdida. Que quiere estorbar del modo que sea un proceso que, haciendo un balance, tiene más saldo a favor que en contra, sin desconocer las a veces graves equivocaciones en que incurre un régimen que, por otro lado, y evaluando lo anterior, no tendría per se la obligación de ser perfecto.

Y sin embargo, en la nueva maternidad Luz Elena Arismendi, un médico llamado Santiago se fotografía con el niño que acaba de traer al mundo: un niño llamado Andrés. Los nombres de los hermanos Restrepo. Sincronicidad: coincidencia significativa que sin buscarla nos habla de la permanencia de la vida y de la esperanza muy por encima de la ambición y la mezquindad de nuestros poderes, ahítos de artería y sedientos de volver al horror del pasado. (O)

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