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Desde hace mucho, pero mucho tiempo, las mujeres sabemos que podemos hacer varias cosas a la vez y hacerlas bien; he reflexionado en que esa capacidad, es una capacidad adquirida, probablemente desde la época de las cavernas, cuando el hecho del alumbramiento era el único que daba esa presencia de una relación filial que además implicaba la necesidad de atender simultáneamente a los niños que iban naciendo y que requerían su atención al mismo tiempo, sin priorizar uno sobre el otro.
Luego, se sumaron las otras obligaciones de alimentar, de cultivar la tierra, de ir definiendo los roles dentro de la familia, y luego, claro, ya en nuestra época, las necesidades que implican el contribuir con salarios, producto del trabajo fuera de la casa, al sustento familiar, la preocupación por la crianza y el cuidado y educación, que hace que la mujer haya multiplicado los roles, contando con el mismo tiempo.
Si a eso se añaden las ganas de crear, sea literatura, música, pintura y un largo etcétera, junto con las de participar en la vida pública además de la privada a la que siempre estuvo relegada, encontramos que la agenda de la mujer se diversifica, se complica, lo que hace que tenga que distribuir sus tiempos y tratar de ser eficiente en sus múltiples roles.
En este sentido hemos pensado con frecuencia en que esas capacidades multifacéticas de las mujeres bien pueden servir para mejorar al mundo en los espacios de las relaciones, de la conducción de los estados, en la capacidad de arbitrar medidas que conduzcan a una coexistencia pacífica y más armónica y equilibrada entre las personas, las naciones, las comunidades, los estados.
Hace poco vi también una referencia a un estudio sobre la capacidad de las mujeres de sostener múltiples cosas en las manos, diferente a la unilateralidad de los hombres, y en este sentido el análisis viene dado porque esto de sostener una variedad de objetos, va más allá de los hechos en sí mismos y tiene que ver probablemente con un efecto simbólico.
Me refiero a la capacidad de las mujeres de ser “sostén”, es decir de dar estabilidad, de coordinar las familias, de dar un sustento que es la base del mundo de las relaciones que es tan importante, pero al que muchas veces no se le ve en todas sus dimensiones.
Sí, es verdad, las mujeres somos multifacéticas, sostenemos muchas cosas en las manos, pero somos también el vínculo que mantiene unidas a las familias, que proviene de esa facilidad de vincularnos, de sentir las penas de los otros como propias, de ser solidarias, benefactoras, provistas también de una capacidad de hablar, de decir muchas cosas, lo que nos vuelve maravillosas para el diálogo.
¿Por qué no aprovechar esas capacidades para construir cada vez un mundo mejor? Lo tenemos en la palma de las manos, en la punta de nuestros propios dedos.